martes, 30 de mayo de 2017
Testigo de una muerte innecesaria
lunes, 22 de mayo de 2017
Ya no somos simpáticos
Se acabó la temporada.
Otro año para enmarcar del Atleti del Cholo. Semifinales de Copa eliminados por una de las selecciones mundiales que juega nuestra Liga y semifinales de Champions eliminados -ganando uno de los dos partidos- contra la otra selección mundial que también juega en nuestra Liga -y que nos cae siempre en competición europea-. Además, terceros en la aburrida competición doméstica que llevan ganando las dos multinacionales anteriormente mencionadas en 28 de las 33 últimas ediciones.
Ayer terminaba la Liga y me importaba una mierda cuál de las dos compañías internacionales del márketing planetario se llevase el título. Lo juro. Ayer sólo quería ir al Calderón con los míos y despedir el estadio donde hemos pasado tantas horas y vivido tantas emociones. Quería que Torres marcase un gol, me daba igual el resultado. Quería aplaudir a Tiago, no sabía siquiera si estaba convocado. Recién aterrizado de Sudáfrica, sin cambiar de hora, aún no me había adaptado al horario. Me llevé a las niñas al campo y les expliqué que esta sería la última vez que iríamos a animar a nuestro equipo a aquel lugar, que unos tipos muy malos nos habían echado de allí prometiéndonos un estadio nuevo cerca de la casa del tío Rícar. Y les pareció bien. Se quedaron conformes. Y me dio por pensar que los mafiosos del palco habían hecho muy bien su trabajo. Que serán delincuentes, pero que no son tontos.
Ayer el Atleti, como si de un particular genio de la lámpara se tratase, me concedió todos mis deseos. A los diez minutos Fernando Torres había marcado dos goles. El segundo, con una vaselina marca de la casa, dentro del área, de espaldas. Si con el primero, regalo de Griezmann, ya me daba por satisfecho y me podía haber ido a casa, el segundo fue el delirio, un éxtasis en el alma de la grada. Fernando celebrándolo con pausa y firmeza en la esquina del córner besándose el escudo que no se toca. El Athletic parecía no jugarse una plaza en Europa. Raúl García sintió el cariño de la hinchada y cuando le sustituyeron en la segunda mitad esquivó el escudo que no se pisa y se derramó en el banquillo en lágrimas. Uno de los nuestros. Siempre.
Movió Valverde sus fichas en la segunda mitad y Williams recortó distancias. No apretaba suficiente el Athletic. El Cholo dio inicio a la ronda de homenajes sin perder de vista el partido. Primero Fernando en una tarde de ensueño, de esas que nos hacían recordar al niño pecoso que debutó con el 35 frente al Leganés faltando unos minutos. Luego un Carrasco voluntarioso y regateador que tiene algo distinto y no acaba de encajar en mi casillero de futbolistas favoritos. Pero el Cholocambio de Tiago por Correa a diez minutos del final, ese sí que fue decisivamente apoteósico. Oblak se mete un carrerón de cincuenta metros para abrazar al portugués junto con el resto de sus compañeros. El campo se viene abajo en agradecimiento a un futbolista de los nuestros, de los de para siempre. Sale Angelito Correa y en la primera que toca, tras el disparo de Griezmann que rechaza el palo, mete el último gol en el Calderón. Y yo, que no soy de grabar con el móvil, pillo la secuencia completa y el delirio de mi gente en el lugar donde tantas y de tantos colores las hemos pasado. Cholocambio afortunado. Otra vez.
Durante todo el partido el campo no dejó de cantar. Se rescataron viejos éxitos del repertorio más antiguo del estadio. Recordamos a futbolistas ejemplares. A leyendas. Y a mitos. Luis, José Eulogio y Fernando. Uno en el tercer anfiteatro, otro con más de 70 años y el Niño que aún sigue activo y goleando. Ojalá un año más. Que sea lo que él quiera, lo mejor para nuestro Atleti que es el suyo.
Acaba el partido y comienza el homenaje de cartón piedra para despedir el estadio. Nos enchufan un vídeo recordando algunos momentos seleccionados de los 50 años del estadio. No se dice nada de que Jesús Gil robó el club, tampoco de la intervención judicial, ni del descenso a Segunda. Ni de otro año más en el infierno. Tampoco se mentó la intertoto, ni la retahíla de entrenadores y jugadores de medio pelo que llegaban aquí para cuadrar las cuentas de los delincuentes del palco sin que les importase un bledo lo que le pasase al Atleti. Y cada vez que se mencionaba el Wanda Metropolitano el Calderón estallaba en una pitada que en ningún medio ha salido reflejada. Como tampoco ha salido la invasión de personal de seguridad para evitar la invasión del campo, ni el despliegue de la policía antidisturbios tomando posiciones en el fondo sur dejando bien claro que no se trata de un traslado sino de un auténtico desahucio.
La liga ganada por el equipo de las chicas y su vuelta al campo fue impresionante y salvó la ceremonia. Eso y ver emocionarse de nuevo a Gárate, escuchar al capitán las palabras que no le salían y oír de boca del Cholo que se queda en el Atleti, que el club tiene futuro, que lo mejor está por llegar y que ahora le toca a los que robaron el equipo y se llenaron con él los bolsillos poner algo de la pasta que han burlado para ser más competitivos.
Sacaron los trofeos ganados en estos cincuenta años y casi la mitad los había logrado el Cholo en los cinco últimos como entrenador. Eso sin contar los dos del doblete como jugador.
