jueves, 21 de enero de 2016

De portería a portería es una guarrería


Celta 0 - Atleti 0
COPA 1/4. Ida

Cuando jugábamos en la calle y sacaba el portero atravesando el campo hasta la otra portería siempre había alguien que gritaba aquello: "De portería a portería es una guarrería". No sé si era una expresión propia del San Blas de los ochenta o si, por el contrario, era de uso común en todas las calles del país, como "no se vale tirar a trallón" o "la ley de la botella, el que la tira va a por ella" y así sucesivamente. Pero no es el caso. Otro día rescatamos frases futbolísticas de nuestra infancia en la calle. Viene a cuento este titular porque ayer, viendo al Celta y al Atleti corretear por el nefasto pasto de Balaídos no paraba de venírseme a la mente la frase en cuestión. Y es que unos y otros jugaron con nervios, con intensidad, con electricidad, dándose un auténtico palizón, corriendo kilómetros con y sin balón, llegando mucho a puerta pero sin encontrar el gol. Y hubo ocasiones. No tantas entre los tres palos (solventadas con acierto por los dos guardametas. Excelso Moyá - y muy atento Gabi sobre la línea al fallo de Augusto-) pero sí en las dos áreas. Por cierto, con penalti de Thomas no pitado en la nuestra después de córner inventado. Todo a cargo del señor Estrada, del colegio catalán. Suponemos que tendría la hora cambiada.

Los "Cholocambios" ayer no surtieron el efecto deseado. Quitó a los tres delanteros que habían salido de inicio: Jackson (al que cada vez esperamos menos y con menos fe), Griezmann (muy desacertado y pelín cansado, a mi parecer) y Carrasco (tan rápido como estéril en sus carreras, regates, pocos pases y menos disparos). Y dio salida a los dos que tenía en el banco: A Luciano Vietto que no pudo, a Angelito Correa que parece querer y no poder y a Thomas Partney que metió la mano donde no debía en un momento crítico.

Al pésimo estado del césped se sumó la lluvia para hacer el campo aún más pesado. Los futbolistas se dieron un palízón de mucho cuidado. Hay que quitarse el sombrero ante todos los que ayer jugaron. De rojiblanco y de celeste. Todos. También del vilipendiado Jackson al que, dicho sea de paso, a mí ayer me pareció verle más involucrado, muy combativo en defensa y con el gol más que gafado. Habrá que dejar de esperarle. Cuando llegue -si lo hace- lo celebraremos. Pero mientras esté en el campo y lleve la rojiblanca, hay que animarle como al resto de los nuestros.

Y dos cositas de la retransmisión. Las cámaras estaban muy lejos y muy cenitales. El sonido era penoso. Los primeros minutos estuvimos únicamente con el ambiente y nos quejamos. Pero es que cuando entró el audio con los comentarios de Rivero y su acompañante echamos en falta que alguien volviese a pisar el cable. Qué tormento. Qué ganas de que perdiera el Atleti. Qué cosa más infumable, rancia y antigua. En fin. La de todos. O casi.

Ahora tendremos que esperar al miércoles o al jueves, a la hora que nos digan (manda cojones cómo castigan esta competición) para sentenciar en el Calderón. No será nada fácil. Tendremos que estar todos empujando. Estos partidos de los aficionados hormiga hacen que luego algunos aficionados cigarra puedan ir a las finales y tal. La vida. Pero ahora, como dice el Cholo, a pensar en el Sevilla. El domingo, a la hora de la siesta. Con un acto de la organización Educación para la Paz apoyado por el Papa antes del encuentro. Habrá que estar. Otro partido para los aficionados hormiga. Otro día de fiesta porque juegan los que defienden nuestros colores. Vamos, Atleti, vamos.

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