martes, 30 de mayo de 2017

Testigo de una muerte innecesaria

Por José Tamayo
Atlético de fondo

 

Hoy era el día marcado en negro en el calendario.  Hoy era el día en que miles de atléticos, jóvenes, infantes, ancianos, hombres y mujeres; sin distinción, acudían a despedirse de la que ha sido su casa, su otra casa, en los últimos años.  Esa casa donde también han reído, llorado, sufrido durante unas horas antes de volver a su vida diaria.  

Hoy el recorrido habitual era distinto.  Las mismas calles, los mismos bares, muchas caras conocidas y otras no tanto, pero había algo en el ambiente que decía que no era un día de partido normal; no había euforia, no había alegría. Sabíamos a lo que íbamos e intentábamos hacerlo rememorándo nuestras primeras veces. 

Yo al menos conseguí recordar con mi padre, que me acompañaba hoy, que fue en el año 77 cuando acudí por primera vez al Estadio y del que salí llorando, según me cuenta, tras perder contra el Valencia 2 a 3. Aunque acabamos ganando esa liga. 

Y él recordando que su primera vez fue con su hermano, hoy en el tercer anfiteatro, cuando se vinieron a vivir a Madrid desde su Badajoz natal.  Y comentándolo con mi primo, que anda por tierrras de la pérfida Albión, me recuerda que la suya fue con nosotros viendo a un Atleti entrenado por don Luis Aragonés con un traidor mexicano en nuestras filas. Y Darío acordándose que fue con nuestro amigo Fran y conmigo, que soy su padre, a su primer partido. 

Y entramos al campo y las caras conocidas de los atléticos del fondo no están, pero sí otras con acentos extremeños y la misma pasión por unos colores. Varias generaciones también.  

Comienza el desfile de viejas leyendas rojiblancas. Unas más aplaudidas y coreadas que otras: Donato, Pereira, Perea, Forlán, Domínguez, Manolo, Mejias, Caminero, Ruiz, etc, etc. 

Guiños emotivos con la intervención del ejército del aire y su brigada paracaidista portando nuestra bandera y la enseña nacional (hoy no se ha pitado). 

Un partido sin tensión ni nervios por el resultado, pero con la gracia y el guiño de ver a Ronaldinho Gaucho, René Higuita, y otros tantos en un partido benéfico para la despedida de un estadio.  

El resultado era lo de menos. Hoy hemos intentado cantar, entretenernos, pero no podíamos.  Sólo la famosa ola mejicana ha funcionado un rato.  Y en un momento de descontrol, animando a nuestras leyendas ante un resultado tan abultado, como si nos fuera la vida en ello. 

Y al final del partido una foto de familia de nuestras viejas leyendas con un speaker intentando que cantáramos un himno a capella que hoy no sonaba como sabemos hacer cuando lo sentimos desde dentro. Hoy no. Hoy no nos salía. Hoy nos querían obligar a cantarlo para que quedara bonito, pero solo lo hemos conseguido en parte, tras oír hablar a nuestro Niño -al que no se le puede negar el Amor por unos colores que son los mismos que los nuestros-.
  
Hoy he visto caras serias, ojos húmedos, a nuestra joven compañera de fila volviendo a llorar y una despedida triste.  

Ni siquiera han intentado endulzarla con un cierre clásico de fuegos artificiales. Ya veis con qué poco me conformo. 

Hoy ponemos punto y final a una etapa y al igual que nuestros mayores dejaron un Metropolitano para hacer un Atleti más grande repetimos esa andadura para volver a otro con la esperanza de hacer más grande aún a nuestro Atleti.  

Siempre Atleti.

lunes, 22 de mayo de 2017

Ya no somos simpáticos




Se acabó la temporada.

Otro año para enmarcar del Atleti del Cholo. Semifinales de Copa eliminados por una de las selecciones mundiales que juega nuestra Liga y semifinales de Champions eliminados -ganando uno de los dos partidos- contra la otra selección mundial que también juega en nuestra Liga -y que nos cae siempre en competición europea-. Además, terceros en la aburrida competición doméstica que llevan ganando las dos multinacionales anteriormente mencionadas en 28 de las 33 últimas ediciones.

Ayer terminaba la Liga y me importaba una mierda cuál de las dos compañías internacionales del márketing planetario se llevase el título. Lo juro. Ayer sólo quería ir al Calderón con los míos y despedir el estadio donde hemos pasado tantas horas y vivido tantas emociones. Quería que Torres marcase un gol, me daba igual el resultado. Quería aplaudir a Tiago, no sabía siquiera si estaba convocado. Recién aterrizado de Sudáfrica, sin cambiar de hora, aún no me había adaptado al horario. Me llevé a las niñas al campo y les expliqué que esta sería la última vez que iríamos a animar a nuestro equipo a aquel lugar, que unos tipos muy malos nos habían echado de allí prometiéndonos un estadio nuevo cerca de la casa del tío Rícar. Y les pareció bien. Se quedaron conformes. Y me dio por pensar que los mafiosos del palco habían hecho muy bien su trabajo. Que serán delincuentes, pero que no son tontos.

Ayer el Atleti, como si de un particular genio de la lámpara se tratase, me concedió todos mis deseos. A los diez minutos Fernando Torres había marcado dos goles. El segundo, con una vaselina marca de la casa, dentro del área, de espaldas. Si con el primero, regalo de Griezmann, ya me daba por satisfecho y me podía haber ido a casa, el segundo fue el delirio, un éxtasis en el alma de la grada. Fernando celebrándolo con pausa y firmeza en la esquina del córner besándose el escudo que no se toca. El Athletic parecía no jugarse una plaza en Europa. Raúl García sintió el cariño de la hinchada y cuando le sustituyeron en la segunda mitad esquivó el escudo que no se pisa y se derramó en el banquillo en lágrimas. Uno de los nuestros. Siempre.

Movió Valverde sus fichas en la segunda mitad y Williams recortó distancias. No apretaba suficiente el Athletic. El Cholo dio inicio a la ronda de homenajes sin perder de vista el partido. Primero Fernando en una tarde de ensueño, de esas que nos hacían recordar al niño pecoso que debutó con el 35 frente al Leganés faltando unos minutos. Luego un Carrasco voluntarioso y regateador que tiene algo distinto y no acaba de encajar en mi casillero de futbolistas favoritos. Pero el Cholocambio de Tiago por Correa a diez minutos del final, ese sí que fue decisivamente apoteósico. Oblak se mete un carrerón de cincuenta metros para abrazar al portugués junto con el resto de sus compañeros. El campo se viene abajo en agradecimiento a un futbolista de los nuestros, de los de para siempre. Sale Angelito Correa y en la primera que toca, tras el disparo de Griezmann que rechaza el palo, mete el último gol en el Calderón. Y yo, que no soy de grabar con el móvil, pillo la secuencia completa y el delirio de mi gente en el lugar donde tantas y de tantos colores las hemos pasado. Cholocambio afortunado. Otra vez.

Durante todo el partido el campo no dejó de cantar. Se rescataron viejos éxitos del repertorio más antiguo del estadio. Recordamos a futbolistas ejemplares. A leyendas. Y a mitos. Luis, José Eulogio y Fernando. Uno en el tercer anfiteatro, otro con más de 70 años y el Niño que aún sigue activo y goleando. Ojalá un año más. Que sea lo que él quiera, lo mejor para nuestro Atleti que es el suyo.

