sábado, 30 de enero de 2016

Ganar en la derrota


Barça 2 - Atleti 1

Jugar a las 16:00 no es muy de mi gusto. Lo saben mis suegros cuando salgo pitando de la comida familiar y mi hermano que se viene a ver el partido a casa sin siesta y con la idea de tomarse en el descanso un café. A mí me van más los partidos de bocata. Y en el Calderón. Para colmo hoy jugábamos contra el campeón de Liga, el campeón de Copa, el campeón de la Champions, el equipo más goleador y el segundo menos goleado (por detrás nuestra). Uno de los semifinalistas de esta edición de Copa y el que compartía liderazgo con el Atleti en lo más alto de la tabla. Nosotros, sin embargo, veniamos recién eliminados de la Copa, sin gol y con varias invenciones de la prensa rosa sobre fichajes, enfaditos, trueques y estadísticas envenenadas. Tanto que no sé para qué se desplazaron los nuestros a la ciudad Condal estando como estaba todo tan claro. 

A la basura informativa de la prensa apesebrada hay que sumar las opiniones libres y erradas de los atléticos de nuevo cuño. Esos que se han apuntado al éxito sin haber pasado por la apropiación indebida, el desmantelamiento, un par de años en el infierno y muchas miserias semanales echando cuentas con los dedos para evitar el descenso. A los que no han tenido que aguantar la condescendencia de la vikingada compadeciéndose de nuestras penas. Me refiero a los iluminados que han tenido el cuajo y los santos cojones de cuestionar al Cholo tras haber caído eliminados en Copa por un Celta poderoso que nos superó en la ida y en la vuelta. Y por criticar que felicitase al rival por habernos eliminado. Estos atléticos de la nueva ola se apuntaban a los gruñidos de los carroñeros de la desinformación y acusaban al Cholo de jugar sin delanteros. En fin. Ver para creer.

Total, que salía el Cholo frente al todopoderoso Barcelona con el "gremlin" Griezmann en punta apoyado por Carrasco, Saúl y Koke. En el centro del campo "Los Fernández" (Augusto y Gabi) y en la línea de atrás la defensa más segura de Europa y el portero menos goleado: Oblak, Juanfran, Godín, Giménez y Filipe. Casi nada.

La intensidad del comienzo fue brutal. Como contra el Celta, pero más fructífera. A los dos minutos ya habíamos sacado un córner y Saúl había intentado marcar un golazo colocando con poca potencia y mucha clase un balón en la escuadra que Bravo sacó de una estirada. Le faltó potencia al disparo lejano del canterano. Pero el Atleti seguía presionando. Y robando. Y ganando en el centro del campo a un Barça que vio como Saúl -otra vez él ilícitano- recupera un nuevo balón y gana la línea de fondo para sacar un pase mortal al que no llega (o sí, pero deja pasar) el pequeño goleador francés cayendo en los pies de Koke que, sin mucho esfuerzo, coloca en el fondo de la red. No llevábamos diez minutos y ya íbamos 0-1. Ni en el mejor y más húmedo de los sueños.

Y así estuvimos media hora jugando al toque y con rapidez. Tanto que el Atleti parecía el Barça. Poco a poco los azulgranas, motivados por los pequeños, continuos, insignificantes y repetitivos errores arbitrales se fueron creciendo al tiempo que el Atleti era empapelado de amarillo con las tarjetas del de verde, Undiano Mallenco. Nada nuevo. Esto sumado al peor partido de Giménez atrás, dio como resultado dos goles seguidos en diez minutos. Bueno, y que el Barça tiene unos jugadorazos y un equipo muy cuajado.

Giménez es joven, sí. Pero a veces juega un poco sobrado, como dando por supuestas cosas que un defensa no se puede permitir. Y que no se arreglan tirándose siempre al suelo. Ya afilo del descanso, con el resultado en contra, un lance desafortunado en el centro del campo hace que Filipe (impresionante durante toda la primera parte) suba el pie más de lo necesario, llegue tarde y le clave los tacos a Messi en la rodilla. Expulsado. Habría que ver si hubiera sido al revés lo que Undiano hubiera pitado. A vestuarios. El partido parecía que se había acabado.

En la segunda da mitad el Atleti deja fuera a Gabi y saca otro defensa barbado, como Juanfran, como Oblak. Jesus Gámez se acopla y sorprende el Atleti con Saúl y Carrasco desatados. Parecía que era el rival el que jugaba con uno menos. Estaba el Barsa tan relajado que el "gremlin" la tuvo en sus botas. Y hubiera entrado si no llega a ser por las de Bravo. Podía haber sido el empate y, en la siguiente jugada Godín llega apurado a un balón sin peligro que Suárez no tenía aún controlado. Segunda amarilla y el Atleti con nueve. Era el más difícil todavía. Tanto que el locutor suelta: "El Cholo seguro que firmaría el 2-1 y que no le metieran más", a lo que yo salto: "Este tío es gilipollas. Nosotros somos el Atleti. El Cholo va a ir a por el partido. Hasta la muerte". Dicho y hecho. Los que estaban en el campo se vaciaron. Tanto que Augusto se partió el ligamento lateral (por ahora es lo que sabemos) en una lesión muy fea. Un auténtico Tiagazo. Una mierda. Y salió Thomas que peleó con sus ocho compañeros hasta el final. Y a pesar de las tarjetas Oblak subió a rematar una falta lateral que bien podía haber valido el empate que, aunque no llegó, mereció sobradamente el equipo que ganó, aunque el marcador dijese lo contrario.
Orgullo es poco. Él Atleti en Barcelona demostró sobre el campo lo que serigrafíamos hace años en nuestras camisetas, que "ser campeón es una actitud, no una meta".
De las consecuencias negativas del partido (sancionados, lesionados y agotados) ya si eso hablamos el próximo día. Pero no valen excusas. Somos el Atleti. El único equipo del mundo capaz de ganar, incluso en la derrota.

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