viernes, 28 de octubre de 2011

El sueño de los justos


Athletic 3 - Atleti 0

Me dormí. Estuve todo el día de un lado para otro, con muchísima tensión por cienes y cienes de asuntos varios que convierten mi vida en un continuo ir y venir. En moto, en coche, a la carrera, conectándome en casa, en el móvil, pendiente de un correo, de un sms, de que se estropea el pc de casa, de que la compra no llega, de esa reunión que siempre se pospone, de un compañero que se rompe una mano, los visados para Centroáfrica, el permiso para Tailandia... vamos, que llegué a casa y apenas tuve tiempo de jugar con mi hija antes de darle la cena y meterla en la cuna. Y después. Después venía el momento de la cena para saltarme todas las dietas de mi endocrino. Una pizza gigantesca con abundante salsa barbacoa mientras veía cómo el Espanyol amarraba los tres puntos en casa frente al Betis. Era mi momento, el momento de ver al Atleti, la esperanza de un partido contra un equipo, el Athletic, que manteniéndose fiel a su espíritu y su idiosincrasia, ha conseguido desterrar el fútbol marrullero, especulativo, muscular y cavernícola de Caparrós para convertirse en un auténtico equipazo de clase, técnica, toque y, sobre todo, mucho mucho esfuerzo, mucha mucha intensidad, mucho mucho compromiso. Como a mí me gusta. Equipazo ayer el de Bielsa.

Claro que sólo vi la primera parte. Y de ella me quedo con Turán batallador y con un equipo que no está acertado. Con Falcao dejando de ser "maravillao" y fallando en un uno contra uno con todo a favor. Con Reyes y su cabeza queriendo jugar a más velocidad de la que le permiten sus piernas. Con Diego queriendo hacer todo sin hacer nada. Con Gabi y Asunçao buscando su sitio y sin tener apenas el balón. Con un Filipe Luis al que sólo le recuerdo un buen partido con nosotros, el del día de su debut. Con muchas ocasiones y ningún gol. Pero buen partido.

Me fumé un cigarro en el descanso para no dormirme, pero lo último que recuerdo es que llovía a cántaros y apenas era el minuto siete de la segunda parte. Llorente había salido al campo después de haberse medio lesionado al final de la primera parte y haberle dicho a Bielsa que no sacara aún a Toquero porque él es un león y, aunque es riojano, ya tiene nacionalidad bilbaína. Faltaría más, coño.

Total que cuando me desperté el partido había acabado. Eran las doce en punto de la noche y en la tele ponían repeticiones sueltas con musiquita de fondo. Y ví un gol de Llorente. "¡Joder, nos han marcado uno!" pensé antes de irme a la cama. Pero no, enseguida vi otro gol de Llorente, y era distinto al anterior. "Pero bueno, ¿cuántos nos ha metido el que no acabó de lesionarse?" pensaba mientras apagaba la tele antes de meterme en el catre. A pesar de que me caía de sueño no pude resistir la tentación y puse la radio para ver si daban el resultado antes de dormir a pierna suelta. Nada. Apenas si oí a Toquero en una entrevista que decía que el Atleti tenía un equipazo y que había sido muy difícil ganarles. "Igual hemos metido uno y al final hemos estado apretando y el árbitro nos ha robado un penalti y hemos tirado cuatro tiros al poste..." soñaba antes de conciliar el sueño.

Esta mañana me he despertado con el 3-0 en Bilbao. He leído crónicas, he visto las imágenes con los resúmenes, he buceado por los blogs de las grandes plumas rojiblancas. Y me quedo con una frase de Emilio en su "Agonía del mediapunta". Después de hablar del barro que tras la lluvia ya no se ve en los estadios como San Mamés, después de recordar los clásicos entre el Athletic y el Atleti, después de mostrar su pena y desesperación por la situación del equipo desde hace 20 años con la llegada del duoprescrito, sentencia: "Drenan los campos, pero no drenan los despachos".

