domingo, 15 de enero de 2017

Las llaves de la moto

 
El beticismo se despidió del Vicente Calderón con un desplazamiento masivo y una pancarta en la que recordaban las dos Copas del Rey que ganaron aquí.

Atleti 1 - Betis 0

Me pasa como al Atleti. Vivo tan confiado, tan relajado, tan me da igual lo que digan, que ayer me dejé las llaves de la moto puestas. Aparqué junto al bar de la previa, tomamos café, copa y otra copa. Y cuando nos dirigíamos al campo para brindar con la lata de cerveza en las colas artificiales que se montan en los tornos de un par de temporadas a esta parte... ¡zas! Me doy cuenta de que no tengo las llaves de la moto, que me las he dejado puestas. Carrera hacia atrás y, para mi sorpresa, en su lugar encuentro una nota escrita con muy buena letra: "tengo tus llaves. Llámame. Este es mi teléfono". Dicho y hecho. Al otro lado del móvil me cuenta que las tiene él y que va conduciendo, que me pasa con su mujer. Luego supe que se llamaban León y Eva. Y quedamos en que después del partido nos veíamos y me las devolvían. Me fui al Calderón intentando no pensar en las llaves y en lo desastroso que soy. En que un día me voy a olvidar la cabeza. En que tenía que disfrutar del partido, que ya no podía hacer más. Que la suerte estaba echada.

El partido fue lo mismo. Un Atleti que marcó muy pronto gracias a un rebote que enganchó Gaitán. Y se acabó. Estaba confiado, como si ya hubiera hecho todo lo que tenía que hacer. Disimulando los nervios sobre el césped ante un posible gol de Rubén Castro o de Ceballos o de cualquier verdiblanco que se creyera capaz de empatar y hasta de ganar al Atleti en su última visita al Vicente Calderón. Y los nervios se trasladaron a la grada. Estaba lleno pero había un ambiente raro. Quizá por los cinco últimos minutos contra Las Palmas en Copa, quizá porque algunos estaban más pendientes de la llaves de la moto, de querer ver lo que consumen, de pitar en lugar de animar, de creerse lo que nunca hemos sido, lo que no somos ni queremos ser. Y el Cholo en la banda se volvía loco gritando a los chicos y pidiendo a la grada que ejerciera de afición rojiblanca sin mucho éxito. 

Ganamos. Y van tres partidos seguidos en Liga. Nueve de nueve. Primera victoria de 2017 en el Calderón. Torres fue despedido, menos mal, con una generosa y agradecida ovación. Quizá fuera el de Fuenlabrada el menos flojo en un partido donde los futbolistas se confiaron con el tempranero gol del argentino que desafiaba el frescor del invierno junto al río con camisa de manga corta. Como si no pudieran hacer más, como si todo estuviera en manos del destino, como sin otro remedio que confiar en la victoria y los tres puntos igual que confiaba yo en que me devolvieran las llaves de la moto. Y eso fue lo que pasó. 

Los Cholocambios esta vez tuvieron menos efecto. La salida de Carrasco -por banda izquierda- nos dio más velocidad y sirvió para sacudirse el rato de agobio al que nos sometió el beticismo. Que tampoco fue excesivo. Aunque a algunos les encante magnificar todo lo mejorable olvidando quienes somos y de dónde venimos. Tuvo el belga el 2-0 que Adán impidió con una más que meritoria intervención. Por algo fue el portero de Mou... vale, sí, me he pasado.
Y a pesar de los agoreros, de los que silban, de los que se creen que somos otra cosa, a mí el partido (que más que malo fue insípido) me dejó algunas cositas buenas.  A saber: Moyá paró las dos que le llegaron. Flojas y desde lejos, por lo que la defensa estuvo correcta. Y van tres partidos de Liga sin encajar. Gaitán marcó y lleva seis goles. Gameiro, que salió por Torres, sigue intentándolo y creando oportunidades. Carrasco parece recuperado y el Cholo le dejó en la banda que le gusta.  El beticismo puso el ambiente y el buen rollo, pero a animar también les ganamos (y eso que la grada -ya digo- estaba rara). Y el club tuvo el bonito detalle de hacer que nuestros futbolistas saltarán al césped acompañados por los socios más antiguos. Y sólo por eso, por ver a mi sobrina Ana flipando con el detalle, y a más de medio estadio con un nudo en la garganta cuando lo explicaron por megáfonía, mereció la pena ir al campo. Por eso y por ver al Cholo a punto de meterse en el rectángulo a coger a alguno de los nuestros por la pechera para que no jugase con esa resignación de quien ha perdido las llaves de la moto y no sabe si se las devolverán o no. 
Y me las devolvieron (aún hay gente buena. Muchas gracias León, muchas gracias Eva). Y ganamos. Tres puntos más, aún en la primera vuelta, y seguimos en la pelea.

El jueves a las 19:15 Copa contra los señores de la SD Eibar. Luego a Bilbao, a Eibar y a Vitoria. Más nos valeponernos las  pilas e ir aprendiendo algo de euskera. Que sea un zorionak de semifinales y otros nueve puntos más. Partido a partido. Aúpa Atleti. Siempre. Incluso en tardes insípidas y sin las llaves de la moto. 

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