Acaba el partido y comienza el homenaje de cartón piedra para despedir el estadio. Nos enchufan un vídeo recordando algunos momentos seleccionados de los 50 años del estadio. No se dice nada de que Jesús Gil robó el club, tampoco de la intervención judicial, ni del descenso a Segunda. Ni de otro año más en el infierno. Tampoco se mentó la intertoto, ni la retahíla de entrenadores y jugadores de medio pelo que llegaban aquí para cuadrar las cuentas de los delincuentes del palco sin que les importase un bledo lo que le pasase al Atleti. Y cada vez que se mencionaba el Wanda Metropolitano el Calderón estallaba en una pitada que en ningún medio ha salido reflejada. Como tampoco ha salido la invasión de personal de seguridad para evitar la invasión del campo, ni el despliegue de la policía antidisturbios tomando posiciones en el fondo sur dejando bien claro que no se trata de un traslado sino de un auténtico desahucio.

La liga ganada por el equipo de las chicas y su vuelta al campo fue impresionante y salvó la ceremonia. Eso y ver emocionarse de nuevo a Gárate, escuchar al capitán las palabras que no le salían y oír de boca del Cholo que se queda en el Atleti, que el club tiene futuro, que lo mejor está por llegar y que ahora le toca a los que robaron el equipo y se llenaron con él los bolsillos poner algo de la pasta que han burlado para ser más competitivos.

Sacaron los trofeos ganados en estos cincuenta años y casi la mitad los había logrado el Cholo en los cinco últimos como entrenador. Eso sin contar los dos del doblete como jugador.

Estiraron unas telas, nos dijeron que cantásemos el himno y anunciaron por megafonía que el domingo que viene se jugará un partido homenaje para despedir definitivamente el estadio que nunca quisieron reformar, el que pagaron los socios de su bolsillo para perder definitivamente la propiedad. El campo del tocomocho inmobiliario, el mismo en el que los socios se convirtieron en clientes. El campo que ayer gritaba "el escudo no se toca" y "Gil, cabrón fuera del Calderón". Ese mismo que coreaba como si fuera gracioso el asqueroso estribillo de "y tal, y tal y tal y tal".

Por la noche, en casa, escuché que habían ganado la Liga los ciervos de la capital y que en sus cánticos se referían a nosotros, nos volvían a insultar. Y sí, lo reconozco, me alegró el día después del funeral del Calderón. Y se me quitó el dolor de manos. Y se me desaceleró el corazón. Me dormí con una sonrisa dando gracias al Cholo por habernos devuelto a la vida, por recordarnos quiénes somos y por haber dejado de ser para el todopoderoso y condescendiente vecino rico el equipo simpático que no era digno rival. Nunca lo podrán entender. Y con una sonrisa de oreja a oreja logré olvidarme de los cabrones del palco y me dormí como cuando era niño, soñando que jugaba vestido de rojiblanco.



viernes, 5 de mayo de 2017

El miércoles, milagro


A Berlanga le iban más los jueves, pero eso era en 1957 y en blanco y negro. El genio cinematográfico del humor se inventó un milagro con el que llenar el pueblo de gente.  A nosotros no nos hace falta. El milagro es el Atleti y, desde que llegó el Cholo (otro milagro que merece capítulo aparte) el Calderón se llena para animar a los chavales. No importa lo que pase, insisto, porque el milagro es que un club al que le han caído por todos lados y las ha visto de todos los colores en sus 114 años de historia, ahí sigue. Vivo, muy vivo. Y coleando. Que últimamente, desde que han cerrado algunos accesos para que deseemos fervientemente trasladarnos a la Peineta, las colas son tan gloriosas como nuestras milagrosas y alegres rayas colchoneras.

El miércoles, contra los tres goles de los prepotentes y ostentosos vecinos, habrá milagro. Aunque no ganemos. Aunque empatemos. Aunque no pasemos. El miércoles, el Calderón, se despide de las competiciones europeas en una semifinal de Champions (la sexta de toda nuestra historia y tres han sido en los cuatro últimos años. Sí un milagro. El del Cholo, que ya he dicho que es capítulo aparte).

Yo creo en los milagros porque los he visto. Y porque me ha tocado disfrutarlos muy lejos, no como la final de Copa que le ganamos a los insolentes e incoloros vecinos de la selección mundial en su estadio. Ni como la Europa League que nos trajimos de Bucarest en un partidazo contra un gran Athletic, no. Hablo de milagros serios. De ir perdiendo 0-3 al descanso contra el "dream team" de Cruyff y acabar 4-3. Ese milagro me pilló en Perú. Hablo de más de una década arrastrándonos en cada derbi y recibiendo un gol antes del minuto cinco para caer derrotados y, de repente, en un bar lleno de negros vestidos de blanco, en Mozambique, celebrar con mi camiseta del centenario una victoria que rompía una racha que parecía eterna. Fue la primera temporada del Cholo, lo dicho, el señor de los milagros. Hablo, insisto aún a riesgo de ser pesado, de vivir milagros en la distancia, o en un avión rumbo a Bolivia jugándonos el pase a otra final de Champions contra el Bayern de Guardiola. Y llorar abrazado a una aeromoza cuando me confirma que el Atleti ha fallado un penalti (cómo no), pero ha marcado y, aún perdiendo, ha pasado. A esos milagros me refiero, a ganar 4-0 en nuestro estadio casi al mismo equipo que viene el miércoles. A no poderlo ver porque hasta la noche no encienden el generador de luz en Toko-Toko, al norte de Benín. En recibir una llamada de teléfono de mi hermano enloquecido y saltárseme las lágrimas en mitad de la sabana, con mi camiseta del Atleti, saltando ante la mirada de cientos de lopkás asustados. A esos milagros me refiero. El miércoles lo veré en algún punto de Sudáfrica acompañado de un misionero comboniano que también es del Atleti. Su primer mensaje de whatsapp al ver mi foto de perfil fue el siguiente: "Ya somos dos. El miércoles nos deshacemos del Madrid. Lo vemos seguro. Aúpa Atleti".

Cómo no voy a creer en milagros si somos el Atleti, un auténtico milagro.


miércoles, 26 de abril de 2017

Y Carrasco lesionado


Atleti 0 - Villarreal 1

El 25 de abril un grupo de estudiantes de ingeniería de Bilbao se reunía en torno a unas viandas y decidía fundar el Athletic Club de Madrid. Al día siguiente registraron lo que hoy es nuestro Atlético de Madrid. De esto hace ya 114 años.

Coincidiendo con la efeméride la Liga de Tebas nos programa un partido contra el Villarreal. Martes a las 21:30 horas. Un horario muy bueno para mi amigo Albertito que deja a sus dos cachorros dormidos en casa, pero fatal para el resto de los mortales que llegamos a casa pasada la medianoche. Ayer, al llegar, estaba mi señora esperándome en el salón. Cosa rara. "¿Qué ha pasado?" fue su saludo. "Hemos perdido". Lo dije así, con naturalidad, y caí en la cuenta de que hacía mucho, pero mucho tiempo, que no venía del Calderón derrotado. Y me metí en la cama con un bullir de momentos del Calderón. No sólo los doce maravillosos éxitos que nos recordaron desde el Frente Atlético (como me siento encima de ellos, sólo pude leer la pancarta grande de abajo que decía: "Momentos del Calderón". Esta mañana he visto las fotos y la crónica con esos estupendos vividos en un estadio con el que los delincuentes del palco se empeñaron en especular sin invertir en serio en su remodelación y adaptación a los nuevos tiempos. Por cierto, a los amigos del Frente se les olvidó esa pancarta: 1987 Gil y Cerezo roban el Atleti y se enriquecen a nuestra costa: condenados y prescritos).

Delante nuestra, como no vinieron ni Fran ni Jose, se sentaron dos norteamericanas guapísimas y simpatiquísimas de New Jersey y Whasington DC. Juraron ante los atléticos del fondo amor eterno a las rayas rojiblancas. No trajeron bocata al descanso, eso no nos gustó. Casi ni echamos de menos a nuestros fieles compañeros de abono. Por cierto, no sabemos si era su sitio, pero mi hermano les dijo que se sentaran ahí y ahí se quedaron felices escuchando barbaridades sin poder celebrar un gol.

