jueves, 30 de noviembre de 2017

En las botas de Vietto


Atleti 3 - Elche 0

Empatía es la participación afectiva de una persona en una realidad ajena a ella, generalmente en los sentimientos de otra persona. Meterse en sus zapatos. Ponerse sus botas. 

En el caso de Vietto no es fácil. Un delantero que lleva muchos partidos sin marcar, que tiene pocas oportunidades de jugar y que, cuando juega, lo hace bien pero no ve puerta. Un chico que deslumbro en Villarreal, que nos marcó un golazo en el Calderón y que, desde que llegó al Atleti ha sentido el peso de la camiseta de nuestro equipo como una auténtica losa. Salió hacia Sevilla para tener más minutos con el fin de que recuperase la confianza a base de goles. Pero tampoco. Regresó para estrenar el Metropolitano, el escudo chino, la horrorosa camiseta de rayajos diagonales... pero no porque el Cholo le quisiese, no. Regreso porque alguien en el club no hizo bien su trabajo y nos sancionaron sin poder inscribir a nuevos futbolistas. Y se quedó. Y Simeone trató de rescatarlo para el fútbol. Y el chico vale. Y cuando sale, como ayer contra el Elche, hace todo bien. En defensa es el primero que sujeta la salida del balón. En ataque corre, se desmarca, regatea, pasa y dispara. Pero no marca. Y aunque luche y falle, hay algunos errores que son inexplicables. Ayer, en un Metroplitano con mas público del esperado -en una noche fría, con horario infame, ante un segunda B y con miles de butacas vacías por culpa del doble anillo para los clientes VIPkingos que parte a los aficionados del Metropolitano en dos- Luciano Vietto marró hasta en ocho ocasiones un gol que parecía huirle en jugadas físicamente imposibles de fallar. Especialmente la última, en la que con un 3-0 y doblete de Fernando Torres (muy cerca del triplete si no falla otra tan cantada como esta) el argentino acabó bajando los brazos ante los primeros pitos y risas de los aficionados que habían animado a Luciano -como no dejó de hacer el Cholo- tras fallar las siete anteriores. Había superado al portero. Estaba solo. Sólo tenía que empujarla. Vino un defensa y se la robó. Increíble.


Las redes sociales atléticas (o lo que sea que sean) empezaron a arder con el sarcasmo de los que se ven en octavos y necesitan un chivo expiatorio para verter la amargura de sus vidas miserables. Luciano Vietto fue el elegido para la chanza general. Un futbolista que, supongo, no estará pasando un buen momento. Un profesional que, supongo, querrá hacer su trabajo lo mejor posible para poder seguir viviendo de ello. Un delantero que, supongo, quiere marcar todos los goles posibles para revalorizarse, para sentir el cosquilleo de la fama y el poder que otorgan las masas a los triunfadores. 


Eran inevitables los comentarios humorísticos en la grada con los compañeros de abono. Pero de ahí a pitar a uno de nuestros futbolistas cuando está pasando una mala racha que nos afecta a todos... O reírse de él como si no nos afectar su rendimiento... en fin, que a veces perdemos el norte y no nos damos cuenta de que todo lo que afecte a los que van de rojo y blanco nos afecta a nosotros. Y no se trata de empatía, es puro interés.


Dicho esto, me quedo con las palabras del Cholo sobre Luciano: "Es uno de los que mejor juega, de espaldas, con diagonales, el uno contra uno, elige bien el pase... su posición es ingrata porque si no hace gol hay crítica. Le valoro que no se esconde, que lo intenta, que juega. Malo sería que no esté fino cara al gol y perdiese todas las pelotas. Es uno de los que mejores delanteros que tenemos de cara al juego por eso lo protegemos como hacemos”. Y ojalá siga sumando y marcando mientras sea uno de los nuestros. El resto es filfa.


