jueves, 28 de noviembre de 2013

Desde Rusia: "Mi primera vez, a cinco bajo cero"

Champions League

Zenit 1 - Atleti 1




Mi primer día....

A un fan del baloncesto como yo, que en una noche gélida de ya casi diciembre, en Rusia, tiene la feliz ocurrencia de ir a ver un partido de fútbol le pueden ocurrir muchas cosas pero la única que es segura es que a pesar de la ropa de abrigo, de las estuf(ill)as que había en la tribuna, de los incansables intentos de calentarnos con té o vino caliente sin alcohol (oiga, que esto es deporte), el frío tarde o temprano te entra en los huesos y te arrepientes de ese momento en el que te animaste a cambiar el calor del pabellón por el "fresquete" del estadio.
Pasas mil y un controles, alguna que otra cola que los rusos hacen sin rechistar (están muy bien enseñados) y por fin estamos en los aledaños del estadio. Colores por todos los lados, sonidos, cánticos, olores y sensaciones... muchas sensaciones.. Niños, adultos, abuelos, andando, corriendo, en carritos, en sillas de ruedas e incluso con muletas...¡Pasen y vean señores, esto es fútbol!

El partido en sí (quizá porque no fue el mejor que podía haber visto) no me llamó mucho la atención. Bueno, miento, me llamó la atención cómo podían los futbolistas, árbitros y demás familia aguantar el frío que debía hacer allí abajo (aproximadamente -5 graditos). Sobre todo los porteros que según me pareció tienen el trabajo más difícil de todos. ¡El Cholo que no se sentó ni un minuto! Increíble el pibe...

Sin embargo, me gustó mucho el ambiente que se respira en un partido de fútbol. No sé si será sólo en Rusia o si en todos los sitios será igual pero aquí los del fondo de estadio no pararon ni un momento. Todo el rato se les oía cantar, aplaudir, gritar, siempre con las banderas en movimiento y una fe inquebrantable en que su equipo iba a ganar. Me pareció increible cómo apoyaban a los jugadores. En ese momento creo que el jugador se debe sentir el rey del mundo, debe sentir cómo le hierve la sangre y entonces sí, dar todo lo que lleve dentro, y entonces sí, aguantar los -5 y todo lo que venga.

Cuando veía los partidos de fútbol con mis amigos (socializar siempre se me ha dado bien) siempre decían en la tele que el público es el jugador número 12, y creo que no cabe ninguna duda de esto. Eso te tiene que hacer volar. Ver que no sé, veinte mil personas te animan y te apoyan tiene que dar mucha seguridad y coraje para romper las líneas enemigas.

El primer gol del partido me lo perdí porque seguía esperando en la cola para comprar algo con lo que calentar estos 100 y algo kilos que ahora escriben. Oí un murmullo que de repente se convirtió en grito y eso, resultó ser el que iba a ser el primer gol en directo de mi vida. Cuando volví a mi asiento con un té calentito y un hot dog recalentado, resulta que el atlético iba ganando 1 a 0. 

Después de todo, al final resultó que mi primer gol en directo, fue uno en propia puerta ya ves. El pobre portero del Atlético se quedó paralizado (lo entiendo) y se le coló sin decir esta boca es mía. Después de esto, la locura de los fanáticos del fondo fue en aumento y empezaron a quitarse las camisetas (a modo informativo esta es mi vestimenta para el evento, aunque las comparaciones son odiosas: pantalón interno térmico, camiseta interna térmica, pantalón de pana, camiseta de manga larga, sudadera gordita, cazadora de nieve para -20 grados, calcetines polares, botas de nieve, bufanda del partido en el cuello y braga  térmica debajo, gorro de lana, gorro de la sudadera y gorro de la cazadora, guantes finos y encima los gordos) y a brincar como posesos animados por esa fe inquebrantable (y algunas botellas de vodka) en que su equipo ganaría. 

Al final, todo terminó como empezó aunque con más frío, menos dinero en el bolsillo, muchas ganas de volver a casa, recuerdos de la buena compañía y un poco de decepción por no haber visto aquel atlético del que siempre me hablan Santi o Artevic o del que dicen que está ilusionando tanto este año. 


Quizá la próxima...


Aunque si ni Napoleón pudo...



Óscar Rodríguez García y yo estuvimos en el mismo grupo scout, en "La Flecha" de Salamanca. Él es más joven y yo más pequeño. Seguimos en contacto por las nuevas tecnologías. Óscar es licenciado en filología árabe por la Universidad de Salamanca y máster en lingüística aplicada a la enseñanza de ELE por la Universidad Antonio de Nebrija. Se dedica desde hace más de 8 años al mundo de la enseñanza de español como lengua extrajera. Primero sus estudios y después su carrera profesional, no han hecho más que fomentar en él su ya de por sí desbordante deseo de viajar y conocer mundo, culturas y personas que es su principal vicio y necesidad en la vida. Actualmente es jefe de estudios del Centro de Lengua Española y Cultura Adelante, en San Petersburgo, trabajo que simultanea con la elaboración de manuales y materiales de enseñanza de español y de árabe marroquí como lengua extranjera. 

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