lunes, 21 de octubre de 2019

El Atleti, Jekyll en Liga y Hyde en Champions

El equipo celebrando el gol del empate frente a la Juventus en el primer partido de la Champions 19/20 en el Metropolitano.


Mi amigo Youssef me ha mandado este fin de semana un audio de wasá comentándome la actualidad de nuestro querido Atleti desde Casablanca. Eran cinco minutos de análisis sobre el estado del equipo con el que coincido plenamente. A Youssef le conocí gracias a este blog hace ya más de diez años. Desde entonces nos hemos visto en dos o tres ocasiones, en el Calderón y en el aeropuerto de Casablanca, animando al Atleti y hablando siempre de nuestra pasión común. Ahora, además, se ha convertido en un agente FIFA y conoce el fútbol profesional desde dentro.

Coincido con Youssef en que el Atleti en Liga está falto de gol. No hay más que ver los números. Y en que nuestros delanteros no tienen la efectividad que se les supone. Yo añadiría aún más. Creo que Diego Costa ha perdido la mala leche que le ayudaba a marcar la mitad de cada gol y que Morata no acaba de comprender que a los del Atleti todo nos sigue costando el doble. No lo entiende Álvaro ni lo entienden unos miles de aficionados que vienen al Metropolitano a VER un espectáculo en lugar de a VIVIRLO, en vez de FORMAR PARTE de él.

Ambiente de Champions

Dice mi hermano Rícar, que lleva medio siglo viviendo en rojiblanco, que el estadio en Champions se transforma como el equipo. Que no tiene nada que ver con el ambiente de Liga. Y creo que tiene toda la razón. La explicación quizá tenga que ver con que en Champions se acercan hasta el Metropolitano (y antes hasta el Calderón) los atléticos que vienen de lejos, que no tienen la posibilidad de seguir al equipo durante la competición doméstica y que, por eso mismo, llegan al campo con más ímpetu, fuerzas renovadas y el deseo de empujar desde la grada fuerte la voz. Y se nota. Y los futbolistas lo notan. Y en el juego se refleja. Lo tengo clarísimo.

Quizá sea este el motivo por el que en Champions estamos coliderando el grupo con la Juventus, a la que empatamos en casa remontando un 0-2 con la gasolina de la pasión contagiada desde la grada y tras vencer a los rusos en casa de san Pedro. Sin embargo, en Liga, acabamos de caer de los puestos de Champions y somos quintos, empatados con la Real -cuarto- y el Sevilla -sexto- y por detrás de Barcelona, los de ACS, la sorpresa rojiblanca del Granada. Y aunque no marcamos apenas goles (llevamos 8 en 9 partidos) tenemos a obli-Oblak (cada día te quiero más) al que sólo le han marcado cinco.

No voy a entrar a valorar la tarea de Simeone. Es obvio que algo falla en el equipo cuando apenas hacemos gol. Y que el entrenador tiene mucho que ver con ello. Pero en una plantilla donde hay ocho futbolistas nuevos (Lodi, Trippier, Felipe, Hermoso, Llorente, Joao, Herrera y Saponjic) y de la que han salido pesos pesados como Godín, Filipe, Juanfran, Rodrigo o Griezmann creo que lo suyo es tener paciencia y esperar a que asimilen las rutinas del entrenador, se empapen de la cultura del equipo y no dejen de sentir el aliento desde la grada. Yo confío en Simeone, pero no soy ciego. Hay mucho margen de mejora.

El martes, cuando el Atleti despliegue su brillante cara europea, -y aquí me la juego y hago un vaticinio sin necesidad de sacrificar ningún animal para leer sus vísceras- los mismos que salieron echando espumarajos por la boca del estadio -y sobre todo en las redes sociales y los chiringuitos subvencionados- serán los primeros que saquen pecho por el resultado, por la clasificación, por el juego y hasta por el planteamiento del Cholo y los cambios en los que, dicho sea de paso, suele acertar casi siempre (no en vano tengo una etiqueta en el blog que dice "Cholocambios" casi desde que llegó).

Aúpa Atleti. Siempre.

"Dale, dale alegría a mi corazoooooooon, la Liga de Campeones es mi obsesiooooooon..."


jueves, 10 de octubre de 2019

Vuelve el fútbol

Con el parón de selecciones he estado buceando en algunos textos antiguos que había en una carpeta olvidada de mi ordenador. Y me encuentro con este articulito escrito en agosto de 2015. He progresado muy poco. Casi todo sigue exactamente igual. Lo comparto.




Estuve echando cuentas y me salían más de ocho horas a la semana. De ahí para arriba. Ese es el tiempo que dedico al fútbol cuando el balón echa a rodar. 

