sábado, 25 de abril de 2015

Tu equipo te la pela


Quizá no lo sepas, pero tú no eres de tu equipo. Por mucho que te pongas su misma camiseta, te pintes la cara con sus colores y lleves tatuado el escudo en el gemelo, el hombro, el pecho y hasta en los huevos. Lo siento. Y me importa un carajo que seas simpatizante, peñista, socio, abonado, compromisario y accionista. O todo a la vez. No eres de tu equipo. Por mucho que te sepas todos los cánticos de la grada, por mucho que les hayas acompañado por distintos países y ciudades de los que sólo conoces el rincón del estadio donde te han metido como a un borrego. Por mucho que sientas los colores, a pesar del tiempo y la pasta que inviertes en ello. Tú no eres de tu equipo.
Probablemente hayas oído a tus mayores que del amor al odio hay un paso. Yo creo que es lo mismo. El mismo paso. Y que dependiendo de quién lo dé recibe un nombre o el otro. Si lo da un tipo generoso, que se toma la vida con alegría y que tiene como único interés poder dar el siguiente paso y disfrutar del que está dando. Eso es amor. No necesita explicar dónde va, ni por qué, ni compararse con nadie. Pero si el tipo es alguien mezquino y amargado. Alguien que siente la perentoria necesidad de mirar cómo da los pasos el vecino, hacia dónde va el otro por qué camina el de más allá sin ser consciente de que lo importante es caminar… Eso, querido amigo, es odio. El mismo que destilabas el otro día en la grada cuando te lo intenté explicar. Pero entiendo que estos asuntos no te conciernen. Bastante tienes con odiar. Que como te acabo de decir, es lo mismo que amar pero en contra.
Y me duele más porque estábamos juntos bajo la misma bandera. Compartiendo escudo, colores y valores. O eso pensaba hasta que vi tus ojos inyectados en sangre cuando te subiste de pie a la butaca para amenazar de muerte a los que se vestían con la camiseta y la bufanda del equipo rival. Ellos también gritaban como tú. Escupían su odio jurando matarte mientras tú te pasabas la mano por el cuello con un gesto que escenificaba sus palabras. Y, a voces, quedasteis para después del partido. Para hacer realidad vuestras fantasías de violencia y muerte al amparo de vuestros ficticios amores que sólo son odios.
A vosotros. Unos y otros. Vuestro equipo os la pela. Ojalá os deis cuenta pronto para que nos dejéis disfrutar de nuestra verdadera pasión en paz. Iros a tomar por culo. Y con vosotros, los que alimentan vuestro error, vuestra violencia gratuita, vuestro podrido corazón.

Si tu equipo te la pela. A mí me la pelas tú.