El partido nos salió rana. Otra vez. Como la ida en el estadio de la Cerámica. Allí nos metieron tres en la segunda parte. Pero es que el Atleti tiró dos al palo y falló hasta tres mano a mano con Asenjo. La bola no quiso entrar. Y lo que es peor, se nos lesionaron Tiago y Oblak.

Los de amarillo (Luis Aragoneeeeeees, Luis Aragoneeeeeees, Luis Aragoneeeeeees, Luis Ara go neee ee es) nos tienen cogido el tranquillo. Y salieron muy ordenados atrás y con solidez en defensa. Desde Adrián (que recibió una merecida ovación al ser sustituido en la segunda parte) hasta Fernández (el ex portero de Osasuna se crece contra el Atleti y hace auténticos partidazos. Ayer fue clave con intervenciones de mérito ante Gaitán, Griezmann, Saúl y Gameiro). El Atleti generó ocasiones en la primera mitad, pero no se fue descaradamente a por el partido. Decidió esperar. Todos confiábamos en los Cholocambios. Carrasco y Gameiro por Correa y Gaitán. Pero la mala fortuna quiso que el belga chocase contra el lateral de los amarillos (creo que fue Rukavina) y se lesionara el hombro. Tarjeta para el del Villarreal y al hospital. Al parecer no se ha roto la clavícula y se ha quedado en un fuerte golpe. Golpe que le va a tener de baja las próximas dos semanas, o sea, como a mí -aunque yo tengo el hombro perfecto, faltaría plus-. A él le tocará ver a sus compañeros contra Las Palmas, Eibar y Real Madrid desde la banda por culpa de su esguince acromio-clavicular en grado 1. A mí me tocará verlos (con suerte) contra los canarios por televisión desde Bilbao y contra los eibarreses y los ciervos desde cualquier punto del interior de Sudáfrica por culpa de mi trabajo. Que no me quejo, que sólo lo comento. El belga y yo tenemos vidas paralelas, aunque me fastidie (no es santo de mi devoción Yannik Ferreira Carrasco, aunque probablemente sea el que más magia tiene de la plantilla).

Salió el Niño para sustituir a Carrasco que hacía quince minutos había sustituido a su vez a Gaitán. Cánticos, ovación. Alguna casi ocasión, pero nada. En el único fallo de un Filipe Luis en una temporada sensacional, se lo rebañó Bakambú para dejársela a Soriano que, tras semidespeje de Savic, marca Soriano de rebote y rubrica y remacha la noche de infortunio atlético. Ver para creer. ¿Qué más podía salir mal? Pues que el árbitro pusiera en el acta que el Cholo había tocado en el hombro a un auxiliar para comentarle que deberían haber añadido algo más de tiempo. Miedo me da. No porque vayan contra el Atleti, sino porque el arbitraje de Ignacio Iglesias Villanueva fue ayer un auténtico despropósito. Probablemente el peor colegiado que haya pasado este año por el Calderón. De pena. Difícil hacerlo tan rematadamente mal. Y eso que no influyó en el resultado, pero estuvo pésimo. Seis tarjetas al Villarreal y dos al Atleti. Misterios insondables de los que no quieren adaptarse a los nuevos tiempos. Con lo fácil que sería ponerle un monitor al de la banda y que le fuera cantando por el pinganillo lo que es y lo que no.

Por cierto, llenazo en el Calderón. Mucho cántico, las pancartas y ánimos después de encajar un gol a diez minutos para el final. El Atleti achuchó, pero no era el día. También hubo aplausos a los jugadores al final del partido y ánimos para afrontar lo de los pío-pío y, sobre todo, el partido de ida de nuestra obsesión.

"Cabezas en Champions" me escribió mi hermano antes de dormir. Y a mí me dio por pensar que antes tenemos que ir a Gran Canaria, que nos iba muy bien con el partido a partido, que hacía mucho que no llegaba a casa con cara de idiota, de haber tenido las ocasiones y haber perdido por un único error y de rebote, de celebrar con derrota el 114 aniversario, de que me queda un único partido en el Calderón, cuando regrese de Sudáfrica, contra el Athletic Club. Que ojalá el 4 de junio abran las puertas del estadio para celebrar lo que traigamos de Gales. Que a soñar no nos gana nadie y que, aunque no sea mi jugador favorito, me fastidia que justo ahora, Carrasco, se nos haya lesionado.

Vamos, Atleti, vamos.






domingo, 23 de abril de 2017

Cuando llueve hace bueno?


Espanyol 0 - Atleti 1


Salió nublado ayer en Madrid. Pero con temperatura agradable. Primavera pura. Un día de esos que no sabes si hace bueno o malo. Confuso. De esos, en que te salen ratos en que le entran a uno las filosofofias cotidianas y le da por pensar cosas. Y piensa en sí el sol es es bueno y la lluvia es mala. O no, claro. Depende de a quién caliente, a quien moje, del momento y el lugar. Y me dio por pensar (a mis hijas las castigan al rincón de pensar... qué país) y pensé en el Atleti, en su juego, en si brilla como el sol o moja como la lluvia. Y claro, depende de quién te cuente la película, de dónde juegue y contra quién.  Entonces caí en que el Atleti para los contrarios (y la prensa rival) juega mal. Sin brillo. Muy a la defensiva. Llueve sobre mojado. Sin embargo, para mí, es como para los agricultores la lluvia. Pura vida. 


El sábado contra el Espanyol de Quique S. Flowers (lo siento, nunca fue santo de mi devoción el sobrino de la Faraona. Ver posts de este blog correspondientes a aquella época. Aunque le agradezco la Europa League). También es el Espanyol de Jurado, Leo Baptistao y Reyes. Tres futbolistas que pasaron por el Atleti sin que el Atleti pasará por ellos. Por cierto, se vaciaron casi tanto como Gerard Moreno en la brega contra el que fuera su equipo. Parecía que les iba en ello la vida. 


Los nuestros jugaron al más puro estilo Cholo. Ese que nos ha llevado a donde estamos, a vivir los cinco mejores años de los 114 que contemplan la historia del Glorioso. Fuertes atrás, serios en medio y esperando la ocasión adelante. 


Atrás impresionó José María Giménez en el lateral derecho. Este todocampista me ha acabado de enamorar. Como central me generaba desconfianza si no le acompañaba su soberbio e imperial compatriota. En el medio centro me pareció todo un descubrimiento. Lo de ayer hizo que cayese rendido a sus pies. Si a esto le sumamos a Oblak parando balones imposibles con la punta del pijo (literal) y un Filipe Luis que recuerda en cada partido por qué somos filipenses irredentos, a uno se le pone una sonrisa en la cara que se la parte en dos cuando ve al rival tirando desde lejos porque no pueden entrar.


Lo de Gabi merece capítulo especial. El sábado, una vez más, volvió a ser descomunal. Lo del capitán es inenarrable, inconmensurable. Solo podremos calibrar su importancia en este equipo el día que no pueda jugar. 


De Griezmann nada que añadir. Cada vez mejor. Ya no recordamos su nefasto inicio en el equipo cuando el Cholo le tuvo dos meses chupando banquillo. Es un jugadorazo y un profesional comprometido como pocos. Muy Cholo. Ayer, amén de marcar el único gol marcó el camino de las respuestas activas ante las preguntas pasivas. Amigos de BeIn, más fútbol y menos corazón, más periodismo deportivo y menos crónica rosa.


El partido es fácil de resumir. El Cholo se blinda atrás y cuando el Espanyol aprieta hace sus cambios y zas! Cholocambio eficaz para marcar. Gol, tres puntos, jugamos fatal y tal. Que llueva, que llueva, que a mí este juego y este tiempo me encantan. 