Aúpa Atleti. Siempre.

jueves, 23 de noviembre de 2017

Torres nos devuelve la fe


Atleti 2 - Roma 0

Hoy las portadas son para un remate acrobático de una estrella del fútbol que, para nuestra desgracia, habla más fuera que dentro del campo. Un golazo en toda regla de Griezmann. Golazo que, oh casualidad, comienza en las botas del mejor delantero que tenemos ahora mismo, el mejor que hemos tenido nunca y el que siempre será discutido porque, oh casualidad, nunca quiso fichar por la multinacional de la otra acera, porque siempre se ha declarado del Atleti y porque nunca ha abierto la boca para protestar por su situación en un equipo en el que ha llegado a ser la última opción de nuestro querido Cholo. Porque Fernando asume que el grupo está por encima de los intereses particulares. Es un hombre de club, de equipo, de dar un pase magistral a Correa por encima de la defensa para que este asista el primer gol en una noche en la que el Atleti volvió a ser el Atleti, Torres volvió a ser titular y el Metropolitano sonó como el Calderón.
Torres, el chaval de Fuenlabrada que ha batido casi todos los récords en el Atleti, en la Premier, en la selección española. Un tipo que ha ganado todos los títulos que un futbolista puede soñar (Mundial, Eurocopa, Champions, Ligas, Copas, Supercopas...) y que ha dejado de ingresar los millones chinos, cataríes o norteamericanos porque a él, lo que más le gustaría en este mundo, es ganar algo en el club donde se crió, donde debutó, donde se hartó de marcar goles para devolvernos a Primera, donde dejó una millonada para que volviésemos a entrar en Europa (con su venta fichamos a Forlán, Maxi y Simao), donde vino como un regalo de Reyes en la presentación más brutal que jamás se recuerde en la historia del club. Un regreso tildado por la apisonadora mediática que no aguanta sus éxitos como el de un jubilado cojo justo antes de marcarle dos goles al todopoderoso Real Madrid de los desprecios. Luego vino lo del gol cien, después que si estaba enfadado aunque jamás saliese una declaración suya contra nadie y contra nada. En fin... que sí, que Torres está muy mal, y es muy mayor, y está cojo y lo que queráis. Pero en el derbi salió y cambió el rumbo del partido generando una ocasión inmejorable que Gameiro no pudo culminar. Y que ayer, por fin, de titular, se dejó los huevos en el campo y no dejó de presionar desde el minuto uno. Que sigue fijando los centrales, generando espacios, creando un peligro inmenso y acojonanado a las defensas rivales. Vale más Torres por la experiencia acumulada y la rentabilidad de sus esfuerzos que cualquiera de los negados delanteros que tenemos actualmente en la plantilla. Ojalá que fueran todos mejores que él. Creo que el propio Torres firmaría por eso. Porque además de ser el mejor profesional, es también el más atlético de todos ellos.
Hoy las portadas son para el que más cobra y menos rinde, para el que sale siempre de titular y celebra los goles vendiendo champú o echándonos en cara que juega cuando le sale de las pelotas, que para eso es la estrella. Hoy los que no ven más de dos partidos al año del Atleti se vuelven locos hablando maravillas de Antoñito y hasta de su paisano Kevin tras un primer tercio de temporada para meterles en la cárcel por estafa. Y de Torres, ni una línea. Del nueve del Atleti, nada. Del que ayer tuvo en jaque a la defensa y consiguió abrir la lata, nada de nada. Porque jamás le perdonarán su militancia atlética, su antimadridismo, su señorío y elegancia. Su fútbol de equipo sin estridencias.
Mención especial merece el Cholo con su sorprendente alineación defensiva incluyendo a Thomas en el lateral y arriesgándose con dos centrales casi juveniles como Giménez y Lucas, o incluyendo a un combativo Augusto en el centro del campo con Koke dejando fuera a Gabi. Otra vez tuvo razón Diego Pablo. Y otra vez sus cholocambios fueron mano de santo. Impresionante la labor de Filipe Luis que ayer, junto con Torres, fue el hombre del partido.
Hoy los clientes del Wanda y los aficionados del Metropolitano estamos igual de contentos. Y me gusta que los clientes hayan recuperado la fe. Me encanta que haya sido por el partidazo de Torres. Y me pone a mil por hora saber que no saben. Me provoca ternura verles salir del estadio diez minutos antes. Me apena que no estén cuando los jugadores salen tras el partido al césped para agradecer el apoyo. Me sorprende su silencio en nuestros cánticos y me encabronan sus pitidos a los nuestros.
Su ignorancia es mi fortaleza. Orgulloso de no ser como ellos.
Gracias Fernando, gracias Cholo. 

