jueves, 28 de abril de 2016

El Atleti por dentro

Atleti 1 - Bayern 0

Me pedí el día libre. Me conozco y sabía que no podría concentrarme en nada que no fuera el partido. Mi mujer se había ido temprano a una reunión y me tocaba levantar a las crías. A las ocho subo la persiana de la habitación y les doy un beso de buenos días. "¿A que no sabéis quien juega hoy?" "¡El Atleti!" me contestan muy contentas las dos. Y es que siempre seguimos el mismo ritual cada día de partido. "Hoy quiero llevar la camiseta", me dice María, la mayor, que tiene seis años. "Que el otro día me lo prometiste y se te olvidó", me echa en cara porque no sabe que a su madre no le hace demasiada gracia hacer apología rojiblanca entre sus compañeros y amigos de mayoría vikinga e incolora. "No te preocupes que no se me olvida", le digo yo mientras ayudo a vestirse a Lucía, de tres años, que se apunta al carro de la camiseta con su lengua de trapo: "Yo también papá, con el Atleti por dentro", me dice para explicarme que se la ponga debajo del baby. Y tengo que morderme el labio y mandar una orden urgente al cerebro para evitar que los lacrimales comiencen a fabricar agua con sal que delate mi satisfacción y mi emoción. Me contengo y preparo el desayuno.
Entre sorbo y sorbo de leche sigue el interrogatorio: "¿Hoy es un partido importante?" "Ayer me dijo Jose, mi amigo el del Madrid, que ellos han ganado a unos que eran muy buenos". Y les explico despacio que hoy el Atleti juega contra unos alemanes que nos ganaron cuando yo era como ellas. Y que no hagan caso a Jose, que se inventa todo. Que ayer los de su equipo no pudieron meterle un gol a unos ingleses que son muy malos. Y que nosotros somos del Atleti siempre: perdamos, empatemos o ganemos. Siempre. Y Lucía, la pequeña, me pide a gritos: "¡Cántanos la canción nueva, papá, la de 'contigo la final'". Le digo que en la mesa no se grita y le pido a su hermana mayor que la cante conmigo, porque como es una esponja ya se la ha aprendido del tirón: "Los años han pasado... el Frente sigue igual... honrando tus colores... por toda la ciudad... No importa lo que pase... no nos separarán... Atleti yo te amo... contigo hasta el final... Alé, alé, alé..." y levantamos los tres la mano como si agitáramos la bufanda. "Venga, chicas, que hay que lavarse los dientes y se nos echa la hora encima".

Preparamos la fruta para el recreo y se ponen la camiseta del Atleti por debajo del baby y de la chaqueta. María lleva el 7 de Griezmann en la espalda. Lucía el 6 de Koke. Son camisetas piratas. Las compré el año pasado en un mercadillo al norte de Benín, en Toko-Toko. Cada una, con su pantalón, me costó 1,5 euros al cambio. A punto estuve de llevarme el tenderete completo. 

Llegamos al cole y después de darme un beso en la puerta, María me pregunta si las voy a ir a buscar. "Claro, hija. Vengo a por vosotras y así me dais un abrazo como si hubiéramos marcado un gol. Que el partido es de noche y no lo vais a poder ver. Así, con el abrazo del gol y soñando que vamos a ganar, seguro que los alemanes no tienen nada que hacer". Y María, que es lista como una ardilla, me suelta: "Claro, papá, porque cuando tú eras como nosotras nos ganaron y hoy nos toca a nosotros ganar". Y me deja con la boca abierta, sin posibilidad de lanzar a tiempo la orden para contener las lágrimas al hemisferio cerebral pertinente. Y las dos entran corriendo al cole mientras algunas madres se me quedan mirando con cara de preocupación viendo a un tipo sonriendo, con lágrimas en los ojos y vestido del Atleti en la puerta del cole del barrio, a las nueve de la mañana, un miércoles de abril, mirando a sus dos hijas con la rojiblanca asomando bajo la chaqueta, por el cuello del baby. Con el Atleti por dentro.

lunes, 25 de abril de 2016

Un indio entre aymaras

Escuela de fútbol Atlético San Vicente (Mocomoco, Bolivia)


“He visto que alguno de los nuevos ha traído una camiseta blanca, de otro equipo de Madrid. Nosotros somos del Atleti, de modo que habrá que pintarle unas rayas rojas a esa polera si la quieren traer otro día”, explicaba el misionero paúl Diego Pla el primer día de la Escuela de Fútbol en Mocomoco, cerca del Titicaca, a 3.500 metros de altitud, en Bolivia. Estaba en medio de un gran círculo formado por 70 chicos y chicas de entre 8 y 18 años. Rodeado de vacas y montañas. En plenos Andes. No sabía que los cuatro tipos del equipo de TVE, los de “Pueblo de Dios”, le escuchábamos a lo lejos mientras trincábamos la cámara en el trípode.

En mis tres lustros dando botes por el mundo y grabando gente buena en condiciones malas jamás me había encontrado un misionero tan colchonero como el padre Diego. Y eso que estuve en República Centroafricana con otro ilustre rojiblanco como Juan José Aguirre, obispo de Bangassou. Por cierto, de origen cordobés como el carabanchelero director de esta escuela de fútbol que encarna, con altura y en la altura, los valores tradicionales de nuestro equipo.