Claro que tampoco hay que dejar de visitar "Las Crónicas del Tomi" donde advierte de que el domingo vendrá el Zaragoza y, como siempre desde que llegó el duoprescrito, cantaremos con las peñas como si nada hubiera pasado y diremos -otra vez, y van equis- "Manzano, vete ya" y todo ese rollo que nos despista del verdadero cáncer del Atleti. En fin.

Y hoy no hay ánimos para terminar.

lunes, 24 de octubre de 2011

El frío y la lluvia no acaban con la sequía

Udinese 2 - Atleti 0

El jueves me comí con patatas un bodrio de partido italiano en el que el frío de los Alpes dejó congeladas las pocas ideas de un equipo que comenzó como un tifón y ahora mismo es apenas una brisa marina, poco más que un céfiro maloliente. Un pedo. O sea.
Los del Udinese, con mucha defensa y un contraataque efectivo nos endosaron dos pepinos en cinco minutos. Justo al final, cuando los nuestros se daban satisfechos con el enésimo empate a cero. Es otra competición. Es Europa. Aún tenemos muchas posibilidades de pasar de ronda. Pero la imagen internacional y la mala leche que se me pone al evitar dormirme para ver un partido del Atleti... es algo inexplicable. Y todo esto un día de diario a las siete de la tarde. Que digo yo que si no tengo otra cosa más importante que hacer. Con la cantidad de libros que tengo amontonados en la mesilla, con la de papeles sin contestar que hay sobre mi mesa, con la cantidad de correos electrónicos acumulados y con una hija que acabará odiando al Atleti porque, en vez de jugar con ella, me quedo viendo cómo no juegan los jugadores. A la mierda.



Atleti 1 - Mallorca 1

El domingo amanecía en Madrid con un sol que invitaba al optimismo, a ir al fútbol, a convencer a mi chica para que viniera al Calderón y a aprovechar la tarde disfrutando de una goleada que hiciese olvidar los fantasmas, las crisis, los Manzanosveteya y todas esas gilipolleces que nos desvían del verdadero cáncer de nuestro equipo: ELDUOPRESCRITO, el negociete de los Gil y los Cerezo, el maldito negocio de compra-venta de jugadores donde el fútbol, la afición, los triunfos y la historia son meras comparsas y objetivos secundarios. Adornos necesarios. El Atleti, señores.

Parecía que el cielo iba a dejar en ridículo a los hombres y mujeres del tiempo. Los meteorólogos habían anunciado lluvias en Madrid por la tarde y, ya digo, el sol brillaba por la mañana como si estuviéramos en mitad de la primavera. Pero la cosa se torció.

Diego no contesta
A eso de las tres de la tarde el cielo se puso negro, las nubes se apretaron y cayeron las primeras gotas. Mi hermano me lanza un mensaje: "No voy al fúrgol" y yo me sumo a su moción: "Falcao y yo somos duda. Él tiene más posibilidades de jugar que yo de ir a verles". En esto Diego Ribas suelta en Twitter que está con ganas de jugar y que hay mucho ambiente alrededor del campo. Yo no me aguanto y le pregunto si merece la pena ir a verles, si hoy van a hacer algo, si realmente me asegura que lo darán todo y que no me arrepentiré de no pasar la tarde jugando con mi hija. No hay respuesta.

Decido oír llover desde casa y disfrutar de mi enana. Pongo GolTV y me martirizan los comentarios infumables, aburridos, técnicos y coñazos de mi odiado Juanma Lillo. Para llorar. A los veinte segundos ya nos habían pitado un penalti en contra porque Silvio se gira (me da igual que tenga el brazo pegado o sin pegar. Este año la normativa arbitral dice que mano es mano. Pegada o despegada) y en lugar de dejar que el balón le golpee el pecho, pues le golpea el brazo. Penalti, aunque me joda. Pero penalti. Lo lanza el que lanza todos los penaltis en el Mallorca (lleva cuatro de cuatro y sólo cuatro goles) y gol. De lujo. En el minuto dos, casi sin empezar el partido, y ya les hemos dado un gol de ventaja. Y esto contra un equipo entrenado por Caparrós, o sea, el del blues del autobús, el rey de la pérdida de tiempo, el emperador del fútbol de resultados, el magnate del cerrojazo, del no espectáculo y del "lo importante es que no nos marquen, si marcamos, pues mejor".