Aúpa Atleti. Siempre. ¡Y que viva el Qarabaj!


lunes, 20 de noviembre de 2017

Mi derbi no es el vuestro


Atleti 0 - Ciervos 0

A veces me hacen dudar. Y llego a pensar que a lo mejor no estuve allí. Sí, lo sé, eso me pasa por consumir, por tener amigos que consumen. Pero es que es inevitable. Lo del sábado sólo fue la última de muchas, la primera del Metropolitano. Un empate que se me antojó escaso si nos atenemos a las oportunidades claras que fallaron Correa al inicio y Gameiro al final. Ellos apenas si tuvieron un churro en jugada de Kroos, media manga de Cristiano en una falta y manga entera de Ramos al meter las napias en el área pequeña. Sumando todas, los de las mocitas apenas inquietaron a Oblak. Aunque, eso sí, en la radio no paraban de decir que el árbitro se había comido tres penaltis, tres, en el área rojiblanca y que Fernández Borbalán había favorecido claramente al Atleti. Y claro, eso es para que uno dude de verdad. Porque allí, en la grada media del fondo sur, entre cánticos y banderas de apoyo a los nuestros, no dejamos de silbar y protestar a un árbitro infame que a cada falta de los nuestros sacaba tarjeta mientras que dejaba a los vecinos y visitantes que disfrutaran del nuevo estadio sin recibir apenas castigo (seis tarjetas al Atleti por dos de los otros). Nada escuché en la radio de la entrada de Isco con los tacos por delante que se fue de rositas. Ni de la posterior mano del malagueño que también quedó sin tarjeta aunque el árbitro la sancionase. Tampoco dijeron nada en la tele de un posible penalti de Cristiano Ronaldo a disparo de Carrasco que a mí me pareció clarísimo porque todos los nuestros lo reclamaron a la vez. No leí nada de la carrera que se metió Juanfran para robarle la cartera al jugador mejor pagado de la multinacional incolora. Tampoco vi en los periódicos reflejada la valentía y la personalidad de un entrenador que quita a su estrella para dar salida a un delantero que lo pueda hacer mejor. El entrenador musulmán del equipo de Concha Espina no quitó a su siete que, dicho sea de paso, está hecho un ocho. Por cierto, el cambio de Griezmann (yo le hubiera dejado en la caseta al descanso) trajo con Fernando Torres aire fresco en la delantera. Suya fue la cesión a Gameiro en ese balón que sacaron bajo palos los defensas blancos.

Ya digo que mi derbi no es el vuestro, el de los medios, el de la gente que sólo ve partidos que se venden como el del siglo, el del año, el clásico y demás eslóganes publicitarios. Pero es que tampoco fue el del resto de los atléticos. Ni siquiera de los que piensan y sienten el fútbol como un servidor.
Mi derbi empezó tomándome una pastilla de valeriana con una infusión de tila. Después vino el golpe en la rodilla cruzando Arcentales y rematando un bolardo en el semáforo. Continuó viendo la butaca de Fran vacía porque una gastroenteritis le había dejado doblado en casa entre la tele, el Acuarius, el sofá y la taza. Siguió con mi mujer acompañándome en la grada y pidiéndome que no cantase el MHDP que tantas veces se merecieron los contrarios. Y con el bocata de jamón, aceite y tomate que se había currado mi hermano. Y con la tortilla de patata de mi suegra. Y con las monedas de chocolate que repartió Darío para celebrar sus primeros doce años acompañado de su abuelo porque su padre tenía guardia. En mi derbi no se silbó a Griezmann porque creemos lo mismo que el Cholo. Sí, es cierto que en ataque se esconde, y que se pasó todo el partido charlando en gabacho con Varane sobre si era mejor el baguette o el cruasán para el café au lait (¡olé!). Pero el "gremlin" se batió el cobre en defensa presionando y robando balones. ¿Qué coño le pasará? En mi derbi, ya digo, animaban los del Frente Atlético y sonaba casi todo el estadio nuevo que -aunque se empeñen los publicistas que me hacen dudar de mi presencia en la Peineta- siguió sin llenarse una vez más. Y es que en mi derbi, mientras desnudábamos el bocata de su papel de plata asistíamos a la desbandada del canapé y la barra libre en el lateral este de vikingos vips, en el anillo superior de la grada media donde están palcos de empresa, en el lateral oeste con el palco de honor vip, y los vips especiales y en las butacas acristaladas de otros vips y la madre que parió al fútbol moderno y chic que se ha apoderado de nuestro campo, de nuestro equipo. Por cierto, ahí sí se puede consumir alcohol. ¿Es que los ricos lo toleran mejor?