Cuando uno llega a Mocomoco después de seis horas de carretera desde La Paz dando botes y tumbos entre curvas y baches; cuando uno escucha al misionero contar sus proyectos y programas relacionados con la educación, la nutrición y la salud entre la comunidad aymara, lo que menos se imagina es que pueda haber aquí una escuela de fútbol. Por eso cuando nos dijo que una tarde teníamos que grabar a los chavales entrenando casi no le dimos importancia. Vamos que si nos lo saltábamos, no iba a alterar en nada los contenidos de los reportajes para nuestro programa.

Era un viernes por la tarde. Llegamos hasta la cancha guiados por su compañero, el neoyorkino padre Aidan. El campo de fútbol se suponía que era lo que había entre las dos porterías. En medio, los chavales con sus petos de colores haciendo corro, unos conos apilados y la red con balones. Cuando vi al misionero y sus ayudantes vestidos del Atleti, casi me da algo. Cuando escuché las palabras de Diego explicando a los chicos por qué eran el Atlético san Vicente, se me hizo un nudo en la garganta. Cuando tuve que entrevistar por primera vez en mi vida a un misionero vestido con las rayas del Glorioso y hablando de su experiencia con los más pobres, ya no pude contener las lágrimas.

Fueron dos horas de grabación con los chicos de Mocomoco. Dos horas que hemos alargado todo lo posible hasta emitir algo más de siete minutos. Una pena porque no somos un programa deportivo sino social y religioso. Y cuando acabó el entreno, el padre Diego nos presentó a algunos de los héroes del Atlético san Vicente. A Cristian Jumpiri, de once años. Hijo de madre soltera con tantas dioptrías como años en cada ojo. A Moisés y Elías Cayata, mellizos de nueve años que tienen hiperactividad sin diagnosticar porque de tan evidente es innecesario. Y a Vladimir, de nueve años. Huérfano de madre y lazarillo de su padre ciego. Un chaval que camina cuatro horas desde su pueblo para ir y venir cada viernes desde su pueblo a la escuela de fútbol para entrenar intensamente durante dos horas. Y claro, aunque a uno le ha tocado ver casi de todo, el corazón rojiblanco se acelera. Me prometí a mí mismo que no dejaría de creer en ellos, que haría lo posible por contarlo, por animar a otros indios a estar muy cerca de esta escuela aymara. Del Atlético san Vicente, en Mocomoco, cerca del Titicaca.

Con el padre Diego, en la escuela de fútbol más pobre del mundo, 
a 3.500 metros de altura, en Mocomoco, Bolivia.




domingo, 24 de abril de 2016

Con sol en el Calderón


Atleti 1 - Málaga 0

La primavera siempre me recuerda el ejemplo de conjunción distributiva que me aprendieron en EGB: "Ora llueve, ora sale el sol". Y eso fue lo que pasó el sábado en el Calderón. 
Llovía a cántaros en la previa. En Vallecas, en Villaverde y en Arganzuela. En la calle Fofó los de Paco Jémez le metían dos a los de Concha Espina en 15 minutos. Yo daba un bote con grito en el coche asustando a mi Eva, que es Cristina, al tiempo que recobraba la razón: "Remontan, es demasiado pronto". Y mientras buscaba aparcamiento en los alrededores del Paseo de Yeseías seguían cayendo chuzos de punta.

Café con mi hermano y mi sufrida parienta. El Madrid reduce, la lluvia continúa. "Habrá que comprar unos ponchos de agua". Dicho y hecho. En el chino nos cobran 0'80 euros por unos plásticos parecidos a esos que se usan para conservar los alimentos. De lo que se pone en el queso para que no se reseque. "Esperemos que pare", pienso ante la posibilidad de verme cual embutido forrado con Glad en el primer anfiteatro del fondo sur. Empatan los vikingos. Deja de llover. Nos vamos al Calderón sin importarnos que remonten los terceros.

El partido muy tenso y trabado. Afición y jugadores esforzándonos en no pensar en los bávaros de Pep para centrarnos en los de la Costa del Sol que han venido junto al Río pensando en llevarse una propina de los trasatlánticos del marketing, las camisetas y las tres repelentes consonantes. Los de la BBC y la MSN siguen sin respetar al ATM. Luce el sol en el Calderón. Torres y Griezmann acechan por delante, Lucas y Giménez (con cresta infame) cierran atrás. Filipe y Juanfran en las bandas con Saul y Carrasco por delante de ellos. En el medio Koke y Gabi haciéndose los dueños. Oblak volviendo a dejar la portería a cero. Y van 22 jornadas de 35. Pero eso no vende.

Empate a cero en la primera mitad donde el que más ha destacado ha sido Mateu Lahoz, un colegiado al que le gusta figurar. Habla por de más con los futbolistas y aplica su propio reglamento. El entrenador del Málaga lanzó un balón al campo que obligó a interrumpir el partido y no fue expulsado. Diez minutos después un recogepelotas del Atleti hizo lo propio y, aunque esta vez no paró el juego, expulsó a Simeone. En la prensa, como siempre, sólo se habló de lo tramposo y mala persona que es el Cholo. Para variar. "Ladran, luego cabalgamos". Por cierto, que a pesar de ser 23 de abril, no se leyó un minuto del Quijote antes de empezar los partidos en todos los campos.

En la segunda mitad. Los Cholocambios. Correa y Augusto salieron por Carrasco y Griezmann. Cambio total del equipo. Al poco, golazo de Ángel "Corazoncito" Correa. Hace un eslalon en horizontal al borde del área grande y suelta un zapatazo que se cuela cerca del palo, abajo. 1-0 y a seguir apretando.
Augusto, augusto. Soberano. Con un solo toque da un pase que rompe al contrario y cambia absolutamente el sentido de la jugada dando una opción mejorada a la pelota. Y van ya unos cuantos días demostrando que lo suyo ha sido un acierto pleno.

