domingo, 26 de febrero de 2017

De carambola

 
Atleti 1 - Barça 2

Domingo de carnaval. El invierno se disfraza de primavera a orillas del Manzanares. Y el horario de las 16:15 se pone el traje de las grandes tardes para recibir al Barça que nos eliminó en Copa porque, aunque nosotros pusimos el fútbol, ellos marcaron más goles.
Veníamos de Alemania, de meterle cuatro al Bayer en Leverkusen. Podrían haber sido siete. Ellos nos metieron dos con un solo tiro a puerta. El otro nos lo colamos en propia meta. Y a pesar del buen resultado, acabamos cabreados. Esta tarde, a pesar de los rebotes, las carambolas y el tocabolas de Mateu, acabamos torrados por el sol, pensando en los carnavales y aplaudiendo a nuestro equipo derrotado. Que en este tiempo lo que parece no es y lo que es no lo parece.

La sociedad anónima deportiva sacaba pecho antes del encuentro anunciando a bombo y platillo que habíamos llegado a 100.000 socios. Y los clientes que abarrotábamos el estadio (abonados, simpatizantes y peñistas con el corazón secuestrado por el sentimiento rojiblanco) respondíamos con pitos y palmas el panegirico sobre el crecimiento y la gestión de la empresa futbolística que seguimos queriendo como si fuera nuestro club. No hay más ciego que el que no quiere ver. A todo esto echa a rodar el balón y los del Frente Atlético comienzan sus 19 minutos y 03 segundos de huelga de animación en protesta por el cambio de escudo y porque, al parecer, no se han dado cuenta hasta ahora de que en 1992 nos robaron el Atleti. El resto del campo animó al equipo que jugó la primera parte acorralando al Barça en la portería del fondo norte. Sin gol. Con exceso de pase corto dentro del área. Con el uy instalado en la grada pero con una evidente y prolongada racha de pólvora mojada. Eché de menos a Torres desgastando y desbordando la lentitud de los tres centrales blaugranas. En su lugar salió Gameiro que no estuvo tan acertado. Lo de Mateu es para hacérselo mirar. Los árbitros que se convierten en estrellas solo perjudican el espectáculo. 

En la segunda parte Mateu siguió a lo suyo, a confundir a futbolistas y profesionales con su peculiar, caprichoso y arbitrario modo de aplicar el reglamento. Todos desquiciados. El Barça marcó en una carambola dentro de un barullo dentro del área que el Atleti no supo defender. Luego Godín peinó en su regreso un balón de terciopelo colocado por la mejor versión de Koke a balón parado. El empate nos sabía a poco. Todo el estadio animaba a una mientras Mateu y el saltimbanqui de Neymar se empeñaban en celebrar sobre el césped su particular carnaval. Otro error en El área de Oblak, otro rebote y segundo gol de carambola. No merecimos perder. Como poco, empatar. Al Barça no a  le puede perdonar tanto. Tienen a Messi. Y disfrazado de árbitro también tuvieron a Mateu.

Ahora a ponerse las pilas. A no perder la cabeza en Liga y a no confiarse en la vuelta de Champions. La veré en Honduras. Pero antes hay que jugar el jueves en A Coruña y el domingo (otra vez a las 16:15) contra el Valencia; y los dos están muy necesitados.

Vamos, Atleti, vamos.

domingo, 19 de febrero de 2017

Cholocambios en El Molinón

 

Sporting 1 - Atleti 4

Jugar un sábado a las 13:00 es estupendo para hacerte fuerte en el salón de casa y apoderarte, sin que sirva de precedente, del mando. Partido en pantalla grande. Entre mi Atleti del alma y mi querido Sporting al que le deseo que no baje y que logre echar a su delincuente y que siga jugando con la misma intensidad que derrochó contra los nuestros. Tendrán recompensa porque Cholo sólo hay uno y está en el Atleti. Aunque madridistas, culés y gentes contaminadas de cerebro plano y corazón escuálido deseen con todas sus fuerzas y sus rumores y sus cloacas sacarlo de nuestro lado.