Estiraron unas telas, nos dijeron que cantásemos el himno y anunciaron por megafonía que el domingo que viene se jugará un partido homenaje para despedir definitivamente el estadio que nunca quisieron reformar, el que pagaron los socios de su bolsillo para perder definitivamente la propiedad. El campo del tocomocho inmobiliario, el mismo en el que los socios se convirtieron en clientes. El campo que ayer gritaba "el escudo no se toca" y "Gil, cabrón fuera del Calderón". Ese mismo que coreaba como si fuera gracioso el asqueroso estribillo de "y tal, y tal y tal y tal".
Por la noche, en casa, escuché que habían ganado la Liga los ciervos de la capital y que en sus cánticos se referían a nosotros, nos volvían a insultar. Y sí, lo reconozco, me alegró el día después del funeral del Calderón. Y se me quitó el dolor de manos. Y se me desaceleró el corazón. Me dormí con una sonrisa dando gracias al Cholo por habernos devuelto a la vida, por recordarnos quiénes somos y por haber dejado de ser para el todopoderoso y condescendiente vecino rico el equipo simpático que no era digno rival. Nunca lo podrán entender. Y con una sonrisa de oreja a oreja logré olvidarme de los cabrones del palco y me dormí como cuando era niño, soñando que jugaba vestido de rojiblanco.
viernes, 5 de mayo de 2017
El miércoles, milagro
A Berlanga le iban más los jueves, pero eso era en 1957 y en blanco y negro. El genio cinematográfico del humor se inventó un milagro con el que llenar el pueblo de gente. A nosotros no nos hace falta. El milagro es el Atleti y, desde que llegó el Cholo (otro milagro que merece capítulo aparte) el Calderón se llena para animar a los chavales. No importa lo que pase, insisto, porque el milagro es que un club al que le han caído por todos lados y las ha visto de todos los colores en sus 114 años de historia, ahí sigue. Vivo, muy vivo. Y coleando. Que últimamente, desde que han cerrado algunos accesos para que deseemos fervientemente trasladarnos a la Peineta, las colas son tan gloriosas como nuestras milagrosas y alegres rayas colchoneras.
El miércoles, contra los tres goles de los prepotentes y ostentosos vecinos, habrá milagro. Aunque no ganemos. Aunque empatemos. Aunque no pasemos. El miércoles, el Calderón, se despide de las competiciones europeas en una semifinal de Champions (la sexta de toda nuestra historia y tres han sido en los cuatro últimos años. Sí un milagro. El del Cholo, que ya he dicho que es capítulo aparte).
Yo creo en los milagros porque los he visto. Y porque me ha tocado disfrutarlos muy lejos, no como la final de Copa que le ganamos a los insolentes e incoloros vecinos de la selección mundial en su estadio. Ni como la Europa League que nos trajimos de Bucarest en un partidazo contra un gran Athletic, no. Hablo de milagros serios. De ir perdiendo 0-3 al descanso contra el "dream team" de Cruyff y acabar 4-3. Ese milagro me pilló en Perú. Hablo de más de una década arrastrándonos en cada derbi y recibiendo un gol antes del minuto cinco para caer derrotados y, de repente, en un bar lleno de negros vestidos de blanco, en Mozambique, celebrar con mi camiseta del centenario una victoria que rompía una racha que parecía eterna. Fue la primera temporada del Cholo, lo dicho, el señor de los milagros. Hablo, insisto aún a riesgo de ser pesado, de vivir milagros en la distancia, o en un avión rumbo a Bolivia jugándonos el pase a otra final de Champions contra el Bayern de Guardiola. Y llorar abrazado a una aeromoza cuando me confirma que el Atleti ha fallado un penalti (cómo no), pero ha marcado y, aún perdiendo, ha pasado. A esos milagros me refiero, a ganar 4-0 en nuestro estadio casi al mismo equipo que viene el miércoles. A no poderlo ver porque hasta la noche no encienden el generador de luz en Toko-Toko, al norte de Benín. En recibir una llamada de teléfono de mi hermano enloquecido y saltárseme las lágrimas en mitad de la sabana, con mi camiseta del Atleti, saltando ante la mirada de cientos de lopkás asustados. A esos milagros me refiero. El miércoles lo veré en algún punto de Sudáfrica acompañado de un misionero comboniano que también es del Atleti. Su primer mensaje de whatsapp al ver mi foto de perfil fue el siguiente: "Ya somos dos. El miércoles nos deshacemos del Madrid. Lo vemos seguro. Aúpa Atleti".
Cómo no voy a creer en milagros si somos el Atleti, un auténtico milagro.
miércoles, 26 de abril de 2017
Y Carrasco lesionado
Atleti 0 - Villarreal 1
El 25 de abril un grupo de estudiantes de ingeniería de Bilbao se reunía en torno a unas viandas y decidía fundar el Athletic Club de Madrid. Al día siguiente registraron lo que hoy es nuestro Atlético de Madrid. De esto hace ya 114 años.