Porque si el Atleti juega en casa… que si vas, que si te tomas algo, que si te desfondas animando, que si te vuelves afónico. Total, cuatro horas no te las quita nadie. Luego mírate los resúmenes de los otros nueve partidos de primera a razón de cinco minutos por encuentro. Tres cuartos de hora de reloj-despertador. Que si te enganchas en la tableta y -ya que tienes los cascos puestos, y tu cómplice en la vida está dormida, a tu vera, ahorrándote esas miradas compasivas cada vez que el Atleti se cruza en tu camino- te pones a ver los cinco mejores goles de la jornada, las cinco mejores paradas, las declaraciones de los más destacados… y hasta los goles de Segunda. Otros tres cuartos de hora. La una y media de la mañana. A esto hay que sumar la lectura de crónicas, noticias y comentarios chuscos en distintas redes sociales. Una horita más, fijo. Y, por supuesto, las conversaciones en wasá con amigos rojiblancos y la peña virtual de los Riesco. Ya digo que me salen más de ocho horas a la semana. Más que nada porque el Atleti también juega Copa y Champions. Una jornada de trabajo, vaya. Y eso que tengo abandonado el blog que abrí para contar cómo iba de mi enfermedad, de esto de hacer el indio.

He titulado “Vuelve el fútbol” pero en realidad a mí el fútbol, como que no. En serio. Ya pueden jugar el enésimo partido del siglo las dos superpotencias mundiales del balompié que, si no juegan los de rojo y blanco, para mí tiene el mismo interés que la defensa de una tesis doctoral sobre el crecimiento de las coles sin pesticidas agrotóxicos en Bruselas y sus merindades.

Tenía que haber titulado “Vuelve el Atleti”. Este fin de semana regresa la locura, mi pasión, el hacer malabares con el tiempo para no desatender lo esencial sin dejar de disfrutar de lo importante. Porque el Atleti, como decía en uno de sus spots, “me mata, me da la vida”. Y como cantamos en el Calderón: “Muchachos, hoy viajamos juntos otra vez. Enamorado del Atleti, no lo puedes entender”.

lunes, 26 de agosto de 2019

Thomas Partey es del Atleti antes que vosotros


Leganés 0 - Atleti 1

Las redes sociales, el anonimato y la ignorancia son una cóctel peligroso. Tanto que, lo mejor, es dejar de seguir o bloquear a ciertos 'infraseres' sin otra ocupación que la de insultar sin conocimiento, sin sentido y, con mucha probabilidad, sin vida offline.

Ayer en Butarque el Atleti se encontró con un Leganés al que jamás había vencido. Nunca. Un equipo aguerrido y ordenado capaz de desactivar un centro del campo con la calidad de Lemar, la polivalencia de Saúl, la experiencia de Koke y el músculo versátil y espectacular de Thomas.

No fue el mejor día del "sueco", que es como mi hermano llama al bueno del ghanés. Ni mucho menos. Thomas Partey estuvo muy desacertado en el pase, lento en las recuperaciones y cometió errores soeces incluso dentro del área. Pero de ahí a insultarle como se le insultó en las redes sociales hay un abismo.

El bueno de Thomas Partey tiene 26 años y juega en casi todas las posiciones que un entrenador pueda soñar. Y lo hace con garantías -aunque no siempre tenga su día-. El africano llegó al Atleti con 19 años para hacer un temporadón en el Madrileño de Alfredo Santaelena. Luego se fue una temporada cedido al Mallorca en Segunda y después otra al Almería en Primera. Esta es su quinta temporada en el Atleti de Simeone.

Ha jugado la friolera de 140 partidos con la rojiblanca y ha metido 12 goles sin ser su cometido. La mayoría auténticos obuses por la escuadra. Y algunos tan decisivos como el pepino que le clavó al Depor de falta directa en el último minuto y que supuso el 0-1 de la victoria en la 2017-18.

Ayer, en Leganés, no tuvo un buen día. Hizo un mal partido. El Cholo le cambió por Marcos Llorente y, sin que el compañero que le sustituyó tocase el balón, marcó el Atleti su único gol. Trippier -un lateral inglés con pinta de encofrador del que soy devoto- se la puso a Joao Maravillao para que, en una de sus diabluras (quizá la única en la que no le rascaron el tobillo) se la dejó a Vitolo para que la depositara, con esa finura canaria que tanto nos gusta, en el fondo de la red.

Faltó tiempo para que los que se han apuntado al Atleti ganador del Cholo se tirasen a la yugular de Thomas. En lugar de celebrar el gol que nos ponía por delante, la jugada espectacular, la resurrección de Víctor Machín, el récord de partidos de Koke, la portería a cero de Oblak y el ambientazo rojiblanco de un Butarque con la rabia vikinga entreverada en sus gradas... no, lo mejor es hacer comentarios asquerosos contra uno de los nuestros. Contra un futbolista que se entrega y lo da todo cada vez que se enfunda nuestra camiseta.