Ayer el partido fue, una vez más, esencia de Cholo. Sacó Simeone de inicio un equipo ofensivo con Correa y Carrasco junto a la cal para asistir, penetrar y percutir con Torres y Griezmann arriba para atacar, rematar y marcar. Pero nada. El belga y el argentino apenas si aparecieron durante una primera parte con solvencia atrás (muy bien Lucas y siempre mejorable Savic en el eje de la zaga con un Filipe poderoso y un Vrsaljko aprendiendo a que no le ganen la espalda) y muy poca chispa adelante. A esto hay que sumar el despropósito de un línea obsesionado con inventarse fueras de juego para evitar los desmarques brutales de Torres y un árbitro berciano que consentía las entradas de los sportinguistas no ya sin tarjeta, sino que ni tan siquiera le merecían la consideración de ser sancionadas como falta. La victoria ha borrado la calamitosa actuación de González González. Al final de los primeros 45 minutos empate a cero y desesperación con el árbitro. Mal.
La segunda mitad empieza con jugada de estrategia en el saque de centro. No sé si hubo cholina pero a los 15 segundos Carrasco había marcado el 0-1 después de 45 minutos desaparecido. Apenas tres minutos después empataba el Sporting en un grave error defensivo. Y en eso llega el Cholo y decide poner cuatro en El Centro del campo. Saúl y Thomas por Carrasco y Correa a lo que suma velocidad dando entrada a Gameiro después de la paliza que se metió Torres. Y funcionó. Vaya si fincionó. El Atleti se apodera del medio del campo, del partido y del balón. Empieza a generar ocasiones y, por fin, a Gameiro se le desatasca la nariz y encuentra su olfato goleador. Tres goles de auténtico nueve en cinco minutos. Tres goles de matador, de rapidez, de precisión, de desmarque, quiebro y definición. Las tres que tiró las coló. Y el que habíamos dado por perdido, el fichaje que tanto dio al Sevilla y por el que habíamos apostado este año como hombre gol, por fin parece que regresó ayer en El Molinón. Tres goles en cinco minutos. "Nos va la marcha" escribía mi hermano en nuestro wasá rojiblanco del primer anfiteatro del Calderón. Y tanto.

Ahora a pensar en Champions. Y a seguir disfrutando de las locuras de este equipo. De los cholocambios y de las inesperadas reacciones de un Atleti desquiciado que sabe lo que quiere y es capaz de conseguirlo por lo convencional o por lo sensacional. Como contra el Celta, como contra el Sporting. Que siga la racha. Y que revisen los desfibriladores cercanos. No olviden sus psatillas. Arriba los corazones. 

Aúpa Atleti.

lunes, 13 de febrero de 2017

Una casa de locos


Atleti 3 - Celta 2

A mis hijas, de 7 y 4 años, cada vez les resulta más difícil coincidir con los dibujos animados. La mayor empieza a ver películas "de personas" y la pequeña acaba de dejar "Peppa pig" aunque sigue enganchada a la "Patrulla canina". De modo que hay que turnarse en la única televisión que hay en casa para ver un rato lo que gusta a cada uno. En este caos de series y dibujos infantiles hemos encontrado algo que nos ha enganchado a todos -y me incluyo-; se trata de la serie animada "Una casa de locos". El protagonista es un niño que vive con sus diez hermanas y tiene que sobrevivir buscando soluciones imaginativas a los problemas cotidianos que se le presentan en una casa donde siempre pasan cosas. Verdaderamente una locura. Como el Atleti ayer.

Porque desde que llegase el Cholo no es muy habitual que nos marquen en el Calderón, y mucho menos que lo hagan tan pronto como ayer el Celta.

Tampoco es habitual ver a Fernando Torres de titular, como ayer, a pesar de su increíble estado de forma y de la "fouteza" y corazón que derrocha en cada partido. Pero menos lógico es verle recibir un melón de espaldas y controlarla haciéndola botar para sacarse un remate de chilena estático consiguiendo un empate por toda la escuadra que nos hizo olvidar la lluvia y nos volvió a todos absolutamente locos.