Mi derbi, y no me repito más, no es el vuestro. A mí me gustó el Atleti. A mí me pareció que el rival ha sido de los más flojos que he visto desde que llegara el Cholo. Y que si llegamos a tener un delantero inspirado, nos los merendamos. Aunque se empeñen en convencerme de lo contrario. Aunque los medios y sus clientes no paren de decirme que el Atleti se salvó por los pelos, que el árbitro nos favoreció y que el Real Madrid nos perdonó la vida porque no está en forma su delantero (obviando, así como quien no quiere la cosa, el arsenal que tenían en el banquillo y que el francés de Argelia no quiso o supo aprovechar). Por cierto, seguimos invictos en Liga. Por cierto, ya hemos jugado contra Barça, Valencia y Madrid, algo que ellos aún no han acabado de hacer entre sí.

Señores, yo soy del Atleti. El miércoles, contra la Roma, a dar el primer paso para demostrar que nunca dejamos de creer, que jugamos cada partido como si fuera el último, que mientras otros duermen nosotros seguimos soñando.

Siempre Atleti.

martes, 7 de noviembre de 2017

El parón, el parado y el paredón


La victoria en el descuento frente al Dépor me pilló en Ávila. No vi el partido. Según mi "wasá" tampoco hubo mucho que ver. La prensa destacó que el Cholo quitó a Griezmann y sacó a Giménez. No dijo nada de que el hecho de haber dejado en el campo a Thomas nos dio los tres puntos. Ni que la pizarra del Mono Burgos volvió a funcionar como hacía mucho tiempo. Sólo Griezmann. Sólo crisis. Sólo el Cholo que, por cierto, nunca estará solo. Gracias, Diego Pablo.

El parón

Se ha consumido el primer tercio de la temporada y, a pesar de las malas noticias que circulan sobre el Atleti y su juego, estamos ahí arriba. Es curioso, pero los que más me hablan de lo mal que jugamos son los que apenas ven dos partidos del Atleti en toda la temporada. Pero bueno, tendrán razón. Como lo dice la prensa... Yo, que suelo ver alguno más, tengo que decir que no jugamos como antes, cierto. También creo que la base del Atleti va cumpliendo años y que la sanción del TAS (porque los del palco no hicieron bien las cosas -y aquí no se oye ni mú-) ha frenado la natural renovación del equipo. Pero el equipo está el cuarto empatado con el transatlántico incoloro a puntos. A ocho del líder e imbatido como él. Así, como suena. Seis victorias y cinco empates. Veintitrés puntos. En puestos Champions. Y hablando de competiciones europeas. Parece que ya estamos eliminados. Algunos medios (y algunos pesebreros periodistas que han visto mermados sus ingresos con la llegada del Cholo y su salida del entorno rojiblanco) confunden sus deseos con la realidad. Que sí, que hace falta un milagro para pasar de ronda. Que sí, que hay que ganar al Chelsea en Londres y a la Roma en el Metropolitano que, por ahora, es comos si jugáramos fuera (los de los pitos a los nuestros se han equivocado de campo, en serio). Que el Qarabaj tiene que puntuar. Que sí, que lo sé. Pero también sé que el Atleti es el equipo de conseguir imposibles. Estos jugadores, con el Cholo, son capaces de ganarle una Copa en su casa a la Central Lechera y una Liga en la suya a los del "prusés". Y, si me apuran, hasta de remontar en Copa al Elche en nuestro estadio aunque algunos se empeñen en que no acabemos de sentirlo como propio. Al rico silbido vikingo.
Yo solo digo que el parón nos va a venir muy rico. Que los números ahí están y que ladren los que están rabiosos, porque luego será mucho peor. Para ellos, digo.