Y el martes a alicatar al Villarreal hasta el techo. Esperemos que Adrián nos respete.


Gracias Cholo. 

miércoles, 19 de abril de 2017

El equipo invisible

 

CHAMPIONS 1/4 vuelta
Leicester 1 - Atleti 1 (1-2 total)

Aunque no lo creáis el martes jugó el Atleti. Lo hizo contra el campeón de la Premier inglesa. Era la vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones, en Leicester, con un ambientazo espectacular. Pero en España no había modo de encontrar un bar donde poder verlo. El Atleti, pese a llevar cuatro años seguidos en la máxima competición continental, y tras haber disputado dos finales sin perderlas y metiendo los únicos goles legales, tanto en Lisboa como en Milán, no existe. No existe para las televisiones, ni para las radios, ni para los periódicos. Ni siquiera tiene sitio en los digitales. No hay Atleti si a la misma hora juega una de las dos selecciones mundiales del duopolio planetario. El otro equipo de la ciudad que no tiene en su escudo la osa, ni el madroño, ni las siete estrellas de la región; la multinacional del pelotazo dispuesta a lo que sea con tal de conseguir sus objetivos. El único equipo capaz de sacar pecho tras ganar con trampas. Y de reírse de un rival al que acaban de atracar con saña ante el mundo mundial. Y no pasa nada. Llueve sobre mojado. Se quejan los de la otra selección mundial. Medio planeta contento y otro medio deseando que les suceda lo mismo. Mientras tanto, el resto, como si no existiéramos, en el más invisible de los anonimatos. Los medios sólo se fijarán en nosotros cuando nos toque enfrentarnos a uno de los dos dueños del universo balompédico. Y arremeterán contra el Cholo, único entrenador de la Tierra capaz de plantar cara a los dos trasatlánticos y de decir a las claras que no consumamos la porqueria pseudoperiodistica del circo del duopolio. Que también es mala suerte que estén los dos monstruos en nuestra Liga. Un Cholo que, hasta donde yo sé, es el único entrenador del mundo al que la grada jalea en todos los partidos (todos) desde hace cinco años. Y la prensa emperrada en sacarlo del Atleti. Está claro que molestamos. Está claro que somos un grano en el culo, está claro que con sus falsas noticias para desestabilizar al equipo no han podido dejarnos fuera de juego. Ahora la táctica es invisibilizarnos para ver si así les hacemos menos daño. Pero la gente va espabilando. Las redes sociales aún no se pueden controlar del todo. La prensa deportiva fuera de nuestras fronteras se hace eco de nuestras hazañas. Y ahora es más fácil saber que existimos leyendo, viendo y escuchando -vía internet- lo que se dice del Atleti en el mundo real, lejos del circense espectáculo de la prensa patria. 
El martes el Atleti logró su pase a semifinales de Champions. Van tres en cuatro años. Con el Cholo. Y aunque en España no se han enterado, en toda Europa nos admiran, nos aplauden y se sorprenden de que en nuestro propio país resultemos invisibles.

martes, 18 de abril de 2017

Aquel par de Champions


Hasta me daban calambres en la tripa. Cuando tenía exámenes me ponía tan nervioso que tenía que ir al baño varias veces. Era matemático. Ya de mayor supe que esa facilidad para la descomposición cuando temía algo estaba bautizada por la casta médica: colon irritable le dicen. Me metieron una cámara por el orificio de salida y se confirmó. Nada ha cambiado desde que tengo uso de razón, excepto que sé que cuando estoy nervioso acabaré sentado en el trono un par de veces, como mínimo.
La sensación era la de tener una bola de pelos de gato en la garganta. Eso y como algo de presión en el esternón. Y así cada vez que me ponía las botas. Pero no inmediatamente, sino al final de la tarde. Hasta llegaba a despertarme por la noche. Era una mezcla de ardor, acidez y esa maldita bola de pelos de gato en la garganta unida a una pesada losa de plomo entre las tetas. Otra vez la cámara para ver qué pasaba ahí dentro. De nuevo esa maravillosa anestesia con el gas de la felicidad que te refresca y te hace flotar nada más ponerte la mascarilla. Hernia de hiato, confirmado. La tengo grabada. Ahora sé que cuando me paso con ciertos alimentos y bebidas me va a seguir jodiendo igual, pero estoy mucho más tranquilo sabiendo cómo se llama el mal.
Me parecía de lo más normal. De vez en cuando, al limpiarme, había algo de sangre en el papel higiénico. Incluso, por temporadas, las heces salían más rojas de lo habitual. Lo comenté como una guarrería simpática en la consulta de nuestro médico de familia. Ese día iba acompañando a mi mujer y me fui con un volante para que me volvieran a grabar las entrañas. Más gas, más felicidad, más cámaras entrando por la salida y una nueva película con final feliz. Se trataba de una pequeña fisura producida por mi sobrepeso y las prolongadas lecturas en el trono. A quitar el revistero del aseo y a dejar el móvil fuera del baño. Solucionado.

Hoy llevo todo el día yendo y viniendo al baño. La taquicardia es la misma que sentía cuando lo de la bola de pelos de gato en la garganta y la pesada losa de plomo en el pecho. Y aunque no me lo veo, sé que estoy desangrándome por dentro. Hoy juega el Atleti otra eliminatoria de Champions. Pero llevo así desde Lisboa, aunque la cosa empeoró en Milán. Y ahora que está tan cerca Cardiff sólo pienso en lo fácil que sería todo si se usasen las benditas cámaras que todo lo ven, que ponen nombre a las cosas, que diagnostican, que sirven para prescribir y que te ayudan a vivir tranquilo, sin miedos inventados, sin que te roben la vida impunemente, sin otra preocupación que ser tú mismo: con tu colon irritable, tu hernia de hiato, tu fisurita de lectura y aquel par de Champions. Que las pongan ya para arbitrar o acabaremos metiéndoselas a algunos por el ya mencionado lugar. Y las cámaras, también.

domingo, 9 de abril de 2017

Cerci, Gamonal y el bebé Iván

 

