domingo, 19 de octubre de 2008

Hay puntos que tardan en cicatrizar

Atleti 1 - R. Madrid 2

Me las prometía muy felices ante el derbi, aunque iba con mis cautelas y la cosa no empezaba bien. Mi dentista me daba cita para el sábado por la mañana con el fin de colocarme dos prótesis y completar mi dentadura con piezas de porcelana. Total, que me rajaron la boca, me taladraron el hueso con una black & decker quirúrgica y me cosieron con seis puntos que me impiden fumar y desplazarme al Calderón porque necesito reposo para que no se reviente el zurzido y la inflamación vaya remitiendo...
Le cedo el abono a mi hermano el pequeño para que disponga de él como buenamente le plazca (con la única condición de que no lleve a ningún vikingo al campo con mi pase) y llamo a mi hermana la embarazadísima, la colchonerísima, para que se venga a casa verlo por ONO, que sólo me vale un euro. Se presenta con sus ocho meses de niña atlética en el vientre y una camiseta rojiblanca a punto de reventar. Con ella, mi cuñado, socio y abonado de los vecinos de los cuernos, también con su camiseta incolora, insípida y olorosísima. Se portó bien. Es la excepción del madridismo.

Principio y fin
Alfa y omega, 1 y 97, de entrada y de salida. Así fueron los goles de los vikingos. Uno cuando aún había colas en los tornos y la gente buscaba aparcamiento en los alrededores del estadio; cuando la mayoría de la gente no había tomado posición en el bar y las conexiones al PPV apenas estaban finiquitadas. No llevávamos ni 30 segundos y el fantasma del Nou Camp se cernía sobre el salón de mi casa al tiempo que mi cuñado celebraba con un grito espontáneo y una mirada de pecador arrepentido el tempranero gol de los vecinos ricos. Ufjalusi no tuvo su tarde. A Leo le pilló totalmente desprevenido, colocando los cacahuetes en la mesita andaba mi mujer... y yo con seis puntos de sutura en todo el morro a punto de infectarse por la mala baba que me estaba entrando.
Luego vino el desastre. Un gol legal anulado a los otros, el árbitro que nos echaba una mano controlando la delantera merengue que hacía lo que le salía de los huevos. Nuestra defensa absolutamente desorientada. Cero de cero por nuestras bandas en ataque. Forlán y el Kun, fundidos, confundidos, aturdidos, diluidos. La expulsión de Perea... y el descanso. Lo mejor que nos podía pasar después del chuleo madridista de la primera parte.

Paciencia. Simao resuelve
Mi hermano Ricar, el mayor, me manda un sms desde el campo: "Defensa de oferta" y yo le respondo: "Paciencia. Simao resuelve, el árbitro es un amigo". Y oye, parecía que estaba yo en plan profético.
Aguirre se da cuenta de que lo nuestro es jugar por las bandas y saca a Simao y Luis García. El árbitro expulsa a Van Nistelroy (qué pedazo de futbolista, señores. Lástima que sea del Madrid) y Leo Franco se convierte en el héroe del partido... el argentino iba parando absolutamente todo lo que le llegaba -que cada vez iba siendo menos pero más peligroso- hasta que Simao marca un golazo a falta de cinco minutos para el final. Coloca la falta en la trayectoria de la mirada de Iker Casillas y se cuela sin pedir permiso en las redes rojiblancas. Un golazo. Un empate merecido y luchado. Aún podemos ganar... mis puntos casi se revientan con el salto en el sofá. Mi hermana casi da a luz en el salón de casa con el abrazo que nos dimos. Mi cuñado juraba y perjuraba en voz baja mientras repetía que les hacía falta un tío rápido delante.

Otra vez, el Atleti
Señores, esto es el Atleti. Estábamos a cinco minutos del final con un 1-1 y todo el equipo volcado buscando la victoria. El Calderón enfervorecido animando como siempre, en mi casa nadie podía mantener el culo en su sitio. La tripa de mi hermana era un tíovivo con mi sobrina dando botes y pidiendo salir de allí para animar al Atleti... pero Heitinga, sí, el bueno de Heitinga. Hace un penalti infantil, de libro, absurdo, inútil, tonto, increíble en el último minuto del descuento. Era el 97 de partido. El final.
Leo no pudo completar su maravillosa tarde aunque adivinara el lanzamiento y rozase con los dedos el balón. Gol merenge. Grito de mi cuñado. Acaba el partido. El teléfono y el móvil echando humo... Con lo bonito que hubiera sido ganar.
Ahora la Liga se nos pone cuesta arriba. El próximo día en Villarreal. Como no cojamos un poco de moral el miércoles ante el Liverpool la cosa pinta mal. De todos modos y pase lo que pase:

Yo te quiero Atleti, lo lo lo, lolo, lolo, lo, lo. Yo te quiero Atleti...

17 comentarios:

miguel diaz dijo...

Vergonzoso. El partido lo perdió Aguirre en un 50%, los jugadores en un 20% y lo ganó el Madrid en el 30% restante. un abrazo . miguel

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Oye tío, miedo que me da, que se te han colao virus aquí en los comentarios...¿serán vikingos?
Yo no sé si esto es el Atleti, pero desde luego contra el Madrid es siempre el mismo perro, pero con diferente collar.
Anoche vivimos la amarga experiencia de que nos encularan en el último minuto.
Siempre es bonito probar cosas nuevas.
Pero cada vez jode más...

Anónimo dijo...

¿Qué pacha, chaval?

Especialmente preocupante es el hecho de que logremos empatar en el último minuto, y con ese descuento que teníamos, no tener la suficiente ambición como para irnos a por el encuentro. Porque que te pillen en una contra bueno está, pero que te pillen de esta forma demuestra que los vikingos, en mentalidad, están a años luz de nosotros. Y buena culpa de ello también la tenemos todos los aficionados.

Un abrazo.