lunes, 19 de septiembre de 2011

Mi hija, el bebé y el Atleti



Atleti 4 - Racing 0

Los fines de semana son cada vez más cortos. Se me acumulan las citas y compromisos y los planes no siempre salen como uno tenía previsto. El domingo había quedado con mi hermano Félix, su chica y su primer vástago, Manuel. La idea era tomar el aperitivo, comer en mi casa y luego el cafetito en la suya, que es junto al Calderón, en el Paseo Imperial. Una previa estupenda para disfrutar del primer día de Atleti en directo junto a mi Eva y mi María. Pero ya digo, a veces las cosas no suceden como uno había pensado. Y mucho menos cuando se trata de bebés.

Al final mi hermano Félix, su chica y el bebé Manuel (que apenas tiene veinte días), llegaron a casa pasadas las dos de la tarde. Yo ya tenía las puntas de solomillo maceradas y preparadas en el horno; los canapés dispuestos con todos los ingredientes para untar, colocar y servir; las natillas reposando y pidiendo un rato de nevera; el vino descorchado... vamos, que en un pis-pas comíamos y poníamos rumbo al Calderón para tomar café con ellos y con mis hermanos para disfrutar del Atleti, de mi mujer y de mi hija. Además el sol estaba respetando y la lluvia no tenía intención de presentarse. Era la tarde perfecta. Pero los bebés tienen estas cosas. Y mi hija también.

A María, que estuvo toda la mañana en el parque con su prima -atlética también- la pelirroja, le dio por tomarse un batido y cuatro "aspitos" justo antes de comer. Y claro, le dio por no comer. Y se cogió tal berrinche empujada por el público al que se debe -a saber: mi hermano Félix, su chica y el bebé Manuel- que acabó agotada y durmiendo una siesta descomunal que se comió el partido.

Mientras mi hija dormía yo ignoraba que el partido se podía ver en directo por Gol TV, y me enchufé a la radio mientras fumaba en la cocina que he convertido en refugio. Después, a petición de los padres, saqué la herramienta de cortar el pelo y me dispuse a empaparme de sudor mientras Félix e Inma sostenían al bebé Manuel y yo procuraba no hacerle daño con el peine, no clavarle las tijeras y trataba de que no le cayera la pelusa rubia en la carita de recién nacido. Una odisea. Mientras le cortábamos el pelo a plazos tuvimos varios descansos para que se alimentase, se desalimentase, se durmiese, se despertase. A todo esto María seguía con su interminable siesta. Gol de Falcao. Lo anulan y es legal. Ya empezamos, pienso mientras mi hermano se rompe las palmas en el primer anfiteatro del fondo sur y disfruta como un enano viendo, por fin, fútbol en el Calderón. Pero al poco marca y este sí que vale. 1-0, golazo de nueve. Arrastra a los centrales, recibe, se escora, suelta un latigazo y lo cuela junto al palo. El tigre da su primer zarpazo en Liga y comienza a amortizar los 40 millones que, de seguir así, serán una calderilla.

María sigue durmiendo y Manuel tiene la pelusa casi igualada. El rape es serio. Ahora está medio dormido después de haberse zampado toda la teta. Y descubro que el Atleti está en directo en Gol TV.
Al padre de la criatura le entran escalofríos y no sabe como quitarme las tijeras de la mano sin apagar la tele o cambiar de canal. Le tranquilizo y yo mismo me pongo de espaldas a la pantalla, pero no puedo evitar seguir oyendo el partido en directo. Penalti. Me giro y es claro. Absurdo pero claro. Diego es muy bueno y muy listo. Falcao demuestra que es un fenómeno en este arte. El segundo entra con una facilidad que asusta.

Acabo de cortarle el pelo al bebé Manuel y se despierta María justo cuando el árbitro indica el final de la primera parte. No quiero ver más. Apago la tele con la idea de verlo después en diferido. No quiero saber el resultado. Mi hija se levanta con un hambre canina y se merienda todo lo que no había comido. Manuel duerme y bajamos un rato al parque. Intento olvidar el partido y consolarme pensando que el miércoles podré ir en moto al Calderón, a verles contra el Sporting (mi querido Sporting), pero no podrán venir María y su madre. Bueno, aún así, disfruto infinitamente conversando con mi hermano Félix, con Inma, su chica, con mi Eva que es Cristina y viendo jugar a mi cachorra rojiblanca que cada vez que ve la pantalla verde del fútbol en la tele me mira muy seria y me suelta: "Atleti" con su lengua de trapo.

El bebé Manuel se va a su casa junto al Calderón en el 18 que ha tardado menos de lo habitual. Su padre es del Barça y está casi tan feliz como yo por la marcha de su equipo. El partido ha terminado. No sé el resultado y subimos a casa con la idea de verlo en diferido. Es enchufar el GolTV +1 y ver a Falcao recibiendo un pase de fantasía turca y colocarla por encima del portero para flipar a colores. 3 - 0. Suena el móvil. Mi hermano acaba de llegar a su casa y me llama emocionado: "Te lo has perdido, te lo has perdido", me suelta con tono de chincha rabiña. "No me digas el resultado que estoy viéndolo en diferido". "Pues seguro que Adrián mete el cuarto". "Joder, Ricar, eres un cerdo". "Menudo partidazo que te has perdido. ¿Qué tal la niña? ¿Le has cortado el pelo al bebé? El miércoles nos vemos".

Y mientras mi mujer baña a María para que le entre un poco de hambre antes de cenar veo el cuarto gol del Atleti en diferido y recibo un mensaje en el móvil. "Los vikingos pierden en Levante. España campeona de Europa de básquet. En tenis a la final de la Davis. Domingo glorioso". Y yo pienso: realmente glorioso, he estado con dos buenos amigos que acaban de ser padres, he estado con mi familia, he disfrutado de la vida y, encima, el Atleti ha ganado jugando bien sin necesidad de que yo haya ido a animarles.

El miércoles más y mejor. Estaré allí.

Aúpa Atleti.

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