De Torres solo puedo decir que derrochó, un día más, coraje y corazón. Que presionó y recibió un penalti no señalado (nada extraño viendo que en 35 jornadas nos han pitado solo dos a favor). 

Y con los tres puntos y el liderato provisional (lastima de Sporting, de Abelardo y de arbitraje en Barcelona) que duró apenas unos minutos nos pusimos irremediablemente a  pensar en lo del miércoles frente al Bayern. Por nuestros mayores. Por nosotros. Por vosotros. Con Arteche, con Luis, con todo el tercer anfiteatro volcado. Pero esa es otra historia. La de la Liga, en la que según el Cholo (yo le creo) dependemos de nosotros, aún no ha terminado. Nos quedan en casa el Rayo y el Celta, fuera un Levante desahuciado. A mí me pillará en la selva amazónica. Pero estaré atento y cerca del que puede ser nuestro undécimo campeonato.

viernes, 22 de abril de 2016

De cabeza, en cabeza, con cabeza


Athletic 0 - Atleti 1

DE CABEZA. Así marcó Fernando José Torres Sanz en su estreno con el Atleti en el nuevo San Mamés. Un remate de libro. Al más puro estilo del fútbol de toda la vida. Marcando los tiempos, saltando con fuerza y atacando el balón en el aire con un giro de cuello que lo martillea hasta colocarlo lejos del alcance de Iraizoz, cerca del palo. Un clásico. Golazo de otro clásico. Y van más de cien con la rojiblanca, con el 35, con el 19, con el 9. Y marcando en cinco partidos seguidos. Menos mal que estaba acabado. Gracias, Niño.

EN CABEZA. Y tres puntos. Que han valido los mismos que los que consiguió el Barcelona ganando 0-8 ante un Dépor que no sólo perdió el partido sino que, con los tres puntos, también regaló la dignidad de un plantel profesional de fútbol en la Primera división española. Y alguno todavía se acabó haciendo fotos con los blaugranas... de traca. Lo cierto es que el Atleti ahí sigue, en cabeza, empatados a puntos con los primeros, compartiendo liderato -aunque en segundo lugar por culpa de la diferencia de goles-. Molestando.

CON CABEZA. Eso es lo que pide el Cholo cada vez que se señala las sienes con los dos dedos índice. Con cabeza. Porque nos quedan aún cuatro partidos de Liga (tres en casa), porque "dependemos de nosotros mismos", insiste el míster; porque ya hemos batido el registro de puntos de la temporada pasada y aún quedan 12 por jugarse. Porque nuestro Dios argentino no sólo sabe motivar a jugadores y afición dentro del campo, sino que contagia su sabiduría y pasión más allá de las canchas. Porque los triunfos llegan con esfuerzo, con pulmón, con corazón y... con cabeza.

Y ahora a por el Málaga. Tres puntos necesarios. Los andaluces no se juegan nada y eso es lo más peligroso que le puede pasar a un equipo, que salga sin presión y a divertirse. Nosotros a lo nuestro. A sumar de tres en tres. A que no nos pase como en el 2014 que, por culpa del Málaga y el Levante (contra el que nos enfrentamos en Valencia la penúltima jornada) ganamos la Liga in extremis y llegamos fundidos a la final de Champions.

Vamos Atleti, vamos. Vamos, Atleti, alé.

lunes, 18 de abril de 2016

Cholíderes en Liga, Cholofinalistas en Champions


Atleti 3 - Granada 0

La realidad supera la ficción. Eso lo sabe cualquiera que se dedique al oficio de contar la vida o de vivirla para que la cuenten. Y los que se dedican al asunto, en ocasiones, tienen que dulcificar la realidad para hacerla creíble. Omitir ciertos asuntos escabrosos, pasar de lado por temas alucinantes y cerrar los ojos a esos aspectos que harían increíble la realidad. Todo esto pensando en la gente que no es del Atleti, ofocors. Porque a los del Atleti lo posible, no nos interesa. Lo previsible ya está hecho; y en el peor de los casos, lo harán otros sin rayas rojas y blancas en su camiseta. A los que seguimos al Glorioso nos van los retos complicados, lo imposible, esa realidad que, como en la vida, supera a la ficción. Tener una final de Copa de Europa en el bolsillo y que un alemán de nombre impronunciable meta un zapatazo desde su casa justo antes del final para meter el único gol de su vida y forzar un partido de desempate. Tener una Liga en la mano y que un árbitro se empeñe en que el Zaragoza tiene que ganarte en tu casa para arrebatártela delante de tus propias narices. Jugar cuatro finales de Copa contra el todopoderoso equipo de las mocitas en su propio estadio y ganárselas. Incluso en la prórroga. Ir toda una Liga por delante y no rematarla contra el Levante, ni contra el Málaga, y disputársela al transatlántico polaco en su estadio y conseguir llevártela con otro cabezazo después de ver cómo se lesionan en la primera parte los dos jugadores decisivos del equipo. O como este año, estar a nueve puntos del líder de la Liga del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria y que nos toque también enfrentarnos a ellos en la eliminatoria europea de cuartos. Y eliminarles en Champions y seguir con el mazo dando y al Cholo rogando hasta ponernos a un solo punto tras los pinchazos de los campeones de todo (Copa, Liga y Champions) con otros 15 aún por disputar. Y como lo escrito, escrito está, en este mismo blog ya avisamos de esta posibilidad. Ahora nadie se acuerda, pero algunos incluso hasta se volvieron locos pidiendo la cabeza del Cholo... perdónales porque no saben lo que hacen, porque son nuevos en esto del Atleti, porque aún no han vivido momentos increíbles de realidad rojiblanca que dejarían en ridículo cualquier ficción.