Más acostumbrados estamos a que los árbitros -en este caso el rubio canario dos veces apellidado
Hernández- se coman penaltis como el que le hicieron ayer al gladiador de Fuenlabrada.

A lo que no acabaremos nunca de acostumbrarnos es a que nos piten un piscinazo como el de Carrasco para compensar. Y sí, a pesar de que Torres le arrancó el balón al belga de las manos para conjurar la locura del error desde los once metros, lo falló.

De psiquiátrico. Así no hay forma de ganar. Mucho menos cuando bajo la incesante lluvia del primer tiempo el indolente Carrasco se queda solo en un mano a mano sencillo y trata de meter el gol del siglo -que ya había metido antes Torres- haciéndole un caño al portero. Resultado: otra vez le pegó al muñeco. Y van... de locos.

En el descanso mi hermano y yo nos apretamos un bocadillo antológico y disparatado. La lluvia se alió con nosotros y la tortilla de patata que nos preparó mi madre nos supo tan rica que, aliñada con el recuerdo imborrable del estratosférico gol del Niño, dábamos por bien aprovechada la noche, el domingo, el fin de semana y la semana entera. A pesar de que no jugábamos a nada. A pesar de que Griezmann se estaba dejando la vida defendiendo y no hubiera aparecido en ataque. A pesar de que Savic y Lucas estuvieran contagiándose mutuamente sus errores. A pesar de que Gabi y Saúl desempeñasen tareas invertida -el que tiene que crear destruyendo y el que tiene que destruir creando-. A pesar de que Carrasco siga regateando y perdiendo el balón con ese gesto final de patada al aire como el que daban los chupones en el patio. A pesar de que Koke no esté en su mejor momento y a pesar de un Filipe desorientado y un Juanfran raro que se quedó en el vestuario porque resultó estar lesionado. A pesar de los pesares, con el bocata de la mamma y el gol del Niño, nos dábamos con el punto del descanso por más que pagados y satisfechos. Qué golazo. Qué bocata.

Pero el Atleti está loco. Como nosotros que, un domingo por la noche, en invierno, junto al río, calándonos bajo la lluvia, seguíamos cantando como auténticos orates sin camisa de fuerza.

Sobre el césped apenas pasaba nada hasta que, poco antes de marcar, el Celta avisó en un mano a mano que no supo solventar Guidetti echándonos el balón a los del primer anfiteatro del fondo sur. Antes ya habían tirado los de Berizzo una al poste. El segundo gol fue con el partido ya avanzado, en un contragolpe de libro. Nuestra defensa no estuvo a la altura. Wass se la dejó atrás a Guidetti que, esta vez sí, la lanzó ajustada al palo de Moyá sin que Savic sacara la pierna para interceptar. Hacía cinco minutos que el Cholo había quitado a Torres para sacar a Gameiro. Era el minuto 80. Perdíamos 1-2. Casi que no había esperanza. Y aún así, como estamos muy locos, seguimos cantando bajo la lluvia. Aunque no se veía mucha esperanza de remontada en la grada. Y menos después de que el Cholo hubiera quitado a Saúl, tocado, para dar entrada a un Correa que sigue igual de alocado.

Pero en un ataque en tromba y después de haber fallado otro claro mano a mano (ayer Carrasco estuvo muy por debajo de lo más bajo que le hemos llegado a ver de bajo. Sin contar el botellazo) le llega un balón rebotado cayendo desde el cielo envuelto en lluvia y el belga le mete un voleón desde fuera del área que atraviesa una amalgama de cuerpos celestes, rojos y blancos hasta sacudir el agua de lluvia que goteaba queda y parsimoniosa en la red de la portería, junto a la escuadra. Golazo. Empate. Minuto 84. ¿Y si ganamos? La locura se apodera de los aficionados empapados y ruge el Calderón.