Los otros 1 - Atleti 1

El derbi contra el equipo incoloro de las mocitas lo viví en Burgos. Llegué hasta tierras del Cid a conocer al bueno de Iván, primogénito de mi amigo y hermano Goyo. Y, de paso, a llevarle su primera equipación rojiblanca, no sea que se me adelante algún familiar vikingo, que los tiene, porque en todas las casas cuecen habas. 
Llegamos tarde a la cabeza de Castilla y a los postres me puse a ver el derbi en el móvil. Acabamos cero a cero una primera parte de contención con un Atleti derrochando coraje, corazón y oportunidades como el mano a mano de Torres, el remate de cabeza fallido de Griezmann y otra vez Torres con Carrasco y su miedo a despeinarse. Mientras que ellos no podían superar a Oblak y tiraban fuera o redimían a Savic de sus pérdidas de posición dejándole sacar un gol cantado en la raya. 
Fue pitar el descanso y subirnos al coche en dirección al barrio popular y resistente de Gamonal, el lugar donde mi amigo y hermano Goyo se ha criado. Allí estaba el bar La Roca, peña oficial del Atleti en Burgos capital. Luego me contaría mi amigo y colega Héctor Jiménez (periodista vikingo del Diario de Burgos) que muy cerca, a la vuelta de la esquina, hay también una peña madridista. De haberlo sabido hubiéramos ido después del partido a ver con ellos las repeticiones de un partido en el que nos llevamos un punto y les burlamos dos. Luego vendría Míchel y la inoperancia blaugrana en tierras de espeto y Cartojal.
Fue llegar a la Peña Gamonal y aparcar en la puerta. Parecía que todo estaba de cara. Entramos y encontramos sitio en la planta baja justo frente a la tele. De lujo. Pedimos unas copas con graduación suficiente para atemperar los nervios y... gol. Un balón parado que se cuela entre los centrales sin que Savic logre despejar para que llegue a los cuernos de Pepe que, casi sin querer, embiste el balón a la red superando a Oblak. Faltaba mucho partido. El Cholo mueve rápidamente el banquillo. Salen Correa y Thomas por Torres y Saúl.  Empezamos a controlar el balón, solo falta un rematador, ese nueve que no tenemos en la plantilla. Y el Cholo que se da cuenta y pone a Cerci a calentar. Su efecto en la banda, como el cuerpo inerte del Cid colocado astutamente sobre el caballos antes de la batalla, surtió efecto. Los de blanco se acojonan y los nuestros se envalentonan. Jugada vertical del Atleti con pase espectacular de Angelito "el cuervo" Correa y finalización impecable de don Antonio Griezmann que sigue celebrando los goles de una forma que no me gusta un pelo, a lo gilipollas, sin descartar nada. Empate. El Cholo sienta a Cerci y priva a los comepipas de Concha Espina del disfrute exclusivo de la transalpina magia de Alessio. 
Solo puedo recriminarle al Dios Cholo una cosa: no haber ido a por el partido. Creo que, como en Milán (aunque no tan descarado) prefirió el empate a ganar. El pájaro en mano que los tres puntos volando. Pero lo que diga y haga el Cholo es para mí sagrado. De modo que, a callar.
Tras el partido una charla rápida con la buena gente de la Peña Gamonal (gracias Edu por Las fotos y por la invitación). Me enseñaron el santuario de la planta de arriba, un auténtico rincón del Vicente Calderón a orillas del Arlanzón. Sus cánticos sonaban por toda la calle antes y después de empatar. El miércoles viajarán en autobús hasta Madrid para apretarse un bocata rico y empujar ante el Leicester. Me dijeron que hacen la previa en el Dumas. A ver si podemos brindar. 
Se nos escaparon vivos los vikingos y seguimos sumando. Ante el líder y fuera de casa. Quedan ocho partidos. Y aunque suene a chufla, yo no descarto nada. El equipo está en plena forma. Y atrás, como la sede De la Peña burgalesa, el Atleti del Cholo, es una Roca.
Bienvenido Iván, has tenido la suerte de que tu padrino oficioso te haya bendecido con los colores rojiblancos del camino difícil pero verdadero. El Atleti, ya lo verás, nos hace más fuertes, nos ayuda a no dejar de creer, a volver a soñar, a ganar y ganar y volver ganar. Aunque empatemos.

miércoles, 5 de abril de 2017

Eusebio y un señor entrenador


Atleti 1 - Real Sociedad 0

La temporada 1987-88 fue la primera de Gil como presidente. Tres entrenadores tuvo el equipo ese año (Menoti, Ufarte y Briones) y una plantilla espectacular que, como equipo, no logró nada. Abel, Tomás, Arteche, Morgado, Landáburu, Alemao, Parra, Eusebio, Julio Salinas, Futre, López Ufarte. Pero es que también estaban Quique Ramos, Quique Setién, Goicoechea, Marcos Alonso, Marina, Aguilera, Pedraza, Elduayen y Mejías. Todos eran internacionales, incluido Eusebio, que pasó por el Atleti sin que el Atleti pasara por él. Tan es así que el otro día se despachó con unas declaraciones muy poco respetuosas hacia uno de los equipos que más están logrando con menos. Dijo el tipo de Valladolid algo así como que el Atleti no tenía tantos canteranos como la Real y que por eso el compromiso de los jugadores de la Real era mayor. Ese mismo día el Atleti del Cholo alineó a seis canteranos para ganar al Málaga 0-2 mientras él sacaba a cinco en Anoeta para empatar -y gracias- frente al Leganés. Por estas palabras y otras que no voy a reproducir sobre el trabajo del Cholo y los éxitos del Glorioso club al que tengo la suerte de apoyar estaba deseando que llegase el partido de ayer.

Comenzó la cosa tarde, porque a Tebas le va poner horarios chinos a los equipos sin una directiva que mire por sus aficionados. Los delincuentes del palco, a lo suyo. Uno no va y el otro va para soltar su gracieta y que nos sigan tomando como el equipo de los payasos, confundiendo al presidente con la afición, a la ínfima parte, al infra ser, con el todo. Lo dicho, un martes a las 21:30 y ni una queja. Y el Calderón, que tiene los días contados y que ya sólo necesita una mano para contar los partidos oficiales que se disputarán en él, lleno hasta la bandera.

Desde Cáceres vinieron mi amigo y hermano Antonio -vikingo como pocos y de los pocos buenos- y su yerno Borja que cumplía 27 años de vida en rojiblanco. Vinieron a celebrar el cumpleaños en el Calderón con nosotros (palizón de ida y vuelta que bien mereció la pena. Por el partido, por el ron, por las risas y porque nos vemos mucho menos de lo que la vida nos deja).

Salió el Cholo con un equipo que me encanta. Los de siempre: Oblak, Juanfran, Godín, Savic, Filipe Luis, atrás. Koke, Gabi, Saúl y Carrasco en el medio. Y Torres con Griezmann en ataque. Eusebio tiró de esa cantera que tanto le gusta, pero la puso como excusa. Que tenía muchos lesionados, decía el que pasó por el Atleti sin dejar rastro, como ayer su equipo.

El Atleti no hizo su mejor partido pero generó muchas ocasiones. La Real sólo lanzó entre los tres palos una vez en los noventa minutos. Fue un remate flojo de William José. Es cierto que tenían el control del balón, pero no se traducía en peligro ni en oportunidades. El Atleti, otra vez, mantuvo atrás un orden propio de una maquinaria tan engrasada y precisa que no dejaba ni un mínimo resquicio por el que poder penetrar. Genial el equipo en defensa. No tanto en ataque.

Cuando empezaban los nervios a recorrer la grada Filipe Luis (en un estado de forma alucinante) arrancó con el balón y trazó dos paredes de tiralíneas. Primero con Griezmann y luego con Torres para acabar marcando un golazo de bandera. Y todos nos volvimos a hacer "Filipenses". Y recordamos su debut el 27 de septiembre de 2010. 

Sí, amigos, Filipe Luis está en su mejor momento, y lo estamos disfrutando. Lleva dos jornadas seguidas marcando. Pero es que no deja de correr su banda y tiene hambre de gol. En una de las ocasiones falladas increíblemente por Carrasco, solo, ante Rulli, el belga tira a dar al portero y es el propio Filipe el que intenta un segundo remate sin fortuna que da por zanjada la jugada. Muy bien el brasileño. Muy bien. Casi tan bien como errados nuestros delanteros. En un jugadón del equipo con carrera de Carrasco y pase de primeras que deja a Torres solo ante el portero, el de Fuenla le da al poste en un primer remate. Pero es que controla el rebote, se coloca el balón y la pone en el lateral de la red. Se quería morir nuestro Niño, le queríamos matar. Aún así le cantamos, como al resto de los que visten la rojiblanca, para animarle. Y lo logramos.

La de Griezmann también fue de libro. Y la de Correa. Y la de Giménez al final del partido. No podemos fallar tanto arriba. Que sí, que es la Real, que es el equipo de Eusebio, que es muy emocionante y todo eso, pero hay que solventar los partidos sin necesidad de que el Cholo (qué grande el Cholo, qué suerte hemos tenido, qué pedazo de entrenador total, qué falta de adjetivos para abarcar su inmensidad) tenga que echarse el estadio a sus espaldas durante los últimos diez minutos para que todos juntos empujemos a los nuestros. Fue increíble. Nos tenían los de la Real metidos en nuestro campo y, de repente, el Cholo se vuelve loco en la banda y pide que todo el estadio anime. Y todos nos ponemos a animar. Y su locura nos recuerda la nuestra y los muchachos empiezan a apretar. Se sacuden la presión donostiarra y acaban metiéndoles en su área y obligándoles a achicar balones porque nos los comíamos con patatas. Momentazo rojiblanco. Locura colectiva una vez más. Como la de Borja para hacer un Cáceres-Vicente Calderón-Cáceres para celebrar su cumpleaños. Como la de ser del Atleti. No lo pueden entender. Ganar tres puntos muy ricos y dejar a la Real a doce. Acabar el partido y entonar a voz en grito: "Jugadores, jugadores, hemos venido a ganar..."