Coincidiendo con la efeméride la Liga de Tebas nos programa un partido contra el Villarreal. Martes a las 21:30 horas. Un horario muy bueno para mi amigo Albertito que deja a sus dos cachorros dormidos en casa, pero fatal para el resto de los mortales que llegamos a casa pasada la medianoche. Ayer, al llegar, estaba mi señora esperándome en el salón. Cosa rara. "¿Qué ha pasado?" fue su saludo. "Hemos perdido". Lo dije así, con naturalidad, y caí en la cuenta de que hacía mucho, pero mucho tiempo, que no venía del Calderón derrotado. Y me metí en la cama con un bullir de momentos del Calderón. No sólo los doce maravillosos éxitos que nos recordaron desde el Frente Atlético (como me siento encima de ellos, sólo pude leer la pancarta grande de abajo que decía: "Momentos del Calderón". Esta mañana he visto las fotos y la crónica con esos estupendos vividos en un estadio con el que los delincuentes del palco se empeñaron en especular sin invertir en serio en su remodelación y adaptación a los nuevos tiempos. Por cierto, a los amigos del Frente se les olvidó esa pancarta: 1987 Gil y Cerezo roban el Atleti y se enriquecen a nuestra costa: condenados y prescritos).
Delante nuestra, como no vinieron ni Fran ni Jose, se sentaron dos norteamericanas guapísimas y simpatiquísimas de New Jersey y Whasington DC. Juraron ante los atléticos del fondo amor eterno a las rayas rojiblancas. No trajeron bocata al descanso, eso no nos gustó. Casi ni echamos de menos a nuestros fieles compañeros de abono. Por cierto, no sabemos si era su sitio, pero mi hermano les dijo que se sentaran ahí y ahí se quedaron felices escuchando barbaridades sin poder celebrar un gol.
El partido nos salió rana. Otra vez. Como la ida en el estadio de la Cerámica. Allí nos metieron tres en la segunda parte. Pero es que el Atleti tiró dos al palo y falló hasta tres mano a mano con Asenjo. La bola no quiso entrar. Y lo que es peor, se nos lesionaron Tiago y Oblak.
Los de amarillo (Luis Aragoneeeeeees, Luis Aragoneeeeeees, Luis Aragoneeeeeees, Luis Ara go neee ee es) nos tienen cogido el tranquillo. Y salieron muy ordenados atrás y con solidez en defensa. Desde Adrián (que recibió una merecida ovación al ser sustituido en la segunda parte) hasta Fernández (el ex portero de Osasuna se crece contra el Atleti y hace auténticos partidazos. Ayer fue clave con intervenciones de mérito ante Gaitán, Griezmann, Saúl y Gameiro). El Atleti generó ocasiones en la primera mitad, pero no se fue descaradamente a por el partido. Decidió esperar. Todos confiábamos en los Cholocambios. Carrasco y Gameiro por Correa y Gaitán. Pero la mala fortuna quiso que el belga chocase contra el lateral de los amarillos (creo que fue Rukavina) y se lesionara el hombro. Tarjeta para el del Villarreal y al hospital. Al parecer no se ha roto la clavícula y se ha quedado en un fuerte golpe. Golpe que le va a tener de baja las próximas dos semanas, o sea, como a mí -aunque yo tengo el hombro perfecto, faltaría plus-. A él le tocará ver a sus compañeros contra Las Palmas, Eibar y Real Madrid desde la banda por culpa de su esguince acromio-clavicular en grado 1. A mí me tocará verlos (con suerte) contra los canarios por televisión desde Bilbao y contra los eibarreses y los ciervos desde cualquier punto del interior de Sudáfrica por culpa de mi trabajo. Que no me quejo, que sólo lo comento. El belga y yo tenemos vidas paralelas, aunque me fastidie (no es santo de mi devoción Yannik Ferreira Carrasco, aunque probablemente sea el que más magia tiene de la plantilla).
Salió el Niño para sustituir a Carrasco que hacía quince minutos había sustituido a su vez a Gaitán. Cánticos, ovación. Alguna casi ocasión, pero nada. En el único fallo de un Filipe Luis en una temporada sensacional, se lo rebañó Bakambú para dejársela a Soriano que, tras semidespeje de Savic, marca Soriano de rebote y rubrica y remacha la noche de infortunio atlético. Ver para creer. ¿Qué más podía salir mal? Pues que el árbitro pusiera en el acta que el Cholo había tocado en el hombro a un auxiliar para comentarle que deberían haber añadido algo más de tiempo. Miedo me da. No porque vayan contra el Atleti, sino porque el arbitraje de Ignacio Iglesias Villanueva fue ayer un auténtico despropósito. Probablemente el peor colegiado que haya pasado este año por el Calderón. De pena. Difícil hacerlo tan rematadamente mal. Y eso que no influyó en el resultado, pero estuvo pésimo. Seis tarjetas al Villarreal y dos al Atleti. Misterios insondables de los que no quieren adaptarse a los nuevos tiempos. Con lo fácil que sería ponerle un monitor al de la banda y que le fuera cantando por el pinganillo lo que es y lo que no.
Por cierto, llenazo en el Calderón. Mucho cántico, las pancartas y ánimos después de encajar un gol a diez minutos para el final. El Atleti achuchó, pero no era el día. También hubo aplausos a los jugadores al final del partido y ánimos para afrontar lo de los pío-pío y, sobre todo, el partido de ida de nuestra obsesión.
