martes, 21 de marzo de 2017

Gabi y Saúl, que no viceversa


Atleti 3 - Sevilla 1

No es lo mismo que juegue Gabi por delante de Saúl, que Saúl por delante de Gabi. Parece que sí, pero no. Es otro equipo. El capitán brilla mucho más -a pesar de su humildad dentro y fuera del campo- cuando el Cholo le encomienda las tareas creativas en ataque y la presión en defensa. Lo mismo sucede con Saúl. El ilicitano es una auténtica barredora en la recuperación de balones y un seguro apoyando a los dos centrales cuando la jugada a balón parado lo requiere. Es el cinco que tanto echamos de menos, el Tiago que no sabemos si volveremos a ver y el Augusto que pronto reaparecerá. Contra el Sevilla repetía el Cholo una alineación ya conocida, pero cambiaba la posición de nuestros dos mediocentros. Y dio resultado. Mucho y bueno.

Empezaba el partido con Vrsaljco, nuestro querido "Venancio", lesionándose en el minuto uno. Y la cosa parecía seria. Lo es. Ahora ya sabemos que la noticia buena es que no le operan y la mala que tendrá para uno o dos meses. Vamos, que se nos pierde casi lo que queda de temporada. Juanfran recuperó la titularidad que le había ganado el joven croata y volvió a recordarnos por qué le queremos tanto. Partidazo del lateral en defensa y en ataque. Lo mismo que Filipe Luis por la izquierda. Soberbio el brasileño, casi tanto como Godín mandando atrás y enmendando los desajustes de Savic que, poco a poco, se va ganando el puesto en detrimento de Giménez, aunque a mí me guste mucho más Lucas que los dos juntos.

Los primeros quince minutos fueron un recital rojiblanco. Un vendaval del Atleti que no logró marcar por muy poco. Gameiro le pegó al larguero tras una vaselina que tocó con los dedos Sergio Rico, sin duda el mejor del Sevilla. Los andaluces estaban desaparecidos con el lateral, Escudero, jugando de medio centro. Como cuando el Cholo pone a Saúl por delante de Gabi, pero mucho peor.

El sol pegaba de lo lindo en el anfiteatro del fondo sur. Acababa de aterrizar de Honduras y mis hijas me habían recibido con una fiesta sorpresa, se habían venido conmigo al Calderón y estaba con un jet-lag de tres pares de lo que gusten. El Calderón me mantenía despierto con un lleno hasta la bandera, pero el sol... el sol me estaba friendo y el Sevilla comenzaba a plantar cara al Atleti y a meterse en el partido. Con empate a cero empecé a temerme lo peor. Venían los de Sampaoli de quince días nefastos en Liga y arrastrando la eliminación en Champions contra el Leicester (no habrá más remedio que vengarles). Y el encuentro a orillas del Manzanares lo habían presentado como una final para asegurar la tercera plaza. Minuto cuarenta, saca una falta Griezmann al segundo palo, casi sin peligro, y aparece Godín más solo que un madridista en el área del Athletic. Cabezazo y gol. 1-0 y al descanso. A tomar la sombra al vomitorio y a pagar dos eurazos del ala por un botellín con un buchito de agua. Como si fuéramos chinos, o franceses, o norteamericanos. Que de todo había el domingo por mi zona del estadio.

La segunda mitad fue otro derroche de Saúl recuperando y de Gabi repartiendo. Gameiro seguía buscando el gol y fallando ocasiones fáciles (aún así lleva diez tantos en Liga, que se dice pronto). Una jugada de fútbol sala acaba con Griezmann casi en el área pequeña echándola contra el lateral de la portería. Parecía que se había Gameirizado, pero no. Otra falta. Zurdazo del francés que vino primero y golazo. Mucho tiempo sin ver algo parecido. Demasiado. Gol directo, con la izquierda, de Griezmann, tras pegar en el larguero y botar dentro de la raya, no como en Milán. Se acabó el partido. Adiós el miedo al empate.

El Cholo llama a Fernando Torres y el campo estalla cantando a su ídolo y leyenda como había cantado a su entrenador y salvador. La tarde se presentaba redonda. Sólo faltaba el gol del Niño para celebrar sus 33 años por anticipado. Y casi lo consigue. El pase le vino por la banda derecha, pero rebotó en un defensa cuando estaba absolutamente solo y Koke se encontró con el balón en el pie ante la portería vacía. El tercero. Ya nadie se acordaba de Gabi por delante de Saúl. Tres cero y yo tenía un 4-0 en la porra. Ya teníamos asegurados tres puntos que valían por cuatro. Nos poníamos a dos del Sevilla y peleábamos por la tercera plaza. Pero es que aún podíamos ver más goles. El equipo andaluz estaba muerto y el Atleti desatado.

Pero volvimos a fallar. En una oportunidad de Fernando Torres ante Sergio Rico pasamos del posible 4-0 al 3-1. Jugadón de Correa, el del Sevilla, que deja a Savic en ridículo y se fabrica un golazo. Fin del partido. Pudo ser, otra vez, como en Leverkusen, un 5-0, y acabamos con un engañoso y aseado 3-1. No podemos fallar tanto arriba. Sobre todo oportunidades tan claras como el balón que Gameiro intenta controlar dentro del área frente al portero, en lugar de rematar. O como Carrasco intentando hacer el gol de la jornada en lugar de pegar un punterazo y meter el balón con uña y todo. Pareciera que alguno temiera meter goles poco estéticos. O despeinarse y salir mal en la foto. Pero bueno. Que el Atleti llega al final de temporada creciendo, fuerte y apuntando muy alto.

Todos a casa contentos. Mucho. Uno de los mejores días del padre que recuerdo: Llegar de Honduras, que mis hijas me reciban con una fiesta sorpresa y me den sus regalos, comer con mi mujer, las niñas, mi hermano y mi sobrino, cerca del campo y disfrutar de un gran partido del Atleti con victoria sin paliativos ante un rival directo. ¿Se puede pedir más? Sí, ganar en Cardiff este año. Mientras tanto, partido a partido y a disfrutar del camino. Gracias, Atleti.

Dale, dale, alegría a mi corazón...


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