jueves, 29 de septiembre de 2016

Tocando el cielo con los pies en el suelo


Atleti 1 - Bayern 0

Dice mi hermano que el Calderón de Champions no se parece al Calderón de Liga. Que se nota que viene mucho atlético de fuera con ganas de fiesta, con ganas de animar, con ímpetu renovado y sin los vicios que provoca el tener el Atleti tan cerca, tan a mano, tan de ir en metro o dando un paseo. Y creo que tiene toda la razón. Y que, además, le pasa lo mismo al equipo. Nada que ver el Atleti de Champions con el de Liga. Pero nada de nada.

La previa

Ayer la noche se presentaba tranquila. Era el primer partido en casa de esta competición que tenemos clavada como una estaca en el corazón. Nos estrenábamos después de haber conseguido los primeros tres puntos en un gran partido de estrategia y pundonor en Eindhoven, ante los holandeses del PSV. Y enfrente teníamos al todopoderoso Bayern teutón, un equipazo con más estrellas que el escudo de la Champions y que ahora entrena Ancelotti, el italiano que nos ganó la final en la prórroga de Lisboa tras empatarnos en la prolongación del descuento.

Ya les habíamos ganado el año pasado cuando el entrenador era Guardiola y Saúl se inventó uno de los mejores goles de la competición. Hasta aquí nada nuevo. A mí, ya digo, me valía con puntuar. Me valía con un empate. Mucho más después de oír a los del megaequipo bávaro declarar que a ellos también les parecía un buen resultado salir con un punto del Calderón. Esto, ya digo, pensaba hasta las 19:30 que quedé con mi hermano y con mi amigo Alberto. Ahí la cosa cambió. Y, de repente, se me metió muy dentro que íbamos a ganar 2-0. No sé si fue el ron, la cerveza o fruto del ambiente previo que se monta en torno al Vicente Calderón (cómo lo vamos a echar de menos).

Al entrar al estadio nos encontramos enfrente, en el primer y segundo anfiteatro del fondo norte, nada menos que ocho "cuadrados" (sectores) de aficionados bávaros, teutones, "comesalchichas", alemanes que deben de andar sobrados de guita y con facilidad para pedir el día libre. Os recuerdo que ayer era miércoles y el partido a las 20:45. Me cuesta entenderlo, aunque me encantaría tener su misma disponibilidad económica y horaria. 


Intentaron los muniqueses entonar algún cántico sin éxito. Cada vez que se ponían a ello les tapaba un Calderón enloquecido a una sola voz. Impresionante -otra vez- el ambiente de Champions -una vez más- en la grada de ayer -y van enecientas-. El campo no dejó de animar. Hoy he desayunado ponche con yema de huevo para recuperar la voz. Tremendo.

El partido

Hacía tiempo que no veía un Atleti igual. Es más, no recuerdo haber visto un partido tan completo al equipo como el de ayer noche. Casi todo lo hicieron bien. Casi todos jugaron a un altísimo nivel. El equipo era un engranaje perfecto en defensa y un auténtico puñal en ataque. Las ocasiones se sucedían y se veía que acabaríamos por marcar. Desde el inicio nos fijamos en Carrasco. Era el más flojo. Perdió hasta cinco balones ante nuestra desesperación: "está blandito", "no está en el partido", "parece un flan" comentábamos en la grada. "Ya sabemos quien va a marcar", bromeé con los de la Peña Villaverde. Y ¡zas! Carrascazo al canto. Aunque a decir verdad, antes de que soltase un latigazo ajustado al interior de la base del poste, todos le gritamos indicándole que pasara el balón a un Fernando Torres absolutamente solo y desmarcado. Menos mal que la bola entró. Golazo del belga que había sido el más flojo en defensa. Golazo de un futbolista que ya había avisado antes con un zurriagazo que sacó Neuer en una parada de mucho mérito -aunque la de Oblak lo fue mucho más por encontrarse el rematador mucho más cerca de la portería-. De Torres no digo nada porque no hay adjetivos suficientes para el partidazo que se marcó ayer el de Fuenlabrada. Pero es que todos estuvieron inconmesurables: Oblak, Juanfran, Savic, Godín, Filipe Luis, Saúl, Koke, Gabi, Carrasco, Griezmann y el Niño. Todos. También Gaitán, Gameiro y Thomas el rato que jugaron. Gracias, Cholo. 

En el descanso no apetecía ni cenar. Y eso que había traído chapata rellena de jamón con tomate y aceite (gourmet clásico de las noches de Champions). Estábamos empachados de fútbol del rico y nos estábamos metiendo un atracón de salchichas. Los 4.000 bávaros no sabían si cantar, beber, comer, seguir frotándose los ojos o sentarse, disfrutar y aprender. Mi miedo era saber si en la segunda parte el equipo sería capaz de mantener la concentración, la intensidad y el toque de balón. Y lo hicieron. Incluso mejor.

La segunda parte fue más de lo mismo, incluso con un Atleti más confiado, más seguro, más afilado y afinado. Ancelotti hizo cambios para proteger a los que tenían tarjeta y evitar que fueran expulsados (el árbitro no fue rígido y les perdonó la segunda amarilla a Thiago, a Müller, a Vidal y a Boateng) y pensando en fortalecer el centro del campo y tirarse un poco más al ataque. Filipe recortó en el área rival y el chileno Arturo Vidal le arrolló como un trolebús: penalti de libro. 

Griezmann lo volvió a estrellar en el larguero. Es el segundo en un partido de Champions. Esta vez no fue decisivo. Quizá el único punto negro del partido. Mi pregunta es ¿por qué coño no los tira Koke? ¿O Gaitán? ¿O Gabi? ¿No hay ningún especialista en el equipo? Me toca mucho los huevos el rollo de los protagonismos particulares, el hecho de que Gameiro declare que ha venido al Atleti para que Griezmann gane el balón de oro, o la bota de chicle o la madre que parió a Panete. Esto es un deporte de equipo. Si alguno quiere estar por encima del grupo, que cruce la acera. Lo mismo pienso de las celebraciones ridículas rodeadas de márketing y soplapolleces. Griezmann es muy bueno, un grandísimo jugador. Espero que no se 'ronaldice' más o acabaré cogiéndole el mismo repelús que al portugués. Respiro. Vuelvo a respirar. 

Un último apunte. El árbitro polaco descontó más de cinco minutos permitiendo a los alemanes rematar a puerta una última vez. Mal el colegiado alargando más de lo necesario y mal el Atleti desquiciado con el descuento y permitiendo el cabezazo final. Dicho lo cual, partidazo histórico, liderazgo, seis de seis y a pensar en el Valencia, en las pantallas gigantes, en los 50 años de Vicente Calderón y en el 'tocomocho' de la Peineta. El lunes tengo cita para elegir asiento. En fin, que no quiero dejar de disfrutar el momento que estamos viviendo, pero que tampoco quiero olvidar quienes somos y dónde estamos. No nos volvamos locos, somos el Atlético de Madrid, un equipo al que el Cholo ha devuelto la gloria que los dueños ilegítimos no le podrán robar. 

Dale, dale alegría a mi corazooooooooooón, la Liga de Campeones es mi obsesiooooooooón.


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