"Cabezas en Champions" me escribió mi hermano antes de dormir. Y a mí me dio por pensar que antes tenemos que ir a Gran Canaria, que nos iba muy bien con el partido a partido, que hacía mucho que no llegaba a casa con cara de idiota, de haber tenido las ocasiones y haber perdido por un único error y de rebote, de celebrar con derrota el 114 aniversario, de que me queda un único partido en el Calderón, cuando regrese de Sudáfrica, contra el Athletic Club. Que ojalá el 4 de junio abran las puertas del estadio para celebrar lo que traigamos de Gales. Que a soñar no nos gana nadie y que, aunque no sea mi jugador favorito, me fastidia que justo ahora, Carrasco, se nos haya lesionado.
Vamos, Atleti, vamos.
domingo, 23 de abril de 2017
Cuando llueve hace bueno?
Espanyol 0 - Atleti 1
Salió nublado ayer en Madrid. Pero con temperatura agradable. Primavera pura. Un día de esos que no sabes si hace bueno o malo. Confuso. De esos, en que te salen ratos en que le entran a uno las filosofofias cotidianas y le da por pensar cosas. Y piensa en sí el sol es es bueno y la lluvia es mala. O no, claro. Depende de a quién caliente, a quien moje, del momento y el lugar. Y me dio por pensar (a mis hijas las castigan al rincón de pensar... qué país) y pensé en el Atleti, en su juego, en si brilla como el sol o moja como la lluvia. Y claro, depende de quién te cuente la película, de dónde juegue y contra quién. Entonces caí en que el Atleti para los contrarios (y la prensa rival) juega mal. Sin brillo. Muy a la defensiva. Llueve sobre mojado. Sin embargo, para mí, es como para los agricultores la lluvia. Pura vida.
El sábado contra el Espanyol de Quique S. Flowers (lo siento, nunca fue santo de mi devoción el sobrino de la Faraona. Ver posts de este blog correspondientes a aquella época. Aunque le agradezco la Europa League). También es el Espanyol de Jurado, Leo Baptistao y Reyes. Tres futbolistas que pasaron por el Atleti sin que el Atleti pasará por ellos. Por cierto, se vaciaron casi tanto como Gerard Moreno en la brega contra el que fuera su equipo. Parecía que les iba en ello la vida.
Los nuestros jugaron al más puro estilo Cholo. Ese que nos ha llevado a donde estamos, a vivir los cinco mejores años de los 114 que contemplan la historia del Glorioso. Fuertes atrás, serios en medio y esperando la ocasión adelante.
Atrás impresionó José María Giménez en el lateral derecho. Este todocampista me ha acabado de enamorar. Como central me generaba desconfianza si no le acompañaba su soberbio e imperial compatriota. En el medio centro me pareció todo un descubrimiento. Lo de ayer hizo que cayese rendido a sus pies. Si a esto le sumamos a Oblak parando balones imposibles con la punta del pijo (literal) y un Filipe Luis que recuerda en cada partido por qué somos filipenses irredentos, a uno se le pone una sonrisa en la cara que se la parte en dos cuando ve al rival tirando desde lejos porque no pueden entrar.
Lo de Gabi merece capítulo especial. El sábado, una vez más, volvió a ser descomunal. Lo del capitán es inenarrable, inconmensurable. Solo podremos calibrar su importancia en este equipo el día que no pueda jugar.
De Griezmann nada que añadir. Cada vez mejor. Ya no recordamos su nefasto inicio en el equipo cuando el Cholo le tuvo dos meses chupando banquillo. Es un jugadorazo y un profesional comprometido como pocos. Muy Cholo. Ayer, amén de marcar el único gol marcó el camino de las respuestas activas ante las preguntas pasivas. Amigos de BeIn, más fútbol y menos corazón, más periodismo deportivo y menos crónica rosa.
El partido es fácil de resumir. El Cholo se blinda atrás y cuando el Espanyol aprieta hace sus cambios y zas! Cholocambio eficaz para marcar. Gol, tres puntos, jugamos fatal y tal. Que llueva, que llueva, que a mí este juego y este tiempo me encantan.
Y el martes a alicatar al Villarreal hasta el techo. Esperemos que Adrián nos respete.
Gracias Cholo.
miércoles, 19 de abril de 2017
El equipo invisible
martes, 18 de abril de 2017
Aquel par de Champions
domingo, 9 de abril de 2017
Cerci, Gamonal y el bebé Iván
miércoles, 5 de abril de 2017
Eusebio y un señor entrenador
Atleti 1 - Real Sociedad 0
La temporada 1987-88 fue la primera de Gil como presidente. Tres entrenadores tuvo el equipo ese año (Menoti, Ufarte y Briones) y una plantilla espectacular que, como equipo, no logró nada. Abel, Tomás, Arteche, Morgado, Landáburu, Alemao, Parra, Eusebio, Julio Salinas, Futre, López Ufarte. Pero es que también estaban Quique Ramos, Quique Setién, Goicoechea, Marcos Alonso, Marina, Aguilera, Pedraza, Elduayen y Mejías. Todos eran internacionales, incluido Eusebio, que pasó por el Atleti sin que el Atleti pasara por él. Tan es así que el otro día se despachó con unas declaraciones muy poco respetuosas hacia uno de los equipos que más están logrando con menos. Dijo el tipo de Valladolid algo así como que el Atleti no tenía tantos canteranos como la Real y que por eso el compromiso de los jugadores de la Real era mayor. Ese mismo día el Atleti del Cholo alineó a seis canteranos para ganar al Málaga 0-2 mientras él sacaba a cinco en Anoeta para empatar -y gracias- frente al Leganés. Por estas palabras y otras que no voy a reproducir sobre el trabajo del Cholo y los éxitos del Glorioso club al que tengo la suerte de apoyar estaba deseando que llegase el partido de ayer.
