miércoles, 4 de noviembre de 2015

Siesta entre largueros


Astana 0 - Atleti 0

Madrugué ayer más de la cuenta para entrar pronto al trabajo. La idea era hacer todo lo que tocaba y salir antes de lo normal. Quería ver al Atleti en casa. Sabía que el partido sería complicado. Los kazajos jugaban con todo, en casa, y con la Liga de su país -que tanto les preocupaba cuando vinieron sin seis titulares y con los chicos del juvenil al Calderón- ya encarrilada. Se suponía que los 30.000 aficionados que gritaban como kazajos descontrolados cada vez que los suyos ganaban un metro iban a ver todo un espectáculo. Era de suponer que los asiáticos, o europeos del norte, o del continente que quieran ser los habitantes de la capital de Kazajistán, iban a disfrutar de su equipo en la máxima competición de Europa. Y vaya si lo hicieron.

Conseguí cerrar todos los asuntos del martes en tiempo récord. No tuve tiempo de trastear en internet ni de contestar mensajes al teléfono. Cumplí con mi horario y, sin descuidar el trabajo, pude irme a casa con el tiempo suficiente para comprar una barra de pan en el chino y llenarla de cosas que encontré por la nevera. Encendí la tele y me dispuse a ver un partido de Champions un martes, a las cuatro de la tarde, en el salón de casa, comiendo un bocata de salchichón o algo así. No pintaba bien.

El enviado especial de BeInSports estaba con guantes en el interior de un estadio cubierto y con un césped artificial que el Cholo dijo no serviría de excusa. Al parecer fuera del coliseo la temperatura rondaba los -20 ºC. En el interior, con la calefacción bajo el césped y la cubierta cerrada, decían que se estaba muy bien. Unos +10 ºC. Perfectos para jugar al fútbol.

Y empezó el partido. El bocata casi se me atraganta cuando vi que los kazajos nos jugaban de tú a tú. Sin nada que perder. Al ataque. Intercambio de golpes. Creando ocasiones y generando una cierta inquietud y desconcierto en los nuestros. Me sorprendió que nos sorprendieran cuando estábamos avisados de que nos sorprenderían. Un lío.

Toda la primera parte intentándolo sin demasiada claridad. Teníamos el balón, pero no el control total. Parecía que la pelota iba más rápido de lo normal, que botaba más alto de lo acostumbrado. Y no había manera. Torres tuvo una que no logró embocar por poco. Y cuando la primera parte terminaba Koke lanza una falta desde un lateral y el balón pega en el larguero. A vestuarios. Empezaron los anuncios y doblé. Me dormí. Me quedé cuajado. No sé si fue el salchichón o la falta de tensión. Lo cierto es que no volví a abrir el ojo hasta que escuché las llaves en la puerta y mis niñas vinieron sorprendidas a darme un beso. Después de explicarles que había salido antes para ver al Atleti y constatar que el marcador de la esquina superior izquierda de la pantalla seguía cero a cero me encuentro a Carrasco lanzando un pelotazo que también pega en el larguero.

Poco más pude ver. Bueno sí, una ocasión final del mismo jugador belga que no fue capaz de enganchar, justo antes de que pitaran el final, en lo que hubiera sido un gol muy importante para no perder el liderato de grupo. Empate. Un punto. El equipo correcto pero gris. Le faltó alegría y un poco de suerte. No valen las hipótesis a posteriori. El Cholo lo dijo antes: "este es un partido muy importante, son tres puntos fundamentales". Y nos dejamos dos. Como en Riazor.

Ahora el Benfica tiene 9, nosotros 7 y el Galatasaray 4. Dependemos de nosotros mismos. Contra los turcos en casa se me hace asequible. Lo de los lusos en Lisboa será harina de otro costal. Veremos si somos capaces de pasar primeros de grupo. Dicho lo cual, este está siendo nuestro pecado, ir más allá del partido a partido. Querer hacer planes a medio plazo. Con lo bien que nos iba latido a latido.

El domingo viene mi querido Sporting. Aunque me dé pena, les tenemos que ganar. Y con solvencia.

Vamos, dale, Atleti. Te sigo a todas partes, yo te quiero. Vamos a dar la vuelta a todo el mundo...

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