martes, 22 de enero de 2013

Segunda vuelta para volver... o para intentarlo




Mi hija Lucía va camino de los cinco meses y sólo conoce un Atleti campeón. Lo mismo que su hermana María, que ya ha cumplido tres años y ha visto cómo nuestro equipo ("soy del Atleti y anarquista" suelta cada vez que alguien le pregunta "¿y tú de quién eres, bonita?") conseguía cuatro títulos europeos. Vamos, que mis hijas han venido y me han traído todas las alegrías que un tipo como yo puede soñar. Tener tres mujeres en casa y que nuestro equipo no pare de ganar.

Pero no todo es tan maravilloso como pudiera parecer. Las obligaciones paternales me impiden, en más ocasiones de las que me gustaría, atender mis devociones como rojiblanco. Y claro, este año apenas si he podido acercarme al Calderón. Pero ojo, que no toda la culpa recaiga en mis responsabilidades como progenitor. Los horarios indecentes, la dictadura de las televisiones y la desidia interesada de los presidentes de los clubes, incluido el dúo prescrito que se apropió indebidamente de nuestro Atleti, son los principales causantes de que no pueda acudir a animar a mi equipo a pesar de tener dos abonos totales. Tan es así que ni siquiera me planteo acudir con mis dos hijas (abonadas infantiles) a un partido en el Calderón donde nos ponen la Copa del Rey un jueves a las diez de la noche del invierno madrileño junto al Manzanares, o la Liga un lunes a las nueve y media de la noche... en fin, que se están cargando mis ganas de ir al campo. Los muy sinvergüenzas.


Levante

Este domingo, contra el Levante, comenzaba la segunda vuelta y seguía engrandeciéndose la leyenda del club. Era a las siete de la tarde. Una buena hora. Y amanecía con solecito traicionero en la capital. Organicé mi agenda y movilicé a mis suegros para que se hicieran cargo de las niñas mientras mi mujer y yo pensábamos en acercarnos al estadio. Por fin.

Pero cuando las cosas se tuercen... no hay nada que hacer.

La comida con los amigos se alargó. Mis suegros llegaron y no estábamos. Cuando llegamos nosotros ya no estaban ellos. La lluvia se hizo presente. Y no quedó más remedio que tirar de tablet again y ver atiborrándome de panchitos y cocacola cómo el Atleti volvía a ganar en casa. Este año no ha perdido, ni empatado en el Calderón. Sólo victorias. Justo el año que tengo que quedarme con las enanas. Justo el año que las televisiones se mosquean y la Liga de Fútbol Profesional se baja los pantalones mientras sujeta un cubo de vaselina a la espera de que los mamporreros políticos se la coloquen a los empresarios de la cosa catódica para que les endiñen a sus aficionados -o sea, nosotros- unos horarios que no aguanta ni la madre que los parió. Y no entro ya a hablar de la política de precios. Eso otro día.

Total, que el Atleti hizo un partido serio, aseado, con poderío. Sin grandes alardes pero dejando claro que somos aspirantes a todo y que no nos importa en absoluto que se hable sólo del Barça y el Mandril. Que poco a poco, yendo a lo nuestro, podemos seguir ahí arriba. Y al final ya se verá. Porque aún tienen que pasar por aquí los vikingos y los culés, porque queda media Liga y porque si no está Juanfran funciona Manquillo, porque si se lesiona Falcao vuelve Adrián a marcar y porque el equipo está enchufadísimo, resucitado, con el chip que les ha incrustado el Cholo, nuestro líder ganador.

Intentaré aprovechar esta segunda vuelta para volver a retomar el blog. Intentaré comentar la actualidad atlética, aunque tenga que ver los partidos en el sofá. Está ahora mismo el equipo para disfrutar, como para no escribir y gozar en un momento como este, en el que casi todo es felicidad.

Aúpa Atleti.

1 comentario:

Santi Riesco dijo...
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