Comenzó la cosa tarde, porque a Tebas le va poner horarios chinos a los equipos sin una directiva que mire por sus aficionados. Los delincuentes del palco, a lo suyo. Uno no va y el otro va para soltar su gracieta y que nos sigan tomando como el equipo de los payasos, confundiendo al presidente con la afición, a la ínfima parte, al infra ser, con el todo. Lo dicho, un martes a las 21:30 y ni una queja. Y el Calderón, que tiene los días contados y que ya sólo necesita una mano para contar los partidos oficiales que se disputarán en él, lleno hasta la bandera.
Desde Cáceres vinieron mi amigo y hermano Antonio -vikingo como pocos y de los pocos buenos- y su yerno Borja que cumplía 27 años de vida en rojiblanco. Vinieron a celebrar el cumpleaños en el Calderón con nosotros (palizón de ida y vuelta que bien mereció la pena. Por el partido, por el ron, por las risas y porque nos vemos mucho menos de lo que la vida nos deja).
Salió el Cholo con un equipo que me encanta. Los de siempre: Oblak, Juanfran, Godín, Savic, Filipe Luis, atrás. Koke, Gabi, Saúl y Carrasco en el medio. Y Torres con Griezmann en ataque. Eusebio tiró de esa cantera que tanto le gusta, pero la puso como excusa. Que tenía muchos lesionados, decía el que pasó por el Atleti sin dejar rastro, como ayer su equipo.
El Atleti no hizo su mejor partido pero generó muchas ocasiones. La Real sólo lanzó entre los tres palos una vez en los noventa minutos. Fue un remate flojo de William José. Es cierto que tenían el control del balón, pero no se traducía en peligro ni en oportunidades. El Atleti, otra vez, mantuvo atrás un orden propio de una maquinaria tan engrasada y precisa que no dejaba ni un mínimo resquicio por el que poder penetrar. Genial el equipo en defensa. No tanto en ataque.
Cuando empezaban los nervios a recorrer la grada Filipe Luis (en un estado de forma alucinante) arrancó con el balón y trazó dos paredes de tiralíneas. Primero con Griezmann y luego con Torres para acabar marcando un golazo de bandera. Y todos nos volvimos a hacer "Filipenses". Y recordamos su debut el 27 de septiembre de 2010.
Sí, amigos, Filipe Luis está en su mejor momento, y lo estamos disfrutando. Lleva dos jornadas seguidas marcando. Pero es que no deja de correr su banda y tiene hambre de gol. En una de las ocasiones falladas increíblemente por Carrasco, solo, ante Rulli, el belga tira a dar al portero y es el propio Filipe el que intenta un segundo remate sin fortuna que da por zanjada la jugada. Muy bien el brasileño. Muy bien. Casi tan bien como errados nuestros delanteros. En un jugadón del equipo con carrera de Carrasco y pase de primeras que deja a Torres solo ante el portero, el de Fuenla le da al poste en un primer remate. Pero es que controla el rebote, se coloca el balón y la pone en el lateral de la red. Se quería morir nuestro Niño, le queríamos matar. Aún así le cantamos, como al resto de los que visten la rojiblanca, para animarle. Y lo logramos.
La de Griezmann también fue de libro. Y la de Correa. Y la de Giménez al final del partido. No podemos fallar tanto arriba. Que sí, que es la Real, que es el equipo de Eusebio, que es muy emocionante y todo eso, pero hay que solventar los partidos sin necesidad de que el Cholo (qué grande el Cholo, qué suerte hemos tenido, qué pedazo de entrenador total, qué falta de adjetivos para abarcar su inmensidad) tenga que echarse el estadio a sus espaldas durante los últimos diez minutos para que todos juntos empujemos a los nuestros. Fue increíble. Nos tenían los de la Real metidos en nuestro campo y, de repente, el Cholo se vuelve loco en la banda y pide que todo el estadio anime. Y todos nos ponemos a animar. Y su locura nos recuerda la nuestra y los muchachos empiezan a apretar. Se sacuden la presión donostiarra y acaban metiéndoles en su área y obligándoles a achicar balones porque nos los comíamos con patatas. Momentazo rojiblanco. Locura colectiva una vez más. Como la de Borja para hacer un Cáceres-Vicente Calderón-Cáceres para celebrar su cumpleaños. Como la de ser del Atleti. No lo pueden entender. Ganar tres puntos muy ricos y dejar a la Real a doce. Acabar el partido y entonar a voz en grito: "Jugadores, jugadores, hemos venido a ganar..."
Vamos, Lega.
El sábado puede ser un gran día. Espero celebrarlo en Burgos con mi bandera nueva.
Aúpa Atleti. Siempre.
domingo, 2 de abril de 2017
Simeone vuelve a los orígenes
martes, 21 de marzo de 2017
Gabi y Saúl, que no viceversa
Atleti 3 - Sevilla 1
No es lo mismo que juegue Gabi por delante de Saúl, que Saúl por delante de Gabi. Parece que sí, pero no. Es otro equipo. El capitán brilla mucho más -a pesar de su humildad dentro y fuera del campo- cuando el Cholo le encomienda las tareas creativas en ataque y la presión en defensa. Lo mismo sucede con Saúl. El ilicitano es una auténtica barredora en la recuperación de balones y un seguro apoyando a los dos centrales cuando la jugada a balón parado lo requiere. Es el cinco que tanto echamos de menos, el Tiago que no sabemos si volveremos a ver y el Augusto que pronto reaparecerá. Contra el Sevilla repetía el Cholo una alineación ya conocida, pero cambiaba la posición de nuestros dos mediocentros. Y dio resultado. Mucho y bueno.