El parado

Cuando llegó recuerdo que le llamábamos Antoñito. No estaba fino el chaval. Estuvo hasta Navidad sin rascar bola. Fallón y muy nervioso. Falto de ritmo. No cogía el sistema del Cholo y llegaba siempre un segundo tarde a todo. Chupó mucho banquillo. Era normal que le cambiaran. Y le aplaudíamos y le animábamos en el Calderón. ¡Vamos, Antoñito! Llegó el año nuevo y se hinchó a jugar al fútbol. A defender, a dar asistencias y a marcar goles. Golazos que valían puntos y clasificaciones. Así hasta fallar un penalti decisivo en la segunda final de Champions. Y nadie le reprochó nada a don Antonio, que había dejado de ser Antoñito. El problema llegó después, tras ese robo en Milán, tras ese penalti que pegó en el larguero rebotó en el césped y salió hasta fuera del área. Inolvidable. El problema es que hay jugadores que pasan por el Atleti sin que el Atleti pase por ellos. Y al gabacho le pasa esto. Que él y su entorno son muy de redes sociales, de hablar más de la cuenta, de no respetar la historia del club ni la idiosincrasia de su afición. Que hoy me quedo y hago un bailecito y mañana digo que me voy; que quiero ser como Messi y celebro los goles como Cristiano. Que ahora me enfado y no respiro. Que si seguimos así vamos a Segunda, que yo soy del Atleti pero no tanto. Un delirio.
Y es que cuando uno deja de hacer lo que sabe, que es jugar al fútbol, para preocuparse por lo que quiere, que es protagonizar anuncios. Pues como que la cosa no acaba de funcionar. Y más en un juego como el fútbol, que es muy de equipo. De modo que el parón dará para hablar del parado mejor pagado de la plantilla. Porque el Gremlin Griezmann ha dejado de ser de los nuestros, porque se mueve para no salir en la foto.

El paredón

Y lo mismo que el parón liguero dará para llenar páginas y minutos del señor de los peinados, también debería dar para que se hablara mucho y bien del muro defensivo del Atleti donde don Obli Oblak hace que cada día le queramos más. Sólo ha encajado seis tantos en once partidos de Liga. Y hemos jugado contra Barsa y Valencia, que son los más goleadores. Y contra el Sevilla y el siempre peligroso Athletic. Y contra el Villarreal que vuelve a resurgir. Que son once partidos y sólo seis goles encajados, señores. Y con un Atleti sin intensidad y con dos laterales entrados en años a los que ya no les resulta tan sencillo recuperar la posición tras subir a centrar. Un muro, una pared, un paredón. El mismo que tenía yo frente a las narices el otro día, en Ávila, cuando mi teléfono empezó a pitar anunciando el gol de Thomas en el descuento. Un muro. Una muralla. Pero de esto, ya lo veréis, no se hablará. Ni del récord de imabatibilidad del Cholo fuera de casa, ni de que los culpables de que no hayamos podido fichar hayan cambiado de escudo y de estadio sin contar con la masa social. Si acaso se hablará de que Oblak se va al equipo vecino de la capital, que se viene el derbi y, ya se sabe, estas dos semanas darán para que más de media plantilla del Atleti se vaya en enero, para que el Cholo firme por dos o tres equipos diferentes, para eliminarnos de Champions y de Copa sin esperar a milagros ni partidos de vuelta y para darnos por muertos en Liga como cuando el Girona ganó a los vikingos que, entre su hinchada (o lo que sean), sólo se oían juramentos y daban por perdida la competición. 

Lo dicho, que aúpa Atleti. Siempre.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

El fuego del Qarabag


Atleti 1 - Qarabag 1

Hasta aquí llega el olor a quemado. La humareda es tal que corremos un serio peligro de intoxicación. Demasiado humo ha dejado el paso de los de la tierra del fuego por el Metropolitano. Un incendio que comenzó en Bakú donde tampoco pudimos pasar del empate ante un equipo, sobre el papel, infinitamente más pobre técnica, física, histórica y económicamente. "Cualquier resultado inferior al 3-0 es un fracaso" vaticinaba mi hermano en una previa con más turistas que aficionados. "Hoy es un día para ahuyentar los fantasmas", me prometía yo en un deseo de que el Qarabag fuera el punto de inflexión con el que comenzar a marcar goles, a ganar, a depender de nosotros mismos en una competición que nos ha negado el pan y la sal, en la que los nuevos atléticos se creen que podemos pedir a la carta y donde este año el equipo parece habérsele indigestado el menú del día con el que tan satisfechos habíamos quedado otras temporadas. La vida. El fuego.

Ayer me quemé. Como casi todos los que estábamos en el Metropolitano rodeados de guiris disfrutando de "la experiencia Champions". Me quemé con el planteamiento del Cholo, porque se empeñó en sacar a los mismos que contra el Villarreal como queriendo insistir en que no hay más. Me quemé porque no vi al equipo con intensidad. Me quemé porque fallamos muchas ocasiones, algunas tan claras que me daban ganas de bajar a mí a rematar. Me quemé con un arbitraje de tarjeta floja y mucha interrupción de ley de la ventaja. Me quemé porque oí silbar en mi estadio a mi equipo por supuestos aficionados que se supone van allí, como yo, a animar y apoyar a los que van de rojo y blanco. Menos mal que el Frente Atlético estuvo a la altura (no como el otro día) y se arrancó con un ¡vikingos no! ¡vikingos no! para dejar bien claro que esta es nuestra casa, que este es nuestro equipo y que nosotros estamos en las buenas y en las malas. Y ahora tocan malas. Porque el pestazo a quemado llega hasta aquí. El humo se nos mete en los ojos y no nos deja ver. Pero ojo, que aún no sabemos qué consecuencias ha tenido el fuego. Tampoco si ha habido heridos y en qué grado.

La verdad es que ahora no dependemos de nosotros mismos. La verdad es que aún no estamos matemáticamente eliminados. La verdad es que hay que ganar a la Roma en casa y al Chelsea en Londres pero que, además, hay que confiar en que los de la tierra del fuego conviertan en cenizas a ingleses o italianos, o a los dos. Y eso, es verdad, se antoja casi como un milagro. Pero nosotros, los del Atleti, somos expertos en llevarle la contraria a la razón. Somos un equipo de levantarnos una y otra y otra vez. De no tirar nunca la toalla, de no dar jamás nada por perdido. Somos de luchar y luchar y volver a luchar.

Ya habrá tiempo de buscar culpables, de pedir responsabilidades. Por de pronto estamos invictos en Liga con diez jornadas disputadas. Por de pronto hay posibilidades matemáticas y épicas de pasar de ronda en Champions. Por de pronto, también podemos ganar la Copa. Lo único cierto es que no hemos podido incorporar ningún futbolista porque alguien ha hecho mal su trabajo (y aquí nadie ha pedido cabezas), también es una verdad como un templo que nos han cambiado de estadio sin necesidad, sin haber invertido en una reforma seria del Calderón y sin preguntar. Y, por último, otra verdad irrefutable: tenemos un logo en vez de un escudo y no nos acabamos de acostumbrar. Pero no pasa nada. Y si pasa, se le saluda.

Mientras tanto, a seguir remando. A pensar en levantar la moral del grupo para competir contra un Depor que viene embalado después de golear en Canarias. Apaguemos este fuego inútil. Porque no hay más cera que la que arde. Y si alguien está con ganas de quemar en la hoguera a los culpables, lo tiene fácil. Que el próximo día vaya al Metropolitano, que encienda una pira en el descampado, y que cuando vea a Gil Marín o a Cerezo, les invite a inmolarse envolviéndose en las llamas de la purificación que hagan justicia a nuestro club, a su negocio.

En las buenas y en las malas, aúpa Atleti. Siempre.