Fue sacar el Celta de centro y ya estábamos en su portería. Correa la pone desde la derecha, Gameiro la sirve de cabeza y Griezmann dentro del área la clava en el fondo de las mallas. Ahora sí. 3-2 en el minuto 86. Y todavía hubo tiempo para que Kevin Gameiro fallase su gol cantado. Esta vez casi en la misma raya de gol. El ansia viva le llenó de balón y en vez de marcar el 4-2 le pegó con ímpetu al larguero emulando el penalti fallado por Fernando. Estamos muy idos, muy zumbados, muy alterados. Y fin.

El Celta no mereció perder. El Atleti se tiene que hacer mirar muchas cosas. Los lanzamientos de penalti, el centro del campo invertido, el terror de los centrales a hacerlo fácil, algún despeje de Moyá poco acertado - y algún saque -, lo de Griezmann matándose en defensa y agotado en ataque, los Cholocambios que -aunque no me gustaron- funcionaron, los mano a mano fallados de Carrasco, sus patadas al aire cuando se la quitan después de haber regateado y los clamorosos errores de Gameiro cuando el gol parece que ya está marcado.

Ayer llegué a casa empapado. El partido fue de locos, para locos, con un resultado loco. Ayer llegué contento y satisfecho porque aunque no lo habíamos merecido, el Atleti había ganado. Cogí la tablet y cuando iba a ver el resumen, ya metido en la cama, me saltaron los dibujos de mis hijas, "La casa de locos", los once hermanos que viven situaciones increíbles. Y se me puso una sonrisa de oreja a oreja. Como si estuviera loco, muy loco. Como el Atleti. Como todos los atléticos.


miércoles, 8 de febrero de 2017

Cuando pierde el campeón

 
Barça 1 - Atleti 1 (3-2)

"Ser campeón no es una meta, es una actitud" se podía leer en las camisetas con las que el Atleti celebraba uno de los títulos conseguido con Simeone en el banquillo. Todos somos conscientes de que el argentino nos está haciendo vivir la época más laureada de nuestros 113 años de historia (en abril serán 114). Para los de memoria frágil hay que recordar que el Cholo cogió el equipo muy cerca del descenso y recién eliminado en la Copa por un Segunda B. Desde entonces ha ganado una Europa League, una Supercopa de Europa, una Liga, una Copa, una Supercopa de España y nos ha convertido en uno de los equipos más temidos del continente. Sí, ha convertido al Atleti en lo que siempre habíamos  sido, un club campeón. Incluso perdiendo.

Las semifinales de Copa han sido el punto de inflexión esta temporada. El partido del Calderón fueron dos. Una primera parte con un Atleti desdibujado, sin alma, que vagaba por las esquinas rememorando los tiempos de plomo, aquellos encuentros grises donde nos conformábamos con una carrera de Sergi Barjuán luchando un balón o con tres pases seguidos en campo contrario. Pero en la segunda mitad, la salida de Fernando Torres desde el vestuario fue una revolución total. Marcamos uno para recortar los dos de Messi y Suárez, pero merecimos marcar más. Nos falla la puntería. Nos falta un tío con gol. Un Gameiro como el del Sánchez Pizjuán, un Griezmann más efectivo, un Carrasco menos gilipollas, un Torres con más minutos, un Correa revulsivo, un Gaitán con coraje... Y la suerte de la fea que para sí la guapa desea: Esos goles de rebote, esos goles de jugada ensayada, esos goles de penalti, desde los once metros, desde lo que se ha convertido para nuestros lanzadores, paradojas de la vida, en el punto fatídico. En un castigo mínimo para el rival. En la puta sonrisa del portero holandés que intuía el enésimo error penal. Las estadísticas son demoledoras. Más que preocupantes, alarmantes. 

Y sin embargo ayer el Atleti volvió a ser el Atleti. El equipo del Cholo. Con Fernando de inicio. Con Koke y Saúl gigantescos apoderándose del campo entero. Con Gaitán atacando y defendiendo. Con Griezmann y Torres abriendo huecos, desmarcándose, provocando penaltis no pitados o pitados pero no marcados. Con Carrasco sin puntería, sin fortuna, sin querer hacer historia, retirando su candidatura a jugador memorable y rematando su actuación (que no fue mala, aunque sí la menos intensa de todos los que jugaron) con una expulsión que igualaba fuerzas con el todopoderoso Barça. Con Godín lesionándose en la primera parte con el marcador en contra. Con Filipe y Juanfran subiendo la banda como en los buenos tiempos. Con Savic centrado y serio. Lo mismo que Lucas tras una semana muy complicada.