Podrá gustar más o menos un futbolista pero, si lleva la rojiblanca, hay que animarle hasta reventar. Y si tiene un mal día, se dice, pero con respeto. De lo contrario, a la otra acera a berrear.

No digo nada de la lucha sin premio de Morata, el carácter de Savic -y su gesto de sicario kosovar-, los Cholocambios que volvieron a funcionar y, como bien dice mi amiga Helena Platas, esa posición ahí arribita en la tabla que nos convierte en CHOLÍDERES (con dos goles a favor, seis puntos de seis, que los del equipo del pueblo somos muy 'apañaos' y administramos lo poco que tenemos).

Para los ciervos que echan espuma por la boca y berrean contra "lo mal que juega el Atleti" sólo queda advertirles que si jugando mal llevamos seis de seis, ojito a cuando empiecen los de rojo y blanco a jugar bien. Mucho ojito.

Señores, yo soy del Atleti...


lunes, 19 de agosto de 2019

Los nueve nuevos y Joao Maravillao


Juan Félix, el Niño, el Chaval, el Menino es el fichaje más caro en los 116 años de historia del Atleti. Y va a resultar barato.

He de confesar que hasta que no le fichamos desconocía quien era Joao Félix Sequeira, el portugués de Viseu que en noviembre cumplirá 20 años y que tenía enamorada a la afición de las águilas en la capital lusa. Del Benfica ya nos trajimos a Oblak. Ahí lo dejo.

En una pretemporada televisada desde Estados Unidos y Alemania, en la que el Atleti ha jugado siete partidos -sólo uno en España, en el Burgo de Osma- y ha salido invicto, la joven perla portuguesa ha brillado con goles, asistencias, desmarques, detalles, brega y mucha humildad. Un espectáculo, vaya.
El domingo 18 de agosto se estrenaba el Atleti en Liga, frente al Getafe, para inaugurar la temporada 19-20 en el Metropolitano. Hay nueve nuevos: Felipe, Nico Ibáñez, Lodi, Mario Hermoso, Trippier, Héctor Herrera, Marcos Llorente, Saponjic y Joao Félix.

Atleti 1 - Getafe 0

El nuevo Atleti es el Atleti de siempre. Vuelve el unocerismo del Cholo que provoca espumarajos en la boca de todos los gurús balompédicos. Diego Pablo dio ayer un nuevo golpe en la mesa y sacó a los feos en el once titular. Enfrente estaba el Geta de Bordalás, un hueso que se metió en Europa y que hizo un grandísimo partido impidiendo el fútbol del Atleti yendo continuamente al choque, al límite. Parecía el Atleti del Cholo cuando la plantilla era como la del Geta. Puro sacrificio.

Las nuevas normas y el penoso colegiado apellidado Cuadra dejaron el partido en diez contra diez a la media hora, poco después del cabezazo de Morata tras espectacular servicio del profundo, certero, serio y trabajador lateral derecho que ha venido desde el Reino Unido para deleitarnos con sus pases medidos tras envenenada carrera. Me enamoró ayer Trippier. 

La expulsión de Lodi, por doble amarilla en menos de un minuto, parecía una pésima compensación arbritral tras la roja directa -VAR mediante- por entrada de Molina tocando el talón de Aquiles a uno de los nuestros. En dos minutos, dos expulsiones.

Lo mejor del partido, sin embargo, no fue el gol de Morata-Trippier, ni ver a los nuevos derrochando coraje y corazón como los viejos. Tampoco la falta de trabajo de Oblak, o los nuevos dorsales que recordaban a Godín en el cuerpo de Josema Giménez. Lo mejor del partido, sin ningún lugar a dudas, fue el jugadón de Joao Maravillao.

Juan Félix recupera en nuestro campo y regatea a un contrario que le hace falta. Pero sigue. Sortea a otros dos, que también le hacen falta. Continúa. Se mete en el área y le vuelven a hacer falta. Penalti. 
En una misma jugada creí ver la velocidad de Futre, la potencia de Vieri, la clase de Torres, el regate de Alemao, la sabiduría de Luis, la picardía de Sabas, el duende de Kiko, la personalidad de Arteche y la humildad de Gárate. El penalti lo tiró Morata. El portero del Geta lo paró. ¿A quién le puede importar esto después de contemplar esa obra de arte rojiblanco concentrado?

Uno cero. Tres puntos. Y el Cholo -una vez más- ejerciendo de entrenador animador.

Luis Aragoneeeeeeees, Luis Aragoneeeeees, Luis Aragoneeeeeeees, Luis Aragoneeee eee eeees.