Nada de nada
Y como es lógico, pasó lo que tenía que pasar. El Atleti buscando sin demasiado tino. Sacando los once córners (¡once! por ninguno del Mallorca) en corto (a pesar de que tenemos a Falcao). Falcao bajando hasta nuestra área a por el balón, Falcao poniendo el balón para que remate Diego (el mundo al revés). Todos pululando a la vez. Diego ocupando los espacios donde ya hay compañeros, Turán metiéndose un palizón para nada, Filipe Luis y Silvio sin poner un balón en condiciones, el centro del campo sin saber muy bien qué hacer. Mario Suárez y Tiago jugando a lo mismo, en el mismo espacio, sin ofrecer alternativas... en serio, un coñazo en el que ni siquiera Adrián sabía muy bien a qué atenerse. Y el bueno de mi suegro, al que le gusta el fútbol como a mí la petanca, me suelta: "Esto es un poco aburrido, no hacen ninguna jugada, ¿no?" "¡Penalti! ¡Penalti descarado!" Acababan de empujar a Falcao cuando estaba en el aire y por poco le mandan contra la valla del fondo sur. Lo lanza y lo marca. 1-1, al vestuario.

En la segunda parte todo fue igual. Manzano se da cuenta que a lo mejor conviene jugar más por las bandas para ponerle algún balón a Falcao (aunque sigue ordenando que saquen los córners en corto. Flipo) y saca a Reyes y a Salvio. Nada de nada. Para colmo quita a Adrián. Y luego le da bola a Pizzi cuando faltaban diez minutos. El chico hizo lo que pudo en el desbarajuste total.

Gracias, Manzano
Al final se oían algunos cánticos por el sonido ambiente de la tele contra Manzano. Y yo, otra vez, vuelvo a recordar que sólo podemos darle las gracias. Aprovecho el blog para hacerlo oficialmente: Gracias, Manzano, por haber venido al Atleti. Gracias por haber sido el único técnico dispuesto a convertirse en el muñeco de paja del duoprescrito, gracias porque cinco entrenadores antes que tú dijeron que no al Atleti esta temporada, gracias por tu alegría, por desbordar entusiasmo, por esa comunión con la plantilla a la que motivas con tu energía, gracias por saber cuáles son los gustos de la afición, por decirles a los chicos que saquen los córners en corto (aunque sean once en un partido sin crear peligro), gracias por poner a Tiago y a Mario Suárez a tocar la bola en horizontal, a volverla a tocar, muchas gracias, Manzano, por apostar por la cantera, por Joel, por Antonio López, por Álvaro Domínguez, por Koke... a no, que ayer no jugaron. Bueno, pues eso, que muchas gracias por prestarte a seguir con esta pantomima de equipo que dos sinvergüenzas utilizan como tapadera para sus chanchullos empresariales. Y seguro que tendremos que darte las gracias porque pronto pondrás la primera piedra (que será la quinta) del nuevo estadio, y de la nueva ciudad deportiva, y de los grandes proyectos que nada tienen que ver con los triunfos deportivos y la gloria de un equipo que, quizá dentro de un par de meses, todos estemos elogiando porque POR FIN se han ACOPLADO tras una pretemporada que nos ha llevado dos meses de competición. Por lo bien que han planificado los directores deportivos, que se me olvidaba mencionarlo.

Somos nosotros, Atleti, somos nosotros...




miércoles, 19 de octubre de 2011

En frío pero muy caliente


Granada 0 - Atleti 0

Lo bueno de escribir un blog porque sí, o sea, sin tener compromisos con una empresa que te pague o con una ingente legión de lectores, es que puedes hacerlo cuando te venga en gana. De este modo se disfruta más y nadie te puede echar nada en cara. Sin embargo, uno no puede dejar de tener pendiente una cuenta consigo mismo hasta que se pone a contar cómo vivió y qué vio en el último partido del equipo de sus entretelas. Y a eso voy.

