jueves, 23 de septiembre de 2010

Un punto en urgencias


Valencia 1 - Atleti 1

Empieza el partido y recibo un SMS de mi buen amigo valencianista Amador: "Bueno, ¿y qué?" Habitualmente, cuando juegan nuestros equipos cruzamos decenas de mensajes comentando cada gol, cada lance del encuentro, cada una de las jugadas de nuestros equipos. Ayer no pudo ser.
Me llegó el mensaje cuando estaba en la sala de urgencias esperando a que una joven y simpática pediatra me dijera que mi hija tenía un "cuadro vírico acompañado de una infección de oído". Bueno, parece que cuando le ponen nombre a las cosas uno se queda más tranquilo, aunque la cría siga llorando a lágrima viva, aunque el corazón se te encoja tanto que parece te va a faltar el aire y vas a acabar pidiendo el oxígeno y quitándole el protagonismo a tu niña.
Como se vomitó en el coche el pijama y el body (además de la sillita, la tapicería de los asientos (again), las alfombrillas y todo lo que pilló en su camino) me fui a casa a por ropa seca mientras mi mujer iba hidratando a la pequeña María con jeringuillazos de suero cada diez minutos para descartar que fuese algo digestivo y paliar los efectos de la descarga líquida en su cuerpecito de ocho meses. Total, que pongo la radio y vamos ganando uno cero. Simao en una contra a la salida de un córner valencianista. Forlán que parece que se lía, que se deslía, que mete un pase genial a Antonio López que se ha recorrido el campo para ganarle la espalda a la defensa, se la pone a Simao en el punto de penalti y el portugués la para con una pierna y la mete con la otra dejando la salida de César en una mueca inútil. Golazo.
Subo a por la ropa, no encuentro el maldito body limpio. Revuelvo todos los cajones y al fin doy con todo lo necesario para volver al hospital. En media hora he ido, he cogido todo y he vuelto. Mi mujer sigue enchufándole los tres mililitros de suero a la cría despertándola de un sueño intermitente y aderezado con lloros y lágrimas. Un sufrimiento. Tanto que no puedo resistir la tentación y me pongo a seguir en el internet de mi móvil la retransmisión en directo. Hemos fallado un par de ocasiones para dejar sentenciado todo en la primera parte. Ahora el Valencia ha hecho varios cambios y nos están tupiendo a oportunidades. Parece que Godín está a tope y que la defensa aguanta lo que el centro del campo no ha podido contener. Nos tienen enrocados como una muralla en torno a un De Gea que, otra vez, se está saliendo.
Faltan cinco minutos. Que acabe ya el partido, que nos digan que la niña está bien, que todo vuelva a su cauce. Pero nada. Suena el altavoz estridente de la sala de espera recitando nombres ininteligibles de niños nacidos aquí pero con padres de allá. La doctora nos dice que en un ratito ve a María. Se cae Pablo Hernández junto a la banda, se cae Godín, se cae Antonio López, llega Albelda a rebañar el balón y casi desde el córner saca un pase increíble (sobre todo porque el Valencia lanzó enecientos córners sin éxito) y Aduriz activa los gadgetomuelles para saltar poderosamente dejando a Perea en el aire como un enanito. Cabezazo a la base del poste y De Gea vendido con el cupo de milagros agotado. Empate.
La joven y simpática pediatra nos dice que todo está bien (si no tenemos en cuenta el "cuadro vírico con infección de oídos") y que podemos irnos a casa. Que le demos a la niña un poco de Dalsy y que, si la cosa empeora, que volvamos a urgencias.
A la una de la mañana salíamos del hospital con la niña dormida, con un punto más en el casillero y con la seguridad de que la vida sigue, de que tenemos que estar preparados para todo, de que la niña va a mejorar y de que el Atleti, el domingo, consegirá los tres puntos en el Calderón frente al Zaragoza.

Aupa Atleti.

No hay comentarios: