jueves, 13 de septiembre de 2012

2010 y 2012: Dos años, dos hijas, dos dobletes.


Otra vez los mejores de Europa. Otra vez Supercampeones del continente. Otra vez damos una lección de fútbol en Mónaco. Si en 2010 repasábamos al Inter de Milán que lo había ganado todo al poco de nacer mi hija María; este año, 2012, al día siguiente de nacer mi hija Lucía, volvíamos a repasar en Mónaco al todopoderoso Chelsea de nuestro querido Fernando Torres. Nada menos que 4-1, con tres golazos de Falcao "maravillao". Ese colombiano del que un día escribí que era el sobrino de Dios y que pegó otros dos tiros al poste y al larguero en una de las mayores exhibiciones de remates que un delantero centro puede ofrecer en un partido de fútbol.

Si en 2010 mi hija María disfrutaba con tres meses del primer título de su equipo, del equipo del que es socia media hora después de inscibirla como madrileña en el Registro Civil, si mi María volvía a ver ganar un segundo título europeo a nuestro Atleti en menos de un año, este 2012 se ha repetido la historia. Esta vez ha sido Lucía, su hermana pequeña, la que siguiendo los mismos rituales que María ha nacido trayéndonos otra Europalí (y van dos) y otra Supercopa de Europa (y van otros dos). En total, mi hija la mayor, en dos años, ha visto ganar al Atleti tantos títulos europeos como yo en mis 41 años. ¡Manda huevos!

Y en estas andamos. Sufriendo, como dice el bueno de Carlos Fuentes en su blog "El rojo y el blanco" Llorando por las esquinas y golpeándonos el pecho porque los del "pupas" somos así, que nos gusta el rollo de perder y tal y tal. Jajajaja. Qué grande es el Atleti, coño. 

Mientras tanto, este domingo celebraremos  en el Vicente Calderón, a las 21:30, frente a un Rayito que ha empezado fuerte (y eso que Diego "Rantamplán" Costa se ha venido con nosotros) que somos los mejores de Europa, el equipo más potente del continente. Qué gustazo. Gracias, Atleti.

Para terminar esta entrada breve de celebración, gozo, felicidad suprema y máxima alegría elevada al doblete, una foto de nuestro delantero centro dedicada a la estulticia de su cérvido progenitor.