jueves, 14 de diciembre de 2006

Agüero nos pone otra ronda

Infarto en el sofá
Levante 0 - Atleti 1

¿Lo compro o no lo compro? Ahora lo pienso y me entra la risa. Ayer volví a recordar por qué soy del Atleti. Eran las 21:15 y aunque llevaba todo el día pensando en el partido de marras, no sabía si sufrirlo o meterme en la cama con el último Alatriste. Al final me dejé 10 euros en el PPV y voto a bríos que me pareció una miseria comparado con las emociones que mi Atleti me hizo volver a sentir.

Aguirre sacó una alineación desconocida, con Pablo, Gabi, Costinha, Jurado, Valera y Mista en el once inicial. La primera parte fue ciertamente más de lo que venimos viendo. Mucha colocación, mucho fallo en el pase, imprecisiones, falta de desmarques, algún disparo de Gabi (menudos zapatazos) y el siempre prodigioso Leo Franco sacando la mano en los momentos más críticos.

Pero en la segunda parte parecía que la cosa iba en serio. En la reanudación salieron Luccin y Galleti para que se quedaran en la caseta Seirtaridis y Costinha. Pero la emoción comenzó en el minuto 60. Tercer cambio. Se sienta Valera y sale el Kun Guantes Agüero. De pronto la maquinaria robijlanca (con esa camiseta de bufones arlequinados que no me acaba de convencer) comienza a funcionar a un ritmo de sístoles y diástoles aceleradas. Ya no hay dibujo táctico, ni esquemas de juego, ni teorías de pizarra. Todo es corazón, entusiasmo, garra, fuerza y once jabatos corriendo y peleando cada balón, empujando con toda el alma en cada uno de los lances a fin de ganar metros y acercarse a la portería de Cavallero (pedazo de portero). Se sucedían los balones colgados por las bandas (por fin, después de toda la primera parte intentando entrar por el centro), remates fallidos, faltas peligrosas... no había buen fútbol, pero sí mucha emoción.

El comentarista (Ruiz, inolvidable líbero) recuerda que el gol del Levante en el Calderón fue en el minuto 87, faltan unos segundos, la coge Torres (cómo pelea) y desde fuera del área se saca un trallazo que repele el poste. Me llevo las manos a la cabeza, me levanto del sofá, mi mujer se desespera y me deja solo con mi dolor y mi angustia. Se acaba el partido. Cuatro minutos más. Un pelotazo que cae del cielo cerca del área levantinista tiene a Torres y Agüero en las proximidades, se acercan, el pequeño argentino gana la posición al defensa, controla, le hace un quiebro y, mientras el zaguero se cose los riñones, la coloca junto a la base del palo contrario para que Cavallero maldiga su suerte por haberse cortado las uñas. Un golazo. En el descuento. Gritos. Me levanto de nuevo del sofá. Son las once de la noche y mañana hay que madrugar. ¡Viva la prórroga! Quizá metamos otro antes. Y el Kun Guantes Agüero casi remata la faena en el último suspiro si no invalidan un dudoso fuera de juego.

Sonrisa. Fe y más fe.

En la prórroga todo se ponía mal. El Levante se crece, el Atleti se muestra más cauto en defensa y trata de ordenarse con un Luccin muy atento atrás y pendiente de las coberturas con cada una de las subidas de los nuestros. Anulan un gol a los granotas por unas manos clarísimas del delantero (aunque después de las manos dejó rotos a Pablo y a Perea antes de superar a Leo). Bien anulado.

El culmen de la lotería bajo palos. Los penaltis. El primero lo falla Torres. Siempre lo mismo, pienso mientras me comen los nervios por dentro. Marca el Levante. Buah, esto es una mierda. Marca Luccin. Falla el Levante. Hay posibilidades, si marcamos empatamos. Marca Pernía. Bien. Otra vez estamos iguales. Marca el Levante. Ahora le toca a Jurado, no la cagues, chaval. Dentro... Y falla el Levante. ¡Sí! Es nuestra oportunidad. Le toca al Kun Guantes Agüero. Por favor, pibito, redondea la noche. Coge más carrerilla, por Dios. GOOOOOOOOOOL. Estamos en octavos, sí, sí, sí. Qué noche de emoción y fútbol rojiblanco. Gracias Atleti, gracias.

No hay comentarios: