lunes, 27 de agosto de 2018

Atleti, las cosas de casa


Atleti 1 - Rayo 0

El sábado estrenamos la temporada 2018-19 en el Metropolitano. Segunda jornada tras el empate en Mestalla contra un Valencia muy sólido, primera en casa frente a un recién ascendido Rayo Vallecano que se encontró con un Oblak soberbio y con un equipo que, jugando muy mal, tiene a Griezmann arriba y es capaz de meter gol en la única que toca. Así es la vida de los ricos, gastar poco y ganar mucho, esforzarse al mínimo para rentabilizar al máximo. Aunque esto último no es del todo cierto. El Atleti corrió. No le salieron las cosas como otras veces, pero corrió. Y no es una sensación subjetiva, basta con repasar el partido para ver las carreras de Rodrigo y Saúl tras cada pérdida para  recuperar el balón. Pero no hay por qué poner paños calientes: mal partido y muy buen resultado. Primera victoria en Liga. Cuatro puntos de seis posibles. Todo por mejorar.

La prensa, que no suele tratarnos nada bien, se ensañó con el césped del José Zorrilla, el campo de otro de los equipos que ha recuperado la Primera División. ¿Raro, no? Pues no. Allí jugaba el actual campeón de Liga y una de las dos multinacionales que copan el fútbol mundial. La verdad es que estaba de pena y es impropio de la que se autoproclama como "la mejor Liga del mundo" y todas esas gilipolleces de Tebas para vender fuera un producto que no cuidan en casa. Piqué lo explicó muy clarito. Pero a lo que iba, que me despistáis con vuestros rollos. Decía que el césped del Metropolitano estaba para llorar. Impropio de un supercampeón de Europa, del campeón de Europa League y del subcampeón de Liga. De pena. Y lo que es peor, el lunes -hoy mismo- el Rayo Majadahonda (que ha subido este año a la Segunda división) jugará en el Metropolitano contra el Real Mallorca para acabar de reventarlo. Veremos si alguien dice algo.

Un detalle que tampoco saldrá en los medios y que tanto mi hermano Ricar como mi vecino de abono Jose, el padre de Darío (que es el que sale en la foto con la camiseta de Fernando Torres), no dejaron de recordar -con una queja amarga, algún grito destemplado y muchos gestos de desaprobación- fue el pésimo funcionamiento de la megafonía del Metropolitano. Fatal. Sólo al final de la yanquicelebreision de la Supercopa alguien tocó el botón y pudimos escuchar la música y, sobre todo, la insoportable e innecesaria voz del tío del micro. En fin... con lo bonito que es ver a los jugadores dar la vuelta al estadio mientras los aficionados aplaudimos y cantamos con un mínimo de naturalidad. Y ya. Cada vez somos menos auténticos y más ridículos.

No saldrá tampoco en las televisiones ni dirán nada los periodistas, pero han puesto unas lucecitas en las tremendas escaleras de cemento que ocupan gran parte de la grada del Metropolitano y, cuando oscurece, al estar los aficionados del Atleti en la penumbra, se ven como si estuviésemos en el plató de Noche de Fiesta o algo así. Muy hortera todo. Aunque, intuyo, será cuestión de seguridad para evacuaciones y todas esas cosas modernas.

Otro detalle novedoso es la retransmisión del partido en las tres pantallas "gigantes" del Metropolitano en tiempo real. Que a mí me despista y me pone nervioso. Pero parece que este es el fútbol del VAR, el que empuja a los aficionados a verlo en el BAR. Y si no, que se lo pregunten a los que vinieron a animar al Rayito, que les calzaron 40 euros por subirles al ático del estadio, junto a una de las tres pantallas, envueltos en una red de pescar. Por cierto, el VAR no vale para nada si el árbitro hace lo que le sale de los cojones.

El sábado estrenamos septiembre y jugamos en Vigo. Espero que de rojiblanco, porque nuestra segunda equipación coincide en colores con la del Celta. Aunque igual jugamos con la tercera, o con la cuarta, o con la que a Nike se le ponga ahí mismo con el consentimiento de los dueños del negocio rojiblanco.