Empezaba el partido con Vrsaljco, nuestro querido "Venancio", lesionándose en el minuto uno. Y la cosa parecía seria. Lo es. Ahora ya sabemos que la noticia buena es que no le operan y la mala que tendrá para uno o dos meses. Vamos, que se nos pierde casi lo que queda de temporada. Juanfran recuperó la titularidad que le había ganado el joven croata y volvió a recordarnos por qué le queremos tanto. Partidazo del lateral en defensa y en ataque. Lo mismo que Filipe Luis por la izquierda. Soberbio el brasileño, casi tanto como Godín mandando atrás y enmendando los desajustes de Savic que, poco a poco, se va ganando el puesto en detrimento de Giménez, aunque a mí me guste mucho más Lucas que los dos juntos.
Los primeros quince minutos fueron un recital rojiblanco. Un vendaval del Atleti que no logró marcar por muy poco. Gameiro le pegó al larguero tras una vaselina que tocó con los dedos Sergio Rico, sin duda el mejor del Sevilla. Los andaluces estaban desaparecidos con el lateral, Escudero, jugando de medio centro. Como cuando el Cholo pone a Saúl por delante de Gabi, pero mucho peor.
El sol pegaba de lo lindo en el anfiteatro del fondo sur. Acababa de aterrizar de Honduras y mis hijas me habían recibido con una fiesta sorpresa, se habían venido conmigo al Calderón y estaba con un jet-lag de tres pares de lo que gusten. El Calderón me mantenía despierto con un lleno hasta la bandera, pero el sol... el sol me estaba friendo y el Sevilla comenzaba a plantar cara al Atleti y a meterse en el partido. Con empate a cero empecé a temerme lo peor. Venían los de Sampaoli de quince días nefastos en Liga y arrastrando la eliminación en Champions contra el Leicester (no habrá más remedio que vengarles). Y el encuentro a orillas del Manzanares lo habían presentado como una final para asegurar la tercera plaza. Minuto cuarenta, saca una falta Griezmann al segundo palo, casi sin peligro, y aparece Godín más solo que un madridista en el área del Athletic. Cabezazo y gol. 1-0 y al descanso. A tomar la sombra al vomitorio y a pagar dos eurazos del ala por un botellín con un buchito de agua. Como si fuéramos chinos, o franceses, o norteamericanos. Que de todo había el domingo por mi zona del estadio.

El Cholo llama a Fernando Torres y el campo estalla cantando a su ídolo y leyenda como había cantado a su entrenador y salvador. La tarde se presentaba redonda. Sólo faltaba el gol del Niño para celebrar sus 33 años por anticipado. Y casi lo consigue. El pase le vino por la banda derecha, pero rebotó en un defensa cuando estaba absolutamente solo y Koke se encontró con el balón en el pie ante la portería vacía. El tercero. Ya nadie se acordaba de Gabi por delante de Saúl. Tres cero y yo tenía un 4-0 en la porra. Ya teníamos asegurados tres puntos que valían por cuatro. Nos poníamos a dos del Sevilla y peleábamos por la tercera plaza. Pero es que aún podíamos ver más goles. El equipo andaluz estaba muerto y el Atleti desatado.
Pero volvimos a fallar. En una oportunidad de Fernando Torres ante Sergio Rico pasamos del posible 4-0 al 3-1. Jugadón de Correa, el del Sevilla, que deja a Savic en ridículo y se fabrica un golazo. Fin del partido. Pudo ser, otra vez, como en Leverkusen, un 5-0, y acabamos con un engañoso y aseado 3-1. No podemos fallar tanto arriba. Sobre todo oportunidades tan claras como el balón que Gameiro intenta controlar dentro del área frente al portero, en lugar de rematar. O como Carrasco intentando hacer el gol de la jornada en lugar de pegar un punterazo y meter el balón con uña y todo. Pareciera que alguno temiera meter goles poco estéticos. O despeinarse y salir mal en la foto. Pero bueno. Que el Atleti llega al final de temporada creciendo, fuerte y apuntando muy alto.
Todos a casa contentos. Mucho. Uno de los mejores días del padre que recuerdo: Llegar de Honduras, que mis hijas me reciban con una fiesta sorpresa y me den sus regalos, comer con mi mujer, las niñas, mi hermano y mi sobrino, cerca del campo y disfrutar de un gran partido del Atleti con victoria sin paliativos ante un rival directo. ¿Se puede pedir más? Sí, ganar en Cardiff este año. Mientras tanto, partido a partido y a disfrutar del camino. Gracias, Atleti.