Ayer, en el Calderón, se celebraba el día del niño con resaca europea de clasificación. Sol, una tarde apacible y los gestores infames que se apropiaron indebidamente el club que me dejan sin invitación para mis hijas (socias abonadas infantiles que, este año, tienen que avisar con antelación para poder acceder al estadio. La socia abonada benjamín puede acceder, como siempre, sin necesidad de gestiones previas). Me encabrono. Me encasquillo. Me quedo en casa. Me voy al parque y no me llevo ni el teléfono. Al subir a casa pongo la tele y leo los mensajes de mi hermano. 3-0. Primera parte de siesta porque Koke marcó pronto y el Granada no consiguió empatar porque remató al palo. Al empezar la segunda mitad, Cholocambio: Entra Augusto y revoluciona el partido. Koke le mete otro balón vienés a Torres que vuelve a repetir el mismo gol que no nos cansamos de ver este año. Luego Correa derrocha coraje y corazoncito para poner el tercero. Pero hubo muchas y variadas ocasiones en la segunda parte. Se llevó el Granada tres que pudieron ser seis. El Atleti salvó la primera parte en un partido que antes, no hace tanto, solíamos empatar o perder. Y veo a Siqueira marcar en el Nou Camp. Falta mucho. 0-1. Remontarán. Pero no. Y vuelve a marcar el Valencia y ahora ya la cosa parece que se pone mejor. Que somos Cholíderes. Aunque el Barça reduzca distancias y gracias a que Piqué falla un gol que metería hasta yo con los zapatos de los domingos. Y se me pasa el cabreo. Y me arrepiento de no haber ido al Calderón, de haber dejado a mi hermano Ricar solo, de no haber convencido a las niñas a tiempo para pasar un rato en la grada cantándole a nuestro equipo, a nuestro Niño, al Cholo de mis entretelas.

Ahí estamos. Molestamos. Aunque la prensa sólo hable del punto que separa a los del equipo incoloro de los blaugranas. Somos Cholíderes. Y para demostrarlo, he puesto la imagen del Teletexto con el que mi querida Helena Platas (Heletexto) ilustra su muro cada vez que esto sucede. Y no hace tanto, que en 2014, cuando ganamos nuestra décima Liga, lo meneamos bastante.

jueves, 14 de abril de 2016

Sigue la cuenta atrás


CHAMPIONS 1/4 (vuelta)
Atleti 2 - Barcelona 0 (3-2 global)

La previa fue larga, como la semana que empezó con el pitido final del infausto Brych. En esa larga cuenta atrás ganamos al Espanyol en Barcelona recortando puntos con el primero en Liga y optando a una competición en la que tampoco hemos dejado de creer. Sin embargo el partido de la semana era la eliminatoria de vuelta con el Barça de Luis Enrique, de Messi, de Luis Suárez y de Neymar. Una constelación de estrellas con seguidores en todo el planeta que tendrían que venir a nuestro estadio, al Vicente Calderón, para enfrentarse con el equipo más serio, compacto y comprometido que se recuerda a orillas del río. 

Durante toda la semana el lema "Nunca dejes de creer" se convirtió en un mantra repetido en fotos, carteles, pancartas, luminosos de farmacias y hasta tiques de compra en supermercados de Madrid, de toda la comunidad de Madrid, de atléticos patrios y de atléticos por el mundo. El ambiente estaba muy caldeado. La fe se desbordaba y no había puentes para tantas pancartas. En las redes sociales las etiquetas "Nunca dejes de creer" y "Juntos hacia la victoria" enseguida comenzaron a destacar. Tanta era la euforia entre los rojiblancos que el día anterior al partido, a la llegada del Atleti a su hotel de concentración, hasta 400 aficionados se concentraron para animar al equipo y transmitirles la fuerza de la fe de toda una hinchada hambrienta de Champions. "Dale, dale alegría a mi corazón. La Liga de Campeones es mi obsesión".

Y la previa fue larga. Muy larga. Había quedado a las 18:30 con mi hermano, pero no me cabía la ropa en el cuerpo (y no por lo gordo -que también- sino por los nervios). Le llamo y le digo que yo me voy ya. Quedo con mi amigo Alberto. Nos tomamos la primera y casi ni hablamos con la histeria. Luego llegó el padre de José I. Fernández. Lo mismo. No sabíamos qué iba a pasar. El disgusto que nos habían dado los alemanes el día anterior dejando escapar vivo al equipo de las mocitas también tenía algo que ver. Llega mi hermano. Llega Jose I. Fernández y nos dice que Godín está convencido de que vamos a pasar. Hacemos el brindis de la victoria (con un 90% de efectividad y sabiendo que ya funcionó contra los mismos en el mismo lugar y en la misma competición). Mi hermano dice que vamos a ganar 3-1, que lo ha soñado. Lleva toda la semana con la cantinela, me tiene loco. Alberto, después de la copa y las primeras cervezas dice que 3-0. Yo insisto en que con 1-0 me conformo y que no creo que se dé otro resultado. José I. Fernández va más allá: "2-0 con goles de Griezmann y Godín". Y el tío casi lo clava. El resultado lo acertó. Los goleadores, casi. Godín, aunque no marcó, salió marcado. Un codazo infame del violento Luis Suárez le dejaron el ojo a la virulé.