Por cierto, no he dicho nada de la emoción que supone volver al campo y encontrarte, como cada año desde hace dos décadas, a la misma buena gente. Comentar cómo ha ido el verano. Felicitar a Jesús por su paternidad, abrazar a Fran después de demasiado tiempo, comprobar que no eres el único que ha cogido peso, escuchar a Darío que este es su último año con abono infantil, ver a Jose con las mismas ganas de Atleti que tú tus hermanos, acompañar a tu sobrina que estrena abono y peña este año (Peña Mauri, de Valdemoro) y echar de menos a Alberto que desde Tenerife envía dos whatsapp de audio con sus críos Dani y Sergio cantando el himno del Glorioso con acento guanche al tiempo que miramos al Frente para ver si encontramos a Mayte y a Raúl que se han cambiado de sitio para cantar y bailar con su pequeña Saray un poco más abajo.

Cuántas ganas tenía de Atleti.

Aúpa. Siempre.

martes, 21 de agosto de 2018

No me gusta este Atleti


Valencia 1 - Atleti 1

No me gusta este Atleti vestido de azul turquesa, o celeste, o cielo o como quiera que se apellide este azul incomprensible y absurdo que vistió ayer en su debut liguero a orillas del Turia. No me gusta este Atleti supercampeón de Europa que ya no le cae simpático a los dos que se repartían la Liga y la Copa y la Champions y las teles y todo lo que hubiera que repartirse. Y que le hagan pasillo los rivales que aún creen en el fútbol. No me gusta este Atleti que ha dejado de ser el segundo equipo de casi todos para convertirse en el objeto de las iras y las envidias del resto de aficionados. No me gusta este Atleti del que los futbolistas que se han hecho grandes en él no quieren irse a ningún otro lugar donde les ofrecen más billetes y más títulos. Porque cuando llegó Griezmann hace cinco años no costaba lo que hoy quieren darnos por él. Porque cuando llegó Oblak tuvimos que aguantar las críticas por haber fichado a un portero errante, joven y desconocido por 16 millones de euros. No me gusta. No me gusta este Atleti que sigue teniendo casi la misma plantilla que cuando llegó el Cholo hace ya ocho temporadas. No me gusta que nos acusen cada año de una cosa. Esta temporada el mantra una y mil veces repetido es que el Atleti es el que más ha gastado en fichajes. No me gusta. No me gusta que hayan venido futbolistas desequilibrantes como Lemar y Gelson Martins, y mucho menos me gusta que Rodrigo haya regresado para convertirse en el mediocentro más espectacular del fútbol mundial, un Gabi moderno y joven con clase y talento para dar y regalar. No me gusta que mi tocayo Arias sea un lateral con vocación ofensiva dispuesto a darnos tantas asistencias de gol como Koke o Saúl. No me gusta que el tercer delantero sea un tipo del este como Oblak y Savic de esos que si te encuentras en una calle desierta cruzas inmediatamente de acera. 

No me gusta que el Mono Burgos y el Cholo Simeone digan que tenemos que mejorar la clasificación de la temporada pasada. No, no me gusta, porque miro hacia atrás y veo que quedamos segundos en Liga y campeones de Europa League. No me gusta que Gameiro y Vietto hayan salido, ni que la pretemporada la hayan realizado los chavales de la cantera dejando bien claro que por detrás vienen arreando fuerte y son de la casa, de los que saben quiénes somos, de dnde venimos y dónde estamos. Pero, sobre todo, saben cómo lo logramos. 

No me gusta que los que buscaban rival digno se suban por las paredes después de haber encontrado al más digno de los rivales. No me gusta que ya no les caigamos bien, ni que digan que ya no quieren que ganemos. No me gusta que Valdano se rinda a la evidencia y elogie el trabajo del Cholo en estos ocho años. No, no me gusta. Tampoco escuchar a Santiago Segurola diciendo que el Atlético de Madrid es uno de los equipos más importantes de Europa por su planteamiento claro y su capacidad de competir. No, claro que no me gusta. 

