jueves, 28 de abril de 2016

El Atleti por dentro

Atleti 1 - Bayern 0

Me pedí el día libre. Me conozco y sabía que no podría concentrarme en nada que no fuera el partido. Mi mujer se había ido temprano a una reunión y me tocaba levantar a las crías. A las ocho subo la persiana de la habitación y les doy un beso de buenos días. "¿A que no sabéis quien juega hoy?" "¡El Atleti!" me contestan muy contentas las dos. Y es que siempre seguimos el mismo ritual cada día de partido. "Hoy quiero llevar la camiseta", me dice María, la mayor, que tiene seis años. "Que el otro día me lo prometiste y se te olvidó", me echa en cara porque no sabe que a su madre no le hace demasiada gracia hacer apología rojiblanca entre sus compañeros y amigos de mayoría vikinga e incolora. "No te preocupes que no se me olvida", le digo yo mientras ayudo a vestirse a Lucía, de tres años, que se apunta al carro de la camiseta con su lengua de trapo: "Yo también papá, con el Atleti por dentro", me dice para explicarme que se la ponga debajo del baby. Y tengo que morderme el labio y mandar una orden urgente al cerebro para evitar que los lacrimales comiencen a fabricar agua con sal que delate mi satisfacción y mi emoción. Me contengo y preparo el desayuno.
Entre sorbo y sorbo de leche sigue el interrogatorio: "¿Hoy es un partido importante?" "Ayer me dijo Jose, mi amigo el del Madrid, que ellos han ganado a unos que eran muy buenos". Y les explico despacio que hoy el Atleti juega contra unos alemanes que nos ganaron cuando yo era como ellas. Y que no hagan caso a Jose, que se inventa todo. Que ayer los de su equipo no pudieron meterle un gol a unos ingleses que son muy malos. Y que nosotros somos del Atleti siempre: perdamos, empatemos o ganemos. Siempre. Y Lucía, la pequeña, me pide a gritos: "¡Cántanos la canción nueva, papá, la de 'contigo la final'". Le digo que en la mesa no se grita y le pido a su hermana mayor que la cante conmigo, porque como es una esponja ya se la ha aprendido del tirón: "Los años han pasado... el Frente sigue igual... honrando tus colores... por toda la ciudad... No importa lo que pase... no nos separarán... Atleti yo te amo... contigo hasta el final... Alé, alé, alé..." y levantamos los tres la mano como si agitáramos la bufanda. "Venga, chicas, que hay que lavarse los dientes y se nos echa la hora encima".

Preparamos la fruta para el recreo y se ponen la camiseta del Atleti por debajo del baby y de la chaqueta. María lleva el 7 de Griezmann en la espalda. Lucía el 6 de Koke. Son camisetas piratas. Las compré el año pasado en un mercadillo al norte de Benín, en Toko-Toko. Cada una, con su pantalón, me costó 1,5 euros al cambio. A punto estuve de llevarme el tenderete completo. 

Llegamos al cole y después de darme un beso en la puerta, María me pregunta si las voy a ir a buscar. "Claro, hija. Vengo a por vosotras y así me dais un abrazo como si hubiéramos marcado un gol. Que el partido es de noche y no lo vais a poder ver. Así, con el abrazo del gol y soñando que vamos a ganar, seguro que los alemanes no tienen nada que hacer". Y María, que es lista como una ardilla, me suelta: "Claro, papá, porque cuando tú eras como nosotras nos ganaron y hoy nos toca a nosotros ganar". Y me deja con la boca abierta, sin posibilidad de lanzar a tiempo la orden para contener las lágrimas al hemisferio cerebral pertinente. Y las dos entran corriendo al cole mientras algunas madres se me quedan mirando con cara de preocupación viendo a un tipo sonriendo, con lágrimas en los ojos y vestido del Atleti en la puerta del cole del barrio, a las nueve de la mañana, un miércoles de abril, mirando a sus dos hijas con la rojiblanca asomando bajo la chaqueta, por el cuello del baby. Con el Atleti por dentro.

4 comentarios:

@ATMtotal dijo...

¡Qué grande eres, me cago en la leche! Yo también soy de lágrima fácil. Me falla la voz cuando le canto a mi hija el himno del Atleti. Fíjate, que me tengo que dar la vuelta y darle la espalda, haciendo como si estuviera marchando mientras lo canto, moviendo los brazos de un lado a otro. ¡Somos unos románticos!

Y lo de los niños, mejor ni hablar. Menos mal que estamos ahí los padres, porque si no les hacemos del Atleti, corremos el riesgo de que acaben siendo unos desgraciaítos "incoloros" toda su vida...

Un abrazo de tu colega de @ATMtotal

Tomi Soprano dijo...

Con un padre así, es imposible que esos dos soles no terminen alumbrando el Calderón (o la Peineta, o dónde diablos nos quieran llevar al final) con una rojiblanca luz celestial.

Enhorabuena. Por sus hijas. Por la victoria de ayer. Y, sobre todo, por ser como es. Uno, que ha tenido la desgracia de no haber podido disfrutar de un padre como Dios manda en su puñetera existencia, le emociona ver cómo se puede ser capaz de transmitir tanto cariño y pasión como vos transmite. De sus valores, ni hablamos.

Un fuerte abrazo.

Santi Riesco dijo...

@ATMtotal, gracias por el comentario y por ser un sentimental y romántico como el que esto escribe. Yo creo que lo que otros consideran un defecto, puede ser una virtud. Y estoy seguro de que en mi "debilidad" reside mi fortaleza. Suena raro, pero es lo del Cholo. En la humildad está el triunfo. Trabajando y creyendo. Sabiendo quiénes somos. Un fuerte abrazo. Aunque sea a lágrima viva, carajo.

Santi Riesco dijo...

Tomi, lo suyo sí que tiene mérito. Primero porque tiene la capacidad de ponerse en mi lugar sin tener descendencia, y segundo porque reconoce a pecho descubierto, como los del Atleti, lo que es. Sin miedo al qué dirán. De frente. Y eso vale más que todo lo que uno pueda escribir. Siempre es un honor leerte en tu longevo y actualizado blog. Pero mucho más el ver su firma en los comentarios de este.
Hay que solucionar más pronto que tarde lo de brindar cara a cara.
¿Vas este sábado a ver al Rayo?