Entramos pronto al estadio. Serían las 20:00 y, para nuestra sorpresa, había muchísima gente en las gradas. Faltaban tres cuartos de hora y el campo estaba cantando y animando. Un auténtico espectáculo. Mi hermano, que se las sabe todas y es observador como pocos, me dice: "Se nota que el público de Champions varía con relación al de Liga. Viene gente de todas partes que no pueden ver habitualmente al Atleti y vienen deseando dejarse la vida y la garganta". Y así es. De hecho nosotros tenemos cuatro abonos de Liga y sólo dos de Champions. Total, que a nuestro lado había un grupito de asturianos de Pola de Siero y dos parejas de jóvenes de Olmedo (Valladolid) amén de otro puñado de alemanes procedentes de Wolfsburgo que el día anterior estuvieron aburriéndose en el estadio de las mocitas. A uno de ellos, con la camiseta verde con la que la cagaron, le grité en mi inglés de Villaverde señalando el ambiente: "The same that Bernabéu". Y el teutón se rió, señaló su bufanda del Atleti (ay, Señor, Señor) y contestó algo así como "Here much better. Here much better. Here much better". Tres veces, como para que quedara bien claro. Como los tres goles que se comieron los suyos y sus centrales de plastilina teniendo la eliminatoria de cara. En fin. Me reí, le hice el gesto internacional del auto-stop y, aunque estoy seguro de que no entendía nada, se pasó el resto del partido saltando, botando y agitando su bufanda.

Del partido poco que contar. Creo que todo el mundo lo vio. Un Atleti imperial. Un Barça maniatado. A destacar el marcaje individual de Juanfran a Neymar. Lo dejó sequito. Y luego, tras el golazo (GO LA ZO) del equipo que Griezmann se encargó de anotar el Cholo puso en punta a Carrasco para meter velocidad. Retrasó un pelo la posición de Griezmann y el equipo se parapetó bien atrás sin meterse dentro del área. Saliendo con el balón controlado. Sin regalar. Cortando todo. Tapando todo. Brutal trabajo de Gabriel Fernández y Augusto Fernández (Los Fernández) en la oscuridad. Bien Oblak. Muy bien -como siempre- Godín y un joven Lucas que, como dice el más joven de nuestra grada, el pequeño Darío (12 años): "Yo creo que Lucas se está ganando la titularidad". Y yo también lo creo.

Y luego vino el penalti sin expulsión del del Barça. Que digo yo que si un tío es el último defensor y la corta con la mano hay que expulsarle. El árbitro italiano no lo creyó así. Grizmann gol. Otra vez. 2-0. Estábamos muy dentro de las semifinales. Pero somos el Atleti. Y claro, no podía ser todo tan "fácil". Algo iba a pasar. Y pasó. Pero sin pasar del todo. Esta vez tuvimos la suerte que nos suele esquivar (la muy hija de puta). Gabi hizo una mano de escándalo en los minutos del descuento. Faltaban 50 segundos para el final. A mí me pareció que estaba fuera. Luego en la repetición se ve que él está fuera pero la mano está dentro. El árbitro, por suerte, vio lo mismo que yo. Por fin se hacía justicia y no nos volvían a quitar lo que ya nos habían quitado en el partido de ida. Aún así, falta al borde del área con el descuento cumplido. Puede lanzar cualquier jugador del Barça que, por si alguien no lo recuerda, tiene a Messi. Y a Suárez. Y a Neymar. Cuando el balón salió fuera el Calderón volvió a explotar. Lo mismo que con los dos goles del Atleti. Lo mismo que con el pitido final. Lo mismo que diez minutos después de terminar, cuando nadie abandó su sitio y, sin dejar de cantar, salieron los jugadores, como los "toreros" del Ramiro, para celebrar con todos nosotros que ellos tampoco han dejado de creer y que juntos vamos hacia la victoria. Partido a partido. Minuto a minuto. 

El viernes sortean rival en semifinales. "Que nos toque otra vez el Barcelona", decía uno de la Peña Villaverde cuando yo pedía el equipo del "Kunsito" y el Bayern en una hipotética final. "Que pase el siguiente", sentenciaba mi hermano. Y todo el estadio, tras el "Orgullosos de nuestros jugadores" comenzó a corear a pleno pulmón el nombre de Fernando Torres como soñando en voz alta con esa imagen del Niño en Milán levantando la Copa que nos debe la historia.

domingo, 10 de abril de 2016

EN Barcelona y AL Barcelona



Espanyol 1 - Atleti 3

Ahora estamos a tres, pero cuando marcó Diop de cabeza y puso el 1-0 yo estaba viendo el partido por la radio y regresando de Santander a Bilbao por la A-8. Y nos podíamos ir a nueve si ganaba el Barca. "La espalda de Juanfran..." Me mandaba mi hermano por wasá y me leía mi mujer desde el grupo de RIESCO ATLETI. "Dile que estoy de morros porque no me habéis dejado verlo". Y seguí con la radio, atento a la lluvia y a los mensajes del teléfono tratando de no despertar a las niñas cada vez que fallábamos y marcábamos. Porque marcamos. Tres goles desde Santander a Sestao. Lo dicho, para habernos matado.