Vamos, Lega.

El sábado puede ser un gran día. Espero celebrarlo en Burgos con mi bandera nueva.
Aúpa Atleti. Siempre.

domingo, 2 de abril de 2017

Simeone vuelve a los orígenes

 Málaga 0 - Atleti 2

Fue en enero de 2012 cuando llegó el Cholo al Atleti y se hizo cargo del equipo en La Rosaleda. Ahí empezó todo, hace ya más de un lustro. Con él vino la segunda Europa League en Bucarest, y otra Supercopa de Europa en Mónaco. La Liga frente al Barcelona en El Nou Camp y la Copa frente al Madrid en el Bernabéu. Y Supercopa de España que festejamos contra los mismos en el Calderón al que Los 50 rinden tributo con necesaria exposición (donde se puede ver este trofeo) en el Matadero de Madrid hasta el 8 de abril. Las dos finales de Champions que nos empataron de aquellas maneras arrebatándonoslas en una prórroga y unos penaltis que nos han hecho aún más fuertes. Ya estamos en cuartos. Gracias Cholo.

Comenzábamos la temporada con una plantilla a la que los poetas del balón querían ver bailando ballet y empatamos los dos primeros partidos de Liga contra dos recién ascendidos. Los que no le perdonan al Cholo que haya reventado el duopolio cuestionando el poder de las inversiones y devolviendo la pasión y la fe al fútbol, poniendo al aficionado que va al campo como protagonista del espectáculo. Haciendo posible el milagro de ganar una Liga a los dos mejores equipos del mundo. Esos odiadores apesebrados se frotaban las manos con cada empate del Atleti, con cada titular lesionado, con las pequeñas miserias inventadas y, por supuesto, asegurando la segura marcha del que ha obrado el milagro. Que sí, que algún día se irá, pero que no empujen tanto o les tendrán que dar puntos en el ojete. 

Ayer volvió el Cholo al Atleti de siempre. El que más les jode. El que parece que no juega a nada sin dejar jugar al otro equipo. El que es un reloj de precisión suizo en defensa aunque apenas tenga posesion en el centro del campo. El que tiene a Griezmann y a Torres (increíble partidazo ayer del de Fuenlabrada dando las dos asistencias de gol y defendiendo como un león) sacrificándose por el equipo cuando no tenemos el balón. El Atleti gris que gana, que importuna, que sabe manejar el juego trabado y que es capaz de marcar dos goles en dos jugadas de Koke y Filipe donde Fernando Torres hace una excepcional labor de pivote dando la asistencia que el centrocampista vallecano y el lateral brasileño culminan como si fueran auténticos y experimentados delanteros. Con temple de balón y una frialdad impropia de su demarcación. 

Empezó ayer el Cholo con seis canteranos (que alguien le pase la alineación al entrenador de la Real, por favor). Acabó con cuatro centrales para ver la recuperación de los uruguayos sin quitar a Lucas (siempre cumple sin sobresaltos, me gusta mucho) ni a Savic (me genera desconfianza, como Thomas, pero solventan a su manera). Marcamos dos goles aprovechando al máximo nuestras oportunidades y fastidiando un poco a los listos del balón que andaban erre que erre con que nos falta gol (y nos faltaba). 
Ayer volvimos a dejar la portería a cero. Volvió el Cholo a los orígenes, volvió el Atleti guerrillero y tocahuevos, el que jode a los del duopolio, el que ha dormido tercero. 
Y el martes viene Eusebio. Qué ganitas le tengo.

Vamos, Atleti, vamos.

martes, 21 de marzo de 2017

Gabi y Saúl, que no viceversa


Atleti 3 - Sevilla 1

No es lo mismo que juegue Gabi por delante de Saúl, que Saúl por delante de Gabi. Parece que sí, pero no. Es otro equipo. El capitán brilla mucho más -a pesar de su humildad dentro y fuera del campo- cuando el Cholo le encomienda las tareas creativas en ataque y la presión en defensa. Lo mismo sucede con Saúl. El ilicitano es una auténtica barredora en la recuperación de balones y un seguro apoyando a los dos centrales cuando la jugada a balón parado lo requiere. Es el cinco que tanto echamos de menos, el Tiago que no sabemos si volveremos a ver y el Augusto que pronto reaparecerá. Contra el Sevilla repetía el Cholo una alineación ya conocida, pero cambiaba la posición de nuestros dos mediocentros. Y dio resultado. Mucho y bueno.

Empezaba el partido con Vrsaljco, nuestro querido "Venancio", lesionándose en el minuto uno. Y la cosa parecía seria. Lo es. Ahora ya sabemos que la noticia buena es que no le operan y la mala que tendrá para uno o dos meses. Vamos, que se nos pierde casi lo que queda de temporada. Juanfran recuperó la titularidad que le había ganado el joven croata y volvió a recordarnos por qué le queremos tanto. Partidazo del lateral en defensa y en ataque. Lo mismo que Filipe Luis por la izquierda. Soberbio el brasileño, casi tanto como Godín mandando atrás y enmendando los desajustes de Savic que, poco a poco, se va ganando el puesto en detrimento de Giménez, aunque a mí me guste mucho más Lucas que los dos juntos.

Los primeros quince minutos fueron un recital rojiblanco. Un vendaval del Atleti que no logró marcar por muy poco. Gameiro le pegó al larguero tras una vaselina que tocó con los dedos Sergio Rico, sin duda el mejor del Sevilla. Los andaluces estaban desaparecidos con el lateral, Escudero, jugando de medio centro. Como cuando el Cholo pone a Saúl por delante de Gabi, pero mucho peor.

El sol pegaba de lo lindo en el anfiteatro del fondo sur. Acababa de aterrizar de Honduras y mis hijas me habían recibido con una fiesta sorpresa, se habían venido conmigo al Calderón y estaba con un jet-lag de tres pares de lo que gusten. El Calderón me mantenía despierto con un lleno hasta la bandera, pero el sol... el sol me estaba friendo y el Sevilla comenzaba a plantar cara al Atleti y a meterse en el partido. Con empate a cero empecé a temerme lo peor. Venían los de Sampaoli de quince días nefastos en Liga y arrastrando la eliminación en Champions contra el Leicester (no habrá más remedio que vengarles). Y el encuentro a orillas del Manzanares lo habían presentado como una final para asegurar la tercera plaza. Minuto cuarenta, saca una falta Griezmann al segundo palo, casi sin peligro, y aparece Godín más solo que un madridista en el área del Athletic. Cabezazo y gol. 1-0 y al descanso. A tomar la sombra al vomitorio y a pagar dos eurazos del ala por un botellín con un buchito de agua. Como si fuéramos chinos, o franceses, o norteamericanos. Que de todo había el domingo por mi zona del estadio.

La segunda mitad fue otro derroche de Saúl recuperando y de Gabi repartiendo. Gameiro seguía buscando el gol y fallando ocasiones fáciles (aún así lleva diez tantos en Liga, que se dice pronto). Una jugada de fútbol sala acaba con Griezmann casi en el área pequeña echándola contra el lateral de la portería. Parecía que se había Gameirizado, pero no. Otra falta. Zurdazo del francés que vino primero y golazo. Mucho tiempo sin ver algo parecido. Demasiado. Gol directo, con la izquierda, de Griezmann, tras pegar en el larguero y botar dentro de la raya, no como en Milán. Se acabó el partido. Adiós el miedo al empate.

