Hasta me daban calambres en la tripa. Cuando tenía
exámenes me ponía tan nervioso que tenía que ir al baño varias veces. Era
matemático. Ya de mayor supe que esa facilidad para la descomposición cuando
temía algo estaba bautizada por la casta médica: colon irritable le dicen. Me
metieron una cámara por el orificio de salida y se confirmó. Nada ha cambiado
desde que tengo uso de razón, excepto que sé que cuando estoy nervioso acabaré
sentado en el trono un par de veces, como mínimo.
La sensación era la de tener una bola de pelos de gato
en la garganta. Eso y como algo de presión en el esternón. Y así cada vez que
me ponía las botas. Pero no inmediatamente, sino al final de la tarde. Hasta
llegaba a despertarme por la noche. Era una mezcla de ardor, acidez y esa
maldita bola de pelos de gato en la garganta unida a una pesada losa de plomo
entre las tetas. Otra vez la cámara para ver qué pasaba ahí dentro. De nuevo esa
maravillosa anestesia con el gas de la felicidad que te refresca y te hace
flotar nada más ponerte la mascarilla. Hernia de hiato, confirmado. La tengo
grabada. Ahora sé que cuando me paso con ciertos alimentos y bebidas me va a
seguir jodiendo igual, pero estoy mucho más tranquilo sabiendo cómo se llama el
mal.
Me parecía de lo más normal. De vez en cuando, al
limpiarme, había algo de sangre en el papel higiénico. Incluso, por temporadas,
las heces salían más rojas de lo habitual. Lo comenté como una guarrería
simpática en la consulta de nuestro médico de familia. Ese día iba acompañando
a mi mujer y me fui con un volante para que me volvieran a grabar las entrañas.
Más gas, más felicidad, más cámaras entrando por la salida y una nueva película
con final feliz. Se trataba de una pequeña fisura producida por mi sobrepeso y
las prolongadas lecturas en el trono. A quitar el revistero del aseo y a dejar
el móvil fuera del baño. Solucionado.
Hoy llevo todo el día yendo y viniendo al baño. La
taquicardia es la misma que sentía cuando lo de la bola de pelos de gato en la
garganta y la pesada losa de plomo en el pecho. Y aunque no me lo veo, sé que
estoy desangrándome por dentro. Hoy juega el Atleti otra eliminatoria de
Champions. Pero llevo así desde Lisboa, aunque la cosa empeoró en Milán. Y
ahora que está tan cerca Cardiff sólo pienso en lo fácil que sería todo si se
usasen las benditas cámaras que todo lo ven, que ponen nombre a las cosas, que
diagnostican, que sirven para prescribir y que te ayudan a vivir tranquilo, sin
miedos inventados, sin que te roben la vida impunemente, sin otra preocupación
que ser tú mismo: con tu colon irritable, tu hernia de hiato, tu fisurita de
lectura y aquel par de Champions. Que las pongan ya para arbitrar o acabaremos
metiéndoselas a algunos por el ya mencionado lugar. Y las cámaras, también.
1 comentario:
¡Vamos, Atleti, vamossssss! ... Abrazote inmenso, compañero.
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