En la radio no dejaban de alabar el estado de forma de Fernando Torres que acababa de marcar un golazo de volea tras controlar con el pecho otro pase de Koke resucitado. Gran noticia para los oyentes que los seguidores del Atleti llevábamos tiempo disfrutando. El de Fuenlabrada está ahora mismo en el mejor momento desde que llegó hace ya un par de Navidades (y parece que fue ayer). Lo mismo que Koke. El de Vallecas, a pesar de que no está cuajando su mejor temporada hizo ayer un gol a pase de Torres y dio el pase de los otros dos (el de Torres y el de precepto de un Griezmann que recién estrenaba paternidad) covirtiéndose en el máximo asistente de la Liga de los millones con 12. Y eso en la que, como digo, no estaba siendo su mejor temporada. 

Había avisado yo en mi cuenta de Twitter (@AtletiBlogIndio) a los que aún me soportan que antes de recibir al Barcelona teníamos que ir a Barcelona. Y que aunque para ganar la Liga haría falta un milagro, deberíamos puntuar porque los imposibles son nuestra especialidad. Dicho y hecho. El Atleti se trae los tres puntos de Barcelona y el Barcelona se regresa sin nada de Donosti. Una pena que los chicos de la Real, además de ganar el partido, no hubieran dejado algún lesionado. No sé, a Messi por ejemplo. 

Ahora estamos a tres, que son cuatro por la diferencia de goles. El "no" ya lo tenemos. Pero, ¿y si sí?

Y hasta aquí la no crónica del partido que vi por la radio entre Santander y Bilbao. Lo del miercoles espero contarlo el jueves, de resaca, y con una sonrisa de oreja a oreja. Sea como fuere. Siempre Atleti. Orgulloso del equipo.

Vamoooooooos


viernes, 8 de abril de 2016

Los 50, y uno


“La verdadera felicidad consiste en hacer felices a los demás”, no es palabra de Dios, ni lo dijo Luis Aragonés, pero que sí, que a mí me sucede todo el rato. Sin ir más lejos en Bolivia. Andaba ahí, en el altiplano, desafiando el soroche y la falta de oxígeno para grabar a un tipo que había encontrado su lugar en el mundo. Un lugar, por cierto, nada amable, dicho sea de paso. El sitio se llama Mocomoco y está cerca del Titicaca. Para que os vayáis haciendo una idea. Pues eso, que andaba ahí donde la pobreza no sabe del pan nuestro de cada día, los niños sufren desnutrición, a los caminos les llaman carreteras y las escuelas se conocen como “unidades educativas” por aquello de la analogía del lenguaje y el juego epistemológico, supongo. De pena. Pues bien, el fulano al que estaba grabando es un misionero de Carabanchel que se llama Diego y está más contento que ni sé. Pero lo mejor de todo es que ha montado una escuela de fútbol donde 70 chicos y chicas aprenden los valores más importantes de la vida: compromiso, esfuerzo, solidaridad, honestidad, respeto… y también a jugar al fútbol. Ya digo, a mí no me llegaba el oxígeno al cerebro y casi se me para el corazón cuando veo que visten como el Atleti, de rojo y blanco. “Es que somos el Atlético San Vicente”, me suelta el padre Diego que acaba de convertirse, así, de repente, en mi superhéroe. “El Atlético por el Atleti y San Vicente porque yo soy misionero de San Vicente de Paúl”. De pronto el proyecto de comedores populares, el de sanidad en las comunidades aisladas y el reparto de material escolar acabó de ensamblarse en mi cabeza. “Somos del Atleti porque estamos olvidados por todos, no contamos para nadie, pero seguimos muy vivos, lo damos todo y creemos en nosotros mismos”. Juro que es la primera vez que he entrevistado a un misionero vistiendo la camiseta del Glorioso. También la primera que lloro haciendo una entrevista. Me vuelvo a Madrid con un único pensamiento. Buscarles ayuda.
“Lo importante no es la meta, lo importante es el camino”, en esta ocasión la frase bien podía ser uno de esos mantras que Pepe Pasques le susurra al Cholo antes de que pasen al acervo rojiblanco. Viene al caso la sentencia porque me prometí a mí mismo que sería feliz haciendo felices a los chicos de Mocomoco. Ni corto ni perezoso me puse en contacto con la reserva espiritual del Atlético de Madrid, con la Peña Los 50. Nada más y nada menos. Y lo mejor de todo, me respondieron. Pero no sólo eso sino que me invitaron a contarles lo del Atlético San Vicente y sus penurias económicas. La imposibilidad de competir con regularidad por vivir a seis horas de La Paz y cómo habían quedado cuartos en el campeonato nacional. A pesar de la precariedad.
Los 50 me demostraron que luchar como hermanos no es sólo una frase de nuestro himno. Y que lo suyo es mucho más que “mantener enhiesto y puro el espíritu y la solera” de un club que sienten como pocos. Porque este medio centenar de artistas rojiblancos pertenecientes al mundo de la cultura, la empresa y la comunicación son, además, un ejemplo de compromiso con los que sienten la misma pasión, con los que, como ellos, sin ser dueños de nada ni de nadie, son del Atleti, con todo lo que eso implica. Nada más. Y nada menos.