Dale, dale, alegría a mi corazón...
martes, 7 de marzo de 2017
Honduras rojiblancas

domingo, 26 de febrero de 2017
De carambola

domingo, 19 de febrero de 2017
Cholocambios en El Molinón
lunes, 13 de febrero de 2017
Una casa de locos
Atleti 3 - Celta 2
A mis hijas, de 7 y 4 años, cada vez les resulta más difícil coincidir con los dibujos animados. La mayor empieza a ver películas "de personas" y la pequeña acaba de dejar "Peppa pig" aunque sigue enganchada a la "Patrulla canina". De modo que hay que turnarse en la única televisión que hay en casa para ver un rato lo que gusta a cada uno. En este caos de series y dibujos infantiles hemos encontrado algo que nos ha enganchado a todos -y me incluyo-; se trata de la serie animada "Una casa de locos". El protagonista es un niño que vive con sus diez hermanas y tiene que sobrevivir buscando soluciones imaginativas a los problemas cotidianos que se le presentan en una casa donde siempre pasan cosas. Verdaderamente una locura. Como el Atleti ayer.
Porque desde que llegase el Cholo no es muy habitual que nos marquen en el Calderón, y mucho menos que lo hagan tan pronto como ayer el Celta.
Tampoco es habitual ver a Fernando Torres de titular, como ayer, a pesar de su increíble estado de forma y de la "fouteza" y corazón que derrocha en cada partido. Pero menos lógico es verle recibir un melón de espaldas y controlarla haciéndola botar para sacarse un remate de chilena estático consiguiendo un empate por toda la escuadra que nos hizo olvidar la lluvia y nos volvió a todos absolutamente locos.

Hernández- se coman penaltis como el que le hicieron ayer al gladiador de Fuenlabrada.
A lo que no acabaremos nunca de acostumbrarnos es a que nos piten un piscinazo como el de Carrasco para compensar. Y sí, a pesar de que Torres le arrancó el balón al belga de las manos para conjurar la locura del error desde los once metros, lo falló.
De psiquiátrico. Así no hay forma de ganar. Mucho menos cuando bajo la incesante lluvia del primer tiempo el indolente Carrasco se queda solo en un mano a mano sencillo y trata de meter el gol del siglo -que ya había metido antes Torres- haciéndole un caño al portero. Resultado: otra vez le pegó al muñeco. Y van... de locos.
En el descanso mi hermano y yo nos apretamos un bocadillo antológico y disparatado. La lluvia se alió con nosotros y la tortilla de patata que nos preparó mi madre nos supo tan rica que, aliñada con el recuerdo imborrable del estratosférico gol del Niño, dábamos por bien aprovechada la noche, el domingo, el fin de semana y la semana entera. A pesar de que no jugábamos a nada. A pesar de que Griezmann se estaba dejando la vida defendiendo y no hubiera aparecido en ataque. A pesar de que Savic y Lucas estuvieran contagiándose mutuamente sus errores. A pesar de que Gabi y Saúl desempeñasen tareas invertida -el que tiene que crear destruyendo y el que tiene que destruir creando-. A pesar de que Carrasco siga regateando y perdiendo el balón con ese gesto final de patada al aire como el que daban los chupones en el patio. A pesar de que Koke no esté en su mejor momento y a pesar de un Filipe desorientado y un Juanfran raro que se quedó en el vestuario porque resultó estar lesionado. A pesar de los pesares, con el bocata de la mamma y el gol del Niño, nos dábamos con el punto del descanso por más que pagados y satisfechos. Qué golazo. Qué bocata.
Pero el Atleti está loco. Como nosotros que, un domingo por la noche, en invierno, junto al río, calándonos bajo la lluvia, seguíamos cantando como auténticos orates sin camisa de fuerza.
Sobre el césped apenas pasaba nada hasta que, poco antes de marcar, el Celta avisó en un mano a mano que no supo solventar Guidetti echándonos el balón a los del primer anfiteatro del fondo sur. Antes ya habían tirado los de Berizzo una al poste. El segundo gol fue con el partido ya avanzado, en un contragolpe de libro. Nuestra defensa no estuvo a la altura. Wass se la dejó atrás a Guidetti que, esta vez sí, la lanzó ajustada al palo de Moyá sin que Savic sacara la pierna para interceptar. Hacía cinco minutos que el Cholo había quitado a Torres para sacar a Gameiro. Era el minuto 80. Perdíamos 1-2. Casi que no había esperanza. Y aún así, como estamos muy locos, seguimos cantando bajo la lluvia. Aunque no se veía mucha esperanza de remontada en la grada. Y menos después de que el Cholo hubiera quitado a Saúl, tocado, para dar entrada a un Correa que sigue igual de alocado.

Fue sacar el Celta de centro y ya estábamos en su portería. Correa la pone desde la derecha, Gameiro la sirve de cabeza y Griezmann dentro del área la clava en el fondo de las mallas. Ahora sí. 3-2 en el minuto 86. Y todavía hubo tiempo para que Kevin Gameiro fallase su gol cantado. Esta vez casi en la misma raya de gol. El ansia viva le llenó de balón y en vez de marcar el 4-2 le pegó con ímpetu al larguero emulando el penalti fallado por Fernando. Estamos muy idos, muy zumbados, muy alterados. Y fin.
El Celta no mereció perder. El Atleti se tiene que hacer mirar muchas cosas. Los lanzamientos de penalti, el centro del campo invertido, el terror de los centrales a hacerlo fácil, algún despeje de Moyá poco acertado - y algún saque -, lo de Griezmann matándose en defensa y agotado en ataque, los Cholocambios que -aunque no me gustaron- funcionaron, los mano a mano fallados de Carrasco, sus patadas al aire cuando se la quitan después de haber regateado y los clamorosos errores de Gameiro cuando el gol parece que ya está marcado.