El Cholo llama a Fernando Torres y el campo estalla cantando a su ídolo y leyenda como había cantado a su entrenador y salvador. La tarde se presentaba redonda. Sólo faltaba el gol del Niño para celebrar sus 33 años por anticipado. Y casi lo consigue. El pase le vino por la banda derecha, pero rebotó en un defensa cuando estaba absolutamente solo y Koke se encontró con el balón en el pie ante la portería vacía. El tercero. Ya nadie se acordaba de Gabi por delante de Saúl. Tres cero y yo tenía un 4-0 en la porra. Ya teníamos asegurados tres puntos que valían por cuatro. Nos poníamos a dos del Sevilla y peleábamos por la tercera plaza. Pero es que aún podíamos ver más goles. El equipo andaluz estaba muerto y el Atleti desatado.

Pero volvimos a fallar. En una oportunidad de Fernando Torres ante Sergio Rico pasamos del posible 4-0 al 3-1. Jugadón de Correa, el del Sevilla, que deja a Savic en ridículo y se fabrica un golazo. Fin del partido. Pudo ser, otra vez, como en Leverkusen, un 5-0, y acabamos con un engañoso y aseado 3-1. No podemos fallar tanto arriba. Sobre todo oportunidades tan claras como el balón que Gameiro intenta controlar dentro del área frente al portero, en lugar de rematar. O como Carrasco intentando hacer el gol de la jornada en lugar de pegar un punterazo y meter el balón con uña y todo. Pareciera que alguno temiera meter goles poco estéticos. O despeinarse y salir mal en la foto. Pero bueno. Que el Atleti llega al final de temporada creciendo, fuerte y apuntando muy alto.

Todos a casa contentos. Mucho. Uno de los mejores días del padre que recuerdo: Llegar de Honduras, que mis hijas me reciban con una fiesta sorpresa y me den sus regalos, comer con mi mujer, las niñas, mi hermano y mi sobrino, cerca del campo y disfrutar de un gran partido del Atleti con victoria sin paliativos ante un rival directo. ¿Se puede pedir más? Sí, ganar en Cardiff este año. Mientras tanto, partido a partido y a disfrutar del camino. Gracias, Atleti.

Dale, dale, alegría a mi corazón...


martes, 7 de marzo de 2017

Honduras rojiblancas

 

Atleti 3 - Valencia 0

El domingo se presentaba estresante. Tenía que despedirme de mis padres antes de mi viaje a Honduras, felicitar a mi suegra por su cumpleaños, hacer la maleta y acudir al Calderón a cantarle al Niño Torres y a animar a los nuestros contra el Valencia para seguir soñando con la tercera plaza quenos dé el pase directo a la Champions de la próxima temporada en el Wanda Panda, en el Nuevo Metropolitano.

Quedé tempranito con mis padres que viven a 40 kilómetros, en Valdetorres del Jarama. Le corté el pelo a mi octogenario progenitor (soy su peluquero particular desde hace más de 25 años) las niñas se dieron unas carreras, saludaron a los conejos, cogieron los huevos de las gallinas y ayudaron a la abuela a hacer la comida prontito porque papá y el tío Ricar tenían que animar al Atleti. Dicho y hecho.
A las tres estaba cambiando el coche por la moto y saliendo hacia el Calderón. Me dio tiempo a una previa al paso con mi hermano antes de especular con la convocatoria de Alessio Cerci. Al final el Cholo le dejó fuera y convocó al jugador del filial Juan Moreno. 

Hacia buena tarde y en la mente de todos estaba el topetazo de Bergantiños a nuestro Niño Torres, la pérdida de consciencia, Vrsaljko y Gabi resucitándole, Giménez como la Magdalena, el grito que di en casa despertando a mi mujer del prematuro sueño en el sofá. Los mensajes de wasá y unas lágrimas espontáneas que no había modo de consolar. Estaba deseando entonar el Fernando Torres loro loló lo lo sin esperar al minuto 9.  Como yo, todo el Calderón. Y arrancó el partido con el Atleti volcándose al ataque desde el inicio. Saque largo intentando repetir el gol de Coruña que nos dio un punto y el susto inolvidable que habíamos venido a conjurar. Y cuando el reloj del videomarcador iba a asomarse el minuto 9, Griezmann la enchufa y gol. 1-0 celebración y el Calderón estalla unánime: FER NAN DO TOOOOOO RRES, LORO LOLÓ LO LO FERNANDO TOOOORRES LORO LOLÓ LO LO FERNANDO TORRES, LORO LO LOLOLOOOOO

Más tranquilos con el marcador a favor nuestros jugadores se hicieron dueños del campo con un Gabi soberbio y un Koke más lento de lo habitual (nunca ha sido rápido) aunque especialmente acertado poniendonel balón a sus compañeros. Suya fue la asistencia del primer y del tercer gol. Suyo el peligro en las faltas y suyos los córners con peligro a pesar de la ausencia de Godín. El Valencia, ausente, apenas inquietó a Oblak.

En la segunda parte los Cholocambios otra vez. Gaitán y Thomas salieron por un Carrasco con exceso de intensidad y sobrado de regates y por un Saúl que me gustaría más ver detrás de Gabi que delante del capi. Roban otro balón en el centro del campo, Gaitán trata de ponerla rasa, Thomas la prolonga a trompicones y Gameiro le arrea un zapatazo que rebota en un defensa y se cuela dentro. 2-0 y se acabó el partido. Pero no. Aún faltaba el soberbio pase de Koke para que la fe de Griezmann, que nunca deja de creer, le hiciese seguir corriendo para sentenciar con el definitivo 3-0. 
El Cholo premia a Gameiro con los aplausos del cambio y da salida a Correa. Un Gameiro que va sumando, que sigue marcando, que no acaba de convencer al personal porque falla ocasiones fáciles a pesar de que no ceja en su lucha y su empeño, a pesar de no escatimar esfuerzos y dejarse la piel en el campo. Los números están ahí y no son nada malos. Las sensaciones que transmite es lo que tiene que cambiar. Y seguro que lo logrará. 

En la parcela defensiva, a pesar de estar acostumbrados a cinco años de muro extraterrestre y de haber vuelto a la tierra y a la cruda realidad, el domingo estuvieron bien atrás. Filipe y Vrsaljko llegando y pasando, recuperando la posición sin apuros. A destacar el partido de Lucas. Un tipo sobrio que hace fácil lo difícil y que ya es toda una realidad. Cuando juega cumple sobradamente. Ya tenemos central de futuro para dar el relevo al inmenso Godín.

Y sí, muy larga la crónica para lo poco que había que contar, pero es que estoy en un avión rumbo a Honduras (llevo siete horas aquí metido y aún faltan otras tres para llegar a Miami, luego dos en el tránsito y otras tres hasta San Pedro Sula). De modo que así pasó un rato y aprovecho para contaros que, como siempre, me traigo la bandera para pasear nuestros colores por las fronteras con Nicaragua y con Guatemala. Estaré en la selva con los miskitos y en Puerto Cortés con los garífunas y los ladinos. El miércoles me pondré la rojiblanca para animar y no confiarnos frente a los alemanes de las aspirinas. Veré si lo puedo ver. Ya os contaré. Y el fin de semana otra vez de rojo y blanco para animar a 10.000 kilómetros a los chicos frente al Granada. 
Llegaré el 19, día del padre, contra el Sevilla. Aún. O sé a qué hora aterrizaré. Si es antes de las 16:15. Os vemos en el Calderón. 