Me hice fotos con el premio Ondas 2015, con mi novelista favorita, con uno de los mejores periodistas deportivos del orbe planetario y con la jefa de prensa más guapa, rockera y rojiblanca que ha dado el universo mundial. Me trataron como si fuera uno de ellos y presenté mi candidatura para completar los 50 en caso de necesidad. “Estás en el banquillo y calentando”, me dijeron entre risas y veras al tiempo que me hacían sentir como cuando ganamos la última Liga. Y aunque estábamos a 600 metros noté que me faltaba el oxígeno y el corazón latía tan fuerte como si estuviera en Mocomoco, viendo entrenar a los chicos y chicas del Atlético San Vicente, cantando con el padre Diego en el altiplano: “…defendiendo sus colores, con un juego noble y sano…”

miércoles, 6 de abril de 2016

La leche, las leches, mecagüen


CHAMPIONS. 1/4 final (ida)
Barça 2 - Atleti 1

Día de nervios ante una eliminatoria contra uno de los dos equipos españoles que no queríamos en cuartos de final. Y es que llevamos tres años seguidos jugando en Champions contra los vikingos y los culés en esta fase de la competición podrida de los mafiosos que sueñan con la puñetera liga europea de los equipos franquicia. Día de mucho trabajo y de presión añadida por parte de los jefes. Día de comida planificada con dos buenos amigos y colegas a los que hacía años que no veía y con los que había que arreglar Salamanca, Vitoria, Valladolid, Madrid... y el maldito negocio del fútbol moderno. Día sin mi mujer que tenía trabajo en Badajoz. Día con las niñas, con el móvil incendiado, con el ordenador encendido, con el partido de ida en el Camp Nou quemándome por dentro, con demasiados nervios. El primero contra el segundo. El dinero contra la pasión. Nada nuevo.

Dejo el ordenador encendido, pongo el móvil en silencio, les coloco la tableta con los dibujos animados a las crías por si el partido no es de su agrado, les preparo un picoteo rápido para que cenen  antes de que el árbitro alemán acierte por primera y casi única vez pitando el inicio del duelo. Y el Atleti sale valiente, al ataque, con Torres y Griezmann arriba apoyados por un inmenso y eléctrico Carrasco. Con la medular canterana que da solidez al equipo: Koke, Gabi, Saúl. Con Filipe y Juanfran custodiando los flancos y en el centro de la zaga el regreso de la experiencia y el poderío de Godín junto al futuro y la juventud de Lucas. Oblak, de gris, bajo los palos. El Atleti jugaba de azul y el Barça de amarillo. Decisión de la UEFA que, como bien dijo Torres, se preocupa más del márketing y el merchandising que de los árbitros. De traca la actuación de los de cartón-piedra que han puesto en las áreas. De juzgado de guardia lo del miserable alemán que favoreció descaradamente al equipo grande. Grande en presupuesto, me refiero. Nada menos que 8 amarillas y 1 roja sacó este bandolero al Atleti mientras que al Barça sólo le mostró 3. Eso sí, los catalanes cometieron 19 faltas por las 16 del Atleti. Los números cantan. Pero no sólo eso. Es que Luis Suárez cometió dos agresiones de roja directa que ni siquiera fueron sancionadas como falta. En una de ellas el de cartón-piedra avisó al colegiado alemán para que le mostrase la amarilla. De risa.

El partido, como siempre que juega el Atleti del Cholo, fue tremendo. Había tensión, pero respeto. En el minuto 25 las niñas me dicen que tienen sueño y que quieren un vaso de leche calentita. Me levanto, voy a la cocina, abro la nevera, saco el cartón de leche, la pongo en los dos vasos y cuando la meto en el microondas, antes de ponerlo un minuto, oigo que cantan un gol en la tele. Voy para allá corriendo y tras ver en pantalla la cara triste de un culé miro a mis hijas y veo en la esquinita del televisor 0-1. Abrazo a mis hijas. Se me saltan las lágrimas. Ha marcado Torres. Y veo en la repetición el enorme pase de Koke y la definición de primeras, bajo las piernas, tras un desmarque típico del nueve, y Fernando Torres, ídolo en activo, besando nuestro escudo, su escudo, el escudo de nuestro equipo. La puta leche.

Les traigo corriendo el vaso a las niñas y cuando aún no se habían tomado la mitad, en el minuto 29, le sacan a Torres una amarilla. Merecida. Fue acabar el vaso de leche, en el 35, y expulsar a nuestro ariete por segunda tarjeta en una entrada de falta clara. Si fuera de amarillo, no le echan. Eso fijo. Y así fue. Luego vinieron las entradas de Alves y de Busquets. Iguales que las del Niño o más fuertes. El señor Félix Brych decidió hacerse el sueco. El muy alemán. "Lo del árbitro no tiene nombre", me escribía mi amigo Alberto por wasá. "¿Hijoputismo?" le contestaba yo con las niñas a punto de dormirse en el sofá. Con diez aguantamos el 0-1 hasta el descanso. Mi hermano me mandaba un mensaje: "Lo que daría por ver al Cholo y a los chicos por un agujerito en el vestuario". Ya te digo.

En estas que me llevo a toda leche a las niñas al baño para que se cepillen los dientes y suena la puerta de casa. Llega mi mujer de su trabajo en Badajoz. Se me abre el horizonte para ver una segunda parte tranquilo. Sin más interrupciones. Hoy el cuento y la canción corre a cargo de mi parienta. Me apalanco en el sofá y veo en mi teléfono decenas de mensajes. Trato de relajarme y no encuentro acomodo. En la segunda parte el Barça comienza su asedio. De locura. El Atleti achicando como puede y los catalanes (que el sábado contra el Madrid iban trotando) comienzan a jugar a un ritmo endiablado. Después de la agresión de Suárez no amonestada, el uruguayo nos hincó el diente con un balón rebotado. Gol. Empate. No es mal resultado.