Ayer llegué a casa empapado. El partido fue de locos, para locos, con un resultado loco. Ayer llegué contento y satisfecho porque aunque no lo habíamos merecido, el Atleti había ganado. Cogí la tablet y cuando iba a ver el resumen, ya metido en la cama, me saltaron los dibujos de mis hijas, "La casa de locos", los once hermanos que viven situaciones increíbles. Y se me puso una sonrisa de oreja a oreja. Como si estuviera loco, muy loco. Como el Atleti. Como todos los atléticos.
miércoles, 8 de febrero de 2017
Cuando pierde el campeón
sábado, 4 de febrero de 2017
Torres, otra vez

miércoles, 25 de enero de 2017
Hermanos rojiblancos
viernes, 20 de enero de 2017
El Atleti no juega a nada y otros efectos colaterales
Atleti 3 - Eibar 0
Ayer publicaban el informe de ingresos económicos, en millones de euros, de los clubes europeos durante la pasada temporada. El Atleti ha subido dos puestos: del 15 al 13. Supongo que algo tendrá que ver el hecho de haber disputado la Champions desde que llegó el Cholo, haber llegado a dos finales, haber ganado una Europa League, una supercopa de Europa, una Copa, una supercopa de España y hasta una Liga en la competición donde juegan las dos selecciones mundiales. Estos éxitos deportivos tienen aparejados, a su vez, dos efectos colaterales que sufrimos los que llevamos el escudo por dentro, los enfermos de las rayas canallas de los colchones, los indios sin remedio.
El efecto colateral más visible es el de los medios. Molestamos, ya lo dijo el míster. Y eso se nota en cómo se refieren a nuestro equipo. Al principio éramos ultradefensivos y aburridos, después éramos muy violentos (curioso que el Atleti sea el equipo que menos faltas ha cometido en lo que llevamos de Champions y uno de los que menos en Liga), luego no sabíamos jugar bonito (que explícame tú lo que es jugar bonito o feo). Ahora es que el Atleti no juega a nada. En fin. Aún así, ahí seguimos, en la pomada.
El segundo efecto colateral viene aparejado al que acabamos de mencionar sucintamente en el párrafo anterior, a la basura a la que resulta casi imposible sustraerse a pesar de la advertencia de nuestro entrenador para que no consumamos. Este segundo efecto no es otro que las nuevas huestes de aficionados que se han apuntado al éxito rojiblanco, que buscan lo que nunca hemos sido y que pretenden hacernos creer lo que vomitan los cuatro bufones pesebreros que ladran envueltos en sus bufandas participando en espectáculos más o menos bochornosos a través de la tele o la radio. Pero es que algunos de estos payasos titulados en periodismo que escriben en webs y diarios inoculan sus absurdas teorías sobre el Atleti a los que se han apuntado ahora a venir al campo. Y se escucha cada cosa en la grada... que ahora me explico las peleas entre aficionados el día que el Madrid de Zidane nos volvió a ganar en nuestro campo.
Ayer dijeron que el Atleti volvió a jugar a nada. Y los comentaristas, y los listos de las teles y las radios, se pasaron el día hablando de la segura remontada de una de las selecciones mundiales que la víspera había caído derrotada en su casa y de la impresionante victoria de la otra selección mundial en un campo donde era imposible ganar ante un equipo todopoderoso como la Real Sociedad. Del Atleti sólo eso, que no había jugado a nada, que no dan dos pases seguidos, que el Eibar es un rival débil y sin presupuesto, que vinieron con los reservas, que están pendientes de recibir a una de las dos selecciones mundiales en Liga para pedirles las camisetas a sus ídolos y que la Copa no tenía ningún mínimo interés para ellos. Que el Atleti no podía no ganar. Para vomitar.
Lo cierto y verdad es que ayer el Cholo sacó un equipo distinto con Carrasco y Gaitán en los extremos, con Correa y Griezmann en punta. Y que cuando Gameiro entró en la segunda mitad, volvió a encontrar puerta y ya son 8 goles los que lleva el segundo francés (6 en Liga, 1 en Champions y 1 en Copa) al que algunos de los colaterales silban y algunos de los de siempre tardan en darle credibilidad. Y aún estamos a mitad de temporada. Yo confío en él. Y en Griezmann que volvió a marcar (13 lleva ya el primer francés) como Correa, que estuvo atento al rechace.
Bien el equipo. Sin alardes innecesarios y con una seriedad notable en defensa. Un partido serio y muy del Atleti. De los que no gustan a los del efecto del efecto colateral. De los imprescindibles para -partido a partido, eliminatoria a eliminatoria- poder llegar a otra final.
Y ahora a pensar en Liga, en Bilbao, en que no nos la líe Raúl García en un estadio siempre complicado, contra el equipo de nuestros orígenes. Y nuestro Atleti no estará solo. Infiltrados en la grada del nuevo San Mamés estarán los miembros de la única peña atlética de Vizcaya, 'La txapela de Neptuno' a los que la SAD no ha tenido a bien facilitarles la venta de entradas (nuestro club las rechazó bajo el pretexto de no haber tenido demanda). Y además de los 20 valientes vizcaínos del Atleti, media docena de Los50 que, a título personal, verán in situ el encuentro desafiando las distancias, la nieve y con la esperanza de regresar con tres puntos importantes para cerrar con broche de Champions la primera vuelta de una Liga aún por decidir.
Aúpa Atleti.
domingo, 15 de enero de 2017
Las llaves de la moto