El sábado estaba en Vizcaya, en la margen izquierda de Bilbao, disfrutando de mi mujer, mi hija, los abuelos de mi niña y los hermanos de mi mujer. Comimos todos juntos y lo único que me apenaba era que no podría ver al Sestao River en su primer partido televisado por la ETB contra la Real Sociedad B (ganaron los del River 0-2, bien). Después del cafecito y de renunciar a la siesta metí a mis chicas en el coche y pusimos rumbo a la capital sin idea de ver el partido del Atleti. Más que nada porque jugaban (eso es lo que pensaba a esas horas, que iban a jugar) a las 22:00 horas y yo tenía que levantarme a las 03:00 para coger un avión con rumbo a Roma. De modo que la idea original era llegar, bañar a la enana, contarle un cuento, cenar algo ligerito con mi chica y meter horas de sueño antes de darme el madrugón para ir a Barajas. Pero el Atleti es más fuerte que yo.

Mi mujer no aguantó ni cinco minutos. Me dio un beso y se fue a leer mientras yo me apropiaba del sofá en toda su integridad, colocaba un cenicero a mano y me disponía a ver al Atleti aún a riesgo de no pegar ojo y llegar a la ciudad eterna con unas ojeras del quince y huyendo de las garras de Morfeo ante una reunión de ocho horas que venía preparando desde hacía meses.

Lo que pasó en el partido de todos es conocido.

Han pasado ya cuatro días desde aquello. Supuestamente tendría que estar todo muy frío. Es más, ahora mismo debería de estar especulando sobre las lesiones de Silvio, Salvio y Turán para enfrentarnos en la UEFA al líder del calcio, al Udinese. Pero nada de nada. O mencionar aquí la nueva publicidad del Atleti anunciando una empresa que aún no sabemos qué vende, a qué se dedica o si se confirma que es un pufo más del dúo prescrito. Tampoco. El escozor del empate y el desastre de partido atlético (que no rojiblanco, porque los granadinos hicieron con nuestros colores un partido más que meritorio) aún no me deja centrarme en futuros inmediatos. Y supongo que hasta que no arroje fuera de mí la mala leche de los 90 minutos que perdí de sueño por su culpa, no me quedaré tranquilo. Voy a ello.

Lo de Manzano y su trivote me tiene hasta los cojones. Lo de Manzano y sus experimentos con Juanfran de lateral derecho como si no tuviéramos cantera, no lo soporto. Lo de Manzano y sus gafas de colores, su cara de tristeza, su traje de comunión y sus peroratas al acabar los partidos es ya de traca. No se puede justificar un empate contra el Granada. Y no hablo sólo de presupuestos, ni de historia, ni de los 600 aficionados de nuestro equipo que pagaron un dineral por una entrada en los Cármenes, ni siquiera de los internacionales y el puto virus fifa y la madre que los parió a todos. Lo que no puede ser es que el equipo salga a jugar contra el Granada como si tuviéramos que defender el empate a cero, con un solo punta que acababa de llegar de un viaje de ida y vuelta a Bolivia (que yo me fui a Roma el domingo y el lunes cuando llegué a Madrid estaba medio muerto. Bueno, sí, es cierto que el Atleti me jodió unas horas de sueño y que la cena en el Trastévere se alargó con la grappa y todo eso). En realidad, lo que no puede ser, es que el Atleti juegue sólo con un delantero contra el Granada.

Que sí, que vale, que mucho toque (horizontal e inútil, por otra parte), pero que no podemos jugar sólo con Falcao arriba. Y mucho menos sin meterle un balón en condiciones desde el lateral. Los pocos que le llegaron fueron en vertical y, claro, Falcao remata, pero no le podemos pedir que haga como Agüero, como Forlán, que reciban, controlen, regateen, inventen y la claven (porque, entre otras cosas, siempre tenían un compañero de ataque que les facilitaba toda la maniobra anteriormente enumerada).