No me gusta que Costa se parta el alma para intentar marcar en Valencia aunque Gil Manzano pase del VAR. No me gusta que Correa vuelva a marcar el primer gol de la temporada y sea convocado con la selección de Argentina. No, que va, no me gusta. Ni tampoco ver a Koke y a Saúl como dos titanes en el centro del campo. No me gusta Lemar desbordando y dando rapidez, ni me gusta Juanfran subiendo y bajando, poniendo pases increíbles arriba y robando balones peligrosos abajo. No me gusta Godín con Savic mostrando poderío en el área (a pesar del fallo de ayer), ni tampoco me gusta Filipe Luis dejándose la vida en el campo con las botas cubiertas de cal por correr encima de la línea de banda. No me gusta Oblak parando todo lo que se puede parar, y hasta algunas de las que creíamos imposibles de atajar. No me gusta este Atleti supercampeón, no, qué va.

Y no me gusta este Atleti por una sencilla razón, porque me encanta, me enamora, me sublima, me flipa, me alucina, me entusiasma. Este Atleti es el mejor que he visto nunca. Este Atleti al que tanto amo no me puede gustar más. Pase lo que pase. Aunque empate en Mestalla.

P.D. Lo de las camisetas azules contra un equipo que viste de blanco no me gusta nada de nada. Odio eterno al fútbol moderno. Nike, vete a la mierda. Tebas, vete con ellos. 

Aúpa Atleti. Siempre.

(Gracias, Cholo)

jueves, 16 de agosto de 2018

Déjame estar súperalegre con el súperAtleti súpercampeón


Supercopa de Europa
Real Madrid 2 - Atlético de Madrid 4

Se celebraba el día de la Virgen de la Paloma en Madrid. La patrona popular (la oficial es la Almudena) de la única ciudad con tres equipos de fútbol en Primera (el Glorioso Atlético de Madrid, el Rayito y los de la multinacional incolora). Y jugaban en la capital de Estonia, en Tallín, a más de 3.800 kilómetros de distancia, el campeón de la Liga de Campeones contra el campeón de la Liga Europa. En un estadio minúsculo y con reducida representación de aficionados rojiblancos y de los otros. Hasta sitios libres había en el campo... las cosas de la UEFA que se resiste al VAR y se aferra a sus tejemanejes mafiosos para rentabilizar el negocio.

Llegaba el vigente campeón de la Liga de Campeones sin haber campeonado en su Liga y habiendo quedado por detrás del campeón de la Liga Europa. Un equipo, el de Concha Espina, sin su leyenda goleadora y estrenando en el banquillo al ex seleccionador nacional que nos dejó tirados en Rusia. En esa selección había tres atléticos: Diego Costa, Koke y Saúl (al que el sustituto, el también madridista Fernando Hierro, no le dio ni un minuto). 

Enfrente, el cada vez más poderoso, reconocido y laureado equipo del hombre más legendario a lo largo de los 115 años de historia que contemplan al club Atlético de Madrid: Diego Pablo Simeone González, "el Cholo". Un entrenador que está batiendo todos los récords de la institución y que va camino de batir los de La Liga española en su octava temporada al frente del Atleti. Ya es el que más títulos ha ganado al frente del equipo (2 Súpercopas de Europa, 1 Súpercopa de España, 2 Europa League, 1 Liga y 1 Copa) y tres de ellos doblegando en distintas finales al eterno rival de la capital. Probablemente sea el que más temporadas seguidas lleva al frente de un club en Primera división. 