Y lo dieron todo. Y el Barça se quedó con nueve cuando éramos diez. Y habíamos fallado un penalti (cómo se puede fallar un penalti en estos partidos, joder!!!) y nos habían anulado un gol absolutamente legal. Y seguíamos apabullando al actual campeón de Copa, al equipo con la plantilla más cara de Europa, a la segunda selección mundial que juega en nuestra Liga, al Barça de Messi que no está y aparece para decidir, al de la soberbia de Piqué y el desdén de Luis Enrique, el equipo que jugó con el portero suplente que resultó ser mejor que el titular. Ese Barça. El que acabó, como en el Calderón, pidiendo la hora. El que todo el mundo vio pasar a la final de Copa apurado y beneficiado por el fallo inhumanos de Gil Manzano, el penalti marrado y la cantidad de ocasiones no materializadas del equipo que puso el fútbol y la emoción, del auténtico campeón. 

Lo escribí antes de una de las finales de Champions refiriéndome a la vikingada. Lo vuelvo a repetir para los de las esteladas: "La Copa es sólo un título, el premio es ser del Atleti". Porque hay derrotas tan hermosas, porque no se puede pedir más al que te da todo, porque no lo puedes entender.

sábado, 4 de febrero de 2017

Torres, otra vez

 

Fernando Torres 2 - Leganés 0

Fernando Torres es el Atleti. Llegó con la cara llena de pecas cuando estábamos en Segunda y nos devolvió la ilusión y la categoría. Cuando el "cluz" pensaba más en la cuenta de resultados que en los resultados para echar cuentas y soñar, viendo que con su salida podría beneficiar al equipo de su vida y ganar títulos en un grande, se fue a Liverpool y se convirtió en la estrella del equipo y en el traspaso más caro de la Premier. Ganó dos Eurocopas y un Mundial.Hasta una Champions. En ese tiempo el Atleti fichaba con el dinero de su venta a Forlán, Maxi y Simao. Y entrábamos por fin en Europa después de años de equipos mediocres con Torres más solo que la una. Luego vino el Cholo y empezamos a ganar títulos. Y por fin se unieron los dos para lograr el sueño aún por culminar: Ver a una leyenda viva, en activo, levantar un trofeo en el club de su vida, de su alma. Y está en camino.
Al que muchos daban por muerto parece que ahora está más vivo que el resto. El miércoles sembró la esperanza de la remontada en la grada con una segunda parte soberbia en una semifinal de Copa contra el Barcelona de Messi, Neymar y Luis Suárez. Salió desde el vestuario en la segunda mitad y cambió completamente el partido, el estado de ánimo, el resultado y la eliminatoria.
Hoy ha salido de inicio. Ha errado una que parecía fácil en el primer minuto, ha provocado el penalti que ha fallado Griezmann, lo ha rematado dentro y en la segunda parte ha marcado como antaño, levantándola ante la salida del portero. Ha presionado, ha defendido, se ha desmarcado, ha demostrado que está en forma y que es el nueve que necesita el Atleti, el nueve del Atleti, el Atleti.
Ahora que todos lo hemos visto. Y con todos no me refiero a los medios de intoxicación masiva, sino a los aficionados al fútbol y al Cholo Simeone. Digo que ahora que todos lo hemos visto nos parecerá lógico que se le dé la continuidad que el año pasado tuvo Jackson Martínez, o Correa y que este año han tenido Gameiro o Correa para que nos vuelva a sacar las castañas del fuego otra vez, como el año pasado, pese a quien le pese. Y sin abrir la boca, sin patear botellas, sin malas caras. Siempre sumando, siempre Fernando.