Lo de Reyes comienza a ser desquiciante. No sólo quiere meter siempre el gol de la jornada (por lo que falla el gol necesario para ganar un partido) sino que está todo el santo partido revolcándose en el suelo. Cuando le dan y cuando quiere hacer ver que le han dado sin que esto suceda, que es lo más habitual. Está poco fino el gitano. Pero la culpa, insisto, es de un entrenador que tiene más miedo que vergüenza y de unos futbolistas que eran absolutamente geniales en sus equipos de procedencia y que, nada más llegar al Atleti, parece que se contagian de la sinvergonzonería de sus dueños. Parece que esperan a que su trabajo prescriba mientras siguen cobrando. Parece que pueden robarnos impunemente las ilusiones y, lo que es peor, el fútbol que nos ofrecieron durante tres partidos seguidos (Sporting, Racing y Vitoria).

Creo que con esto ya es suficiente por hoy.

Lo que más rabia me da es que yo estaba absolutamente convencido de que este año teníamos mejor plantilla (lo sigo creyendo, que conste). Y también de que este año veríamos, por fin, fútbol del Atleti (no me queda otra que seguir confiando en esto). Esperemos que, como dicen los gurús de las pelotas, sea sólo una mala racha y que el Atleti encuentre su estilo y, sobre todo, el camino al gol. Porque, señores, aún no hemos marcado fuera de casa. A ver si mañana contra el Udinese me compensan desde Italia la mala leche que me llevé yo allí.

Vamos, Atleti, vamos.

lunes, 3 de octubre de 2011

No era el día


Atleti 0 - Sevilla 0

A veces, cuando llego a casa después del partido, me pongo a ver los resúmenes, las tertulias, a hurgar en la red, y me planteo si realmente he estado en el Vicente Calderón. Entonces carraspeo y noto la garganta anestesiada de gritar y fumar, la cara ardiendo de soportar el sol durante toda la primera parte, el sabor a pipas en la lengua y una mala leche propia de las malas tardes rojiblancas. Y claro que he estado en el campo, los que no han estado son esa panda de mangantes que se ganan la vida tirando de título periodístico y rellenando minutos de radio y televisión, de papeles y digitales. Conclusión: no han visto el partido, hablan según les dictan sus bastardos jefes, cuentan la peli siguiendo el guión marcado. 
No voy a dar nombres. Entre otras cosas porque no los recuerdo. Soy más de ahorrar materia gris para asuntos realmente importantes. Pero lo cierto es que ayer por la noche, agotado tras el bochornoso espectáculo del antifútbol sevillista, ante la parsimonia y la lentitud del Atleti, oí a varios de estos lameculos diciendo que el Atleti había hecho un gran partido y que le había faltado el gol. En fin. Lo peor es que Manzano había dicho lo mismo en la sala de prensa. ¡Ah, claro! ¡Ahora lo entiendo! Estos tíos que van de periodistas deportivos se limitan a buscarle argumentos y darle pábulo a la voz oficial del club de Gil y Cerezo. O al monigote de turno, al Manzano que toque. De modo que seguí zapeando por la tele y por el móvil hasta que me topé con varios resúmenes donde volver a ver con detalle, desde otro ángulo, con las pertinentes repeticiones y cámaras lentas lo que desde el estadio sólo veo una sola vez desde mi sitio y siempre que no haya algún tonto del culo que se levante de su asiento sin motivo aparente.

Lo que yo vi
Desde mi sitio vi a un Atleti temeroso del Sevilla. A un Sevilla que vino a racanear un punto desde el minuto uno perdiendo tiempo y jugando como sólo ellos saben hacer: el más cochino y asqueroso antifútbol. Da igual el entrenador que esté (y mira que Marcelino me cae bien) es que lo llevan en los genes. Todo el partido con marrullerías, perdiendo absurdamente el tiempo, provocando, amenazando, insultando, destrozando la moral del contrario y del público hasta que logran sacarles y sacarnos de nuestras casillas. Un espectáculo bochornoso. Aunque esta vez les salió muy bien. Y mejor que pudo haberles salido si el gabacho impresionante -que se irá el próximo año- que tenemos bajo los palos no hubiera hecho tres intervenciones de mucho mérito. Muy bueno el no-fichaje. Gracias, Caminero. Gracias a los que siguen enriqueciéndose con el Atleti que nos robaron.