El partido era muy importante para el Cholo, para el Atleti y para los atléticos. No en vano cada vez que nos habíamos enfrentado a los vecinos ricos en competición europea habíamos acabado eliminados o sin poder alzar el título. El equipo de Florentino llevaba 18 años sin perder una final en Europa. A esto había que sumar que la Supercopa continental siempre había caído del lado del ganador de la Champions salvo en 2010 y 2012, que se la llevó el Atlético de Madrid, ganador de la UEFA Europa League, frente al Inter de Milán y al Chelsea con exhibición de Falcao incluida. Y era muy importante este primer partido oficial de la temporada porque en el inconsciente colectivo de la afición rojiblanca estaba germinando un oscuro temor similar al que ennegreció los derbis ligueros durante casi tres lustros en los que el equipo fue incapaz de vencer a los de la otra acera. Algo a lo que el Cholo puso punto y final con su llegada, ganándoles en Liga, ganándoles otra vez la Copa del Rey en su casa y volviéndoles a ganar la Súpercopa de España. Pero en Europa... en Europa llevábamos dos eliminatorias apeados y dos finales perdidas en la prórroga y en los penaltis.

Resultado final de la Súpercopa de Europa: 2-4 en la prórroga. Empezamos ganando 0-1 con golazo de Diego Costa antes de que se cumpliera el primer minuto. Patadón de Diego Godín que controla por dos veces, en carrera, con la cabeza y zapatazo sin ángulo a la red. Impresionante. Ellos empataron antes del descanso. En la segunda parte se ponen por delante con gol de penalti y el temor oscuro se convierte en tumor negro. Los peores presagios vuelven a los corazones de la afición del Atleti. El Cholo, sancionado, dando vueltas en un palco del mini estadio estonio como un león enjaulado, quita a Rodrigo -que había sido el mejor hasta el momento- y saca a Vitolo. Antes había retirado a Griezmann que no había intervenido en el juego para dar entrada a un Correa siempre voluntarioso. No me gusta el cambio, pero no seré yo quien discuta al Cholo. A falta de diez minutos para el final, ¡zas! gol de Costa. Empate y a la prórroga. Nuevo cambio. Quita a Lemar (impresionante el debut del pequeño francés pidiéndola, ofreciéndose, repartiendo y regateando en ataque y recuperando y posicionándose en defensa. Todo un espectáculo) y pone a Thomas. No me gusta el cambio pero, como antes, lo comento a sabiendas de que el Cholo sabe más que yo. Dicho y hecho. Golazo europeo de Saúl y gol de Koke casi seguidos, los dos al primer toque, sin pararla, sin pensárselo, resolviendo lo que no habían sido capaces de resolver durante todo el partido en el que no dejaron de correr sin balón. Un espectáculo. 4-2. A los reyes de Europa. Todo un repaso.

Y claro, con la prórroga nos dieron casi las doce de la noche. Y aunque era fiesta el día de la Paloma, el jueves había que madrugar para ir al trabajo. Sí, sí, en agosto algunos trabajamos. A las siete iba a sonar el despertador, pero eran las dos de la mañana y todavía seguía disfrutando de las repeticiones de los goles, de Godín levantando la Súpercopa, de los mensajes de whatsapp de familiares y amigos alegrándose de mi alegría. También en las redes sociales se sucedían los parabienes. Sin noticia de los merengues de cérvida testuz.  El Atleti había hecho el pasillo a los perdedores y en sus declaraciones se habían mostrado respetuosos con el equipo derrotado. Nadie habló de venganzas ni de cuentas pendientes. Todos coincidieron en que era la mejor manera de empezar la temporada, en que era un título europeo que siempre apetecía y en que el equipo tiene mucho que trabajar porque este año, como dijo el Cholo sin esconderse, este año hay que mejorar lo que lograron la temporada pasada (subcampeones de Liga y campeones de Europa League). Este año la plantilla es absolutamente increíble como para pelear de verdad por la Liga (con VAR), por la Copa que tanto me ilusiona y por la Champions (sin VAR) cuya final se celebrará en nuestro nuevo Metropolitano. Y es que miro al banquillo y tengo la misma sensación que cuando miraba el de las dos multinacionales del fútbol mundial que se reparten nuestra Liga: todos son jugadorazos.

Hoy en el trabajo apenas si me he podido concentrar. Estoy súperalegre con el súperAtleti súpercampeón. Aunque algunos amigos madridistas no acaben de digerir la derrota en Europa. Se viene una temporada muy entretenida. Este año, como dicen en Cádiz, "no ni ná".

Aúpa Atleti. Siempre.