El Barça sigue asediándonos espoleados por su público y con la complicidad del alemán designado por la UEFA. Siguen cayendo las tarjetas amarillas para el Atleti y el Barça creando oportunidades. El Cholo comienza su festival de cambios para frenar el ímpetu de los de Lucho. Augusto por Carrasco. Muy bien para contener y frenar. Se consigue. Se para el partido. Thomas por Griezmann. Para meter músculo y disparo lejano. Correa por Saúl para jugárnosla a un chispazo callejero que no llegó a pesar de los cinco minutos de descuento que dio el tal Brych. A todo esto, Luis Suárez había vuelto a marcar. Esta vez de un inmenso cabezazo desde dentro del área. Debería de haber sido expulsado por sus dos agresiones a Filipe Luis y a Juanfran Torres. Al final, una amarilla y dos goles.

Final en Barcelona. 2-1. No es mal resultado visto lo visto. Antes del partido lo hubiéramos firmado. Aunque era mejor el 1-1 y hubiera sido más justo el 0-1 cuando aún jugabamos once contra once.

Puse un mensaje en twitter: "#AtletiYoCreo #EnElCalderónPasamos Por mucho que se empeñe la UEFA con sus árbitros de cartón piedra. #OrgullosoDelAtleti".

El fin de semana hay partido de Liga en Barcelona, contra los filiales de la central lechera. Yo sacaría a los menos habituales. Yo me centraría en el partido del miércoles, en la vuelta contra los culés. El miércoles en el Calderón vamos a poner la eliminatoria del revés. El miércoles seremos más. Ni los árbitros nos van a poder echar.

Voy a animarte hasta reventar...

domingo, 3 de abril de 2016

A las cuatro... y cinco


Atleti 5 - Betis 1

Los chinos lo están flipando con el Atleti. La Liga de los millones, a pesar de que se enfrentaban los transatlánticos del marketing, el Real Emirates y el Fútbol Club Qatar, prefirieron que los chinos disfrutasen eguein del Glorioso en horario Premier. A las cuatro de la tarde, con el café en la boca y apurando el chupito en la puerta. Puto Tebas. Acertó el caudillo de la Liga del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria. Nada menos que cinco pepinos les cayeron a los animosos, simpáticos, numerosos y siempre bienvenidos hermanos del beticismo. Los suyos, sobre el césped, dejaron bien claro que no era su Liga. Apenas inquietaron a Oblak que solo tuvo que intervenir dos veces. La primera con una doble parada imposible, a bocajarro, haciendo creer en los milagros a los más escépticos del lugar y dejando claro que cuando va de negro es el mejor portero del universo mundial. La otra, un grave error que acabo en gol y que la grada perdonó en el acto coreando el cada vez más asentado "Oblik, Oblak, cada día te quiero más". Un diez el 13 a pesar del único gol bético propiciado por su error. Era el 3-1.

Pero el partido no fue tan fácil como refleja el marcador. El Atleti estuvo asediando al Betis desde el principio, sí, pero el gol no llegaba. Había ocasiones y parecía que el vikingo Adán nos iba a amargar la tarde haciendo de su portería un marco inexpugnable. Luego se vería que no, que aunque hizo hasta siete paradas meritorias, logramos meterle cinco (uno de ellos por su culpa, por su culpa, por su grandísima culpa). Amén de un remate al larguero de Koke y un tiro al poste de Thomas.

Fue Fernando Torres, delantero titular y el mejor de la primera parte, el que abrió el camino de la victoria con un gol que ya habíamos visto en Viena. El pase de Koke en profundidad, el Niño metiendo el cuerpo para ganar la posición y esa cucharita que levanta lo justo el balón para entrar con suavidad hasta dormir en la red. 1-0. Llevábamos media hora de partido. Nadie se acordaba de los dos baby centrales con los que había salido el Cholo, Nacho y Lucas, con Augusto Fernández por delante en funciones propias de profe de guarderia. Impecables los tres. El debutante, el hijo de Hernández y el ex celtiña. El otro Fernandez, el gran capitán, se hizo con el centro del campo ayudado por Koke y Saúl en una oda a la cantera que, eso también, dejaba las bandas íntegramente para Filipe Luis y Juanfran en una tarde memorable de ambos. El brasileño con exceso de sobe de bola y el alicantino marcando el tercer gol al inicio de la segunda mitad en una jugada combinada espectacular.

Los cambios del Cholo, sin que sirva de precedente, fueron clásicos. Delantero por delantero (Correa -que marcó por medio de Griezmann- sustituyó a un Torres inspirado y poderoso), Centrocampista por centrocampista (Thomas reapareció tras su lesión con un zurriagazo al palo y un gol regalo de Griezmann que ya había anotado dos. Salió por Saúl). Y argentino por argentino (Kranevitter por Augusto).

Los chinos, flipando con el Atleti en horario Premier, y el resto del mundo futbolístico (cérvidos y polacos de un modo especial) tratando de entender por qué 30.000 rojiblancos seguían cantando en la grada 15 minutos después de haber acabado el partido. Intentando vislumbrar por qué los jugadores salían del vestuario para saludar. Alucinando porque la afición, sus jugadores y el cuerpo técnico se han conjurado para pasar la eliminatoria de Champions contra los que no comparecieron en el clásico. Contra los que los chinos no pudieron ver. Contra los que hace dos años, cuando llegamos a la final, ya cayeron en el Calderón eliminados.

Dale, dale, alegría a mi corazón...