También vi a Silvio muy flojito. Perdiendo balones atrás y casi sin entrar en juego por la banda derecha. Especialmente en la primera parte. Parecía que todo el juego tenía que entrar (cuando entraba por banda, que no era lo normal) por la izquierda de un Filipe Luis que sigue sin explotar, que sigue temiendo equivocarse, que no confía en sí mismo y que no había caído en la cuenta de que tenemos al mejor rematador de la Liga aunque él no le ponga un solo balón en condiciones.

Vi a Domínguez fallando en su línea, muy trabajador, pero errando en lo sencillo. Y junto a él a un Godín fuera de sí ante las provocaciones de los sevillistas. Mención especial al chileno Medel, un futbolista (o lo que sea) que se pasó el partido entero peleándose, insultando, amenazando y calentando al personal. De vergüenza. Eso sí, muy en la línea del Sevilla FC.

En el centro del campo alineó Manzano (mira que es triste este tío) un rombo, o algo, con Turán y Reyes por las bandas, Mario Suárez más retrasado y Diego en la parte más ofensiva, tanto que en ocasiones estaba por delante de Falcao. El colombiano baja a defender los córners y ayer tenía que ir a buscar la pelota casi hasta el centro del campo. Luego se la echaban para que corriera y, claro, Radamel es rematador, no es un Fernando Torres, un Agüero, un Forlán de la vida. Que lo queremos todo, coño.

El turco me gusta. Ayer también me gustó. Un tío serio, trabajador y con criterio. Lo de Reyes supongo que no tiene arreglo. Por mucho que le castigue Manzano con el banquillo (antes o durante el partido) creo que no conseguirá que suelte la pelota. Es un cartero que, además, ayer falló dos goles por su puñetera manía de querer meterla para que le saquen en el telediario, como el de la Real Sociedad contra el Bilbao desde su campo, como la chilena del Málaga contra el Getafe en el descuento. Y no puede ser, Reyes. El bueno de Diego es un fenómeno técnico. A veces parece más un jugador de fútbol sala que de hierba. Toca el balón con gusto y maestría, pero no sé por qué me da que no está muy en forma y que necesita demasiada atención. Vamos, que es de los que tiene que tener a todos a su servicio para recibir y para dar balones. Ojalá me equivoque.  De Mario Suárez no haré sangre. El chaval es demasiado lento. ¿Por qué siempre para el balón con el pecho? ¿Por qué todos los partidos pierde una bola comprometida que se convierte en contraataque peligrosísimo? ¿Por qué es tan blando? ¿Por qué no sabe hacer faltas sin que le saquen tarjeta? Necesita mejorar, y mucho.

Y de Falcao todo está dicho. Ayer no le pusieron un puñetero balón en el área. Y el único que le llegó a la cabeza no lo pudo rematar porque le hicieron un penalti de libro. ¿Hay que tirarse si te hacen penalti? ¿Si no te caes, aunque no te dejen rematar, no es penalti? Luego los centrales se pasaron todo el partido repartiéndole credenciales sin que el árbitro se enterase de nada. Violencia de baja intensidad. Eso sí, falló un gol en la segunda parte a metro y medio de la portería que lo meto hasta yo. Estaba visto que no era el día.

Y así se pasó la tarde. Una tarde soleada y veraniega para lo que viene siendo el otoño de octubre junto al río. Una tarde en la que nos sobró un abono que no quisimos poner a la venta por si la entrada la compraba un sevillista, una tarde en la que mi hija tenía fiebre en casa, una tarde de poco fútbol y muchos errores, de más de lo mismo, de cánticos repetidos y absolutamente infames que no representan a los aficionados al fúbol, y menos a los atléticos. Una tarde sin goles, sin alegría, con un árbitro calamitoso y un juez de línea pelirrojo empeñado en ser protagonista. Una tarde donde lo mejor, sin duda, fue llegar a casa y ver a tu hija curada ponerse la gorra del Atleti y pronunciar con su lengua de trapo el nombre de nuestro equipo.

Vamos, Atleti, vamos.