Aúpa Atleti, camino a Honduras, aburrido en el avión, pensando en las cosas increíbles que vivimos los que tenemos la suerte de tener rojiblanco el corazón.
 

domingo, 26 de febrero de 2017

De carambola

 
Atleti 1 - Barça 2

Domingo de carnaval. El invierno se disfraza de primavera a orillas del Manzanares. Y el horario de las 16:15 se pone el traje de las grandes tardes para recibir al Barça que nos eliminó en Copa porque, aunque nosotros pusimos el fútbol, ellos marcaron más goles.
Veníamos de Alemania, de meterle cuatro al Bayer en Leverkusen. Podrían haber sido siete. Ellos nos metieron dos con un solo tiro a puerta. El otro nos lo colamos en propia meta. Y a pesar del buen resultado, acabamos cabreados. Esta tarde, a pesar de los rebotes, las carambolas y el tocabolas de Mateu, acabamos torrados por el sol, pensando en los carnavales y aplaudiendo a nuestro equipo derrotado. Que en este tiempo lo que parece no es y lo que es no lo parece.

La sociedad anónima deportiva sacaba pecho antes del encuentro anunciando a bombo y platillo que habíamos llegado a 100.000 socios. Y los clientes que abarrotábamos el estadio (abonados, simpatizantes y peñistas con el corazón secuestrado por el sentimiento rojiblanco) respondíamos con pitos y palmas el panegirico sobre el crecimiento y la gestión de la empresa futbolística que seguimos queriendo como si fuera nuestro club. No hay más ciego que el que no quiere ver. A todo esto echa a rodar el balón y los del Frente Atlético comienzan sus 19 minutos y 03 segundos de huelga de animación en protesta por el cambio de escudo y porque, al parecer, no se han dado cuenta hasta ahora de que en 1992 nos robaron el Atleti. El resto del campo animó al equipo que jugó la primera parte acorralando al Barça en la portería del fondo norte. Sin gol. Con exceso de pase corto dentro del área. Con el uy instalado en la grada pero con una evidente y prolongada racha de pólvora mojada. Eché de menos a Torres desgastando y desbordando la lentitud de los tres centrales blaugranas. En su lugar salió Gameiro que no estuvo tan acertado. Lo de Mateu es para hacérselo mirar. Los árbitros que se convierten en estrellas solo perjudican el espectáculo. 

En la segunda parte Mateu siguió a lo suyo, a confundir a futbolistas y profesionales con su peculiar, caprichoso y arbitrario modo de aplicar el reglamento. Todos desquiciados. El Barça marcó en una carambola dentro de un barullo dentro del área que el Atleti no supo defender. Luego Godín peinó en su regreso un balón de terciopelo colocado por la mejor versión de Koke a balón parado. El empate nos sabía a poco. Todo el estadio animaba a una mientras Mateu y el saltimbanqui de Neymar se empeñaban en celebrar sobre el césped su particular carnaval. Otro error en El área de Oblak, otro rebote y segundo gol de carambola. No merecimos perder. Como poco, empatar. Al Barça no a  le puede perdonar tanto. Tienen a Messi. Y disfrazado de árbitro también tuvieron a Mateu.

Ahora a ponerse las pilas. A no perder la cabeza en Liga y a no confiarse en la vuelta de Champions. La veré en Honduras. Pero antes hay que jugar el jueves en A Coruña y el domingo (otra vez a las 16:15) contra el Valencia; y los dos están muy necesitados.

Vamos, Atleti, vamos.

domingo, 19 de febrero de 2017

Cholocambios en El Molinón

 

Sporting 1 - Atleti 4

Jugar un sábado a las 13:00 es estupendo para hacerte fuerte en el salón de casa y apoderarte, sin que sirva de precedente, del mando. Partido en pantalla grande. Entre mi Atleti del alma y mi querido Sporting al que le deseo que no baje y que logre echar a su delincuente y que siga jugando con la misma intensidad que derrochó contra los nuestros. Tendrán recompensa porque Cholo sólo hay uno y está en el Atleti. Aunque madridistas, culés y gentes contaminadas de cerebro plano y corazón escuálido deseen con todas sus fuerzas y sus rumores y sus cloacas sacarlo de nuestro lado.

Ayer el partido fue, una vez más, esencia de Cholo. Sacó Simeone de inicio un equipo ofensivo con Correa y Carrasco junto a la cal para asistir, penetrar y percutir con Torres y Griezmann arriba para atacar, rematar y marcar. Pero nada. El belga y el argentino apenas si aparecieron durante una primera parte con solvencia atrás (muy bien Lucas y siempre mejorable Savic en el eje de la zaga con un Filipe poderoso y un Vrsaljko aprendiendo a que no le ganen la espalda) y muy poca chispa adelante. A esto hay que sumar el despropósito de un línea obsesionado con inventarse fueras de juego para evitar los desmarques brutales de Torres y un árbitro berciano que consentía las entradas de los sportinguistas no ya sin tarjeta, sino que ni tan siquiera le merecían la consideración de ser sancionadas como falta. La victoria ha borrado la calamitosa actuación de González González. Al final de los primeros 45 minutos empate a cero y desesperación con el árbitro. Mal.
La segunda mitad empieza con jugada de estrategia en el saque de centro. No sé si hubo cholina pero a los 15 segundos Carrasco había marcado el 0-1 después de 45 minutos desaparecido. Apenas tres minutos después empataba el Sporting en un grave error defensivo. Y en eso llega el Cholo y decide poner cuatro en El Centro del campo. Saúl y Thomas por Carrasco y Correa a lo que suma velocidad dando entrada a Gameiro después de la paliza que se metió Torres. Y funcionó. Vaya si fincionó. El Atleti se apodera del medio del campo, del partido y del balón. Empieza a generar ocasiones y, por fin, a Gameiro se le desatasca la nariz y encuentra su olfato goleador. Tres goles de auténtico nueve en cinco minutos. Tres goles de matador, de rapidez, de precisión, de desmarque, quiebro y definición. Las tres que tiró las coló. Y el que habíamos dado por perdido, el fichaje que tanto dio al Sevilla y por el que habíamos apostado este año como hombre gol, por fin parece que regresó ayer en El Molinón. Tres goles en cinco minutos. "Nos va la marcha" escribía mi hermano en nuestro wasá rojiblanco del primer anfiteatro del Calderón. Y tanto.

Ahora a pensar en Champions. Y a seguir disfrutando de las locuras de este equipo. De los cholocambios y de las inesperadas reacciones de un Atleti desquiciado que sabe lo que quiere y es capaz de conseguirlo por lo convencional o por lo sensacional. Como contra el Celta, como contra el Sporting. Que siga la racha. Y que revisen los desfibriladores cercanos. No olviden sus psatillas. Arriba los corazones. 

Aúpa Atleti.

lunes, 13 de febrero de 2017

Una casa de locos


Atleti 3 - Celta 2

A mis hijas, de 7 y 4 años, cada vez les resulta más difícil coincidir con los dibujos animados. La mayor empieza a ver películas "de personas" y la pequeña acaba de dejar "Peppa pig" aunque sigue enganchada a la "Patrulla canina". De modo que hay que turnarse en la única televisión que hay en casa para ver un rato lo que gusta a cada uno. En este caos de series y dibujos infantiles hemos encontrado algo que nos ha enganchado a todos -y me incluyo-; se trata de la serie animada "Una casa de locos". El protagonista es un niño que vive con sus diez hermanas y tiene que sobrevivir buscando soluciones imaginativas a los problemas cotidianos que se le presentan en una casa donde siempre pasan cosas. Verdaderamente una locura. Como el Atleti ayer.

Porque desde que llegase el Cholo no es muy habitual que nos marquen en el Calderón, y mucho menos que lo hagan tan pronto como ayer el Celta.

Tampoco es habitual ver a Fernando Torres de titular, como ayer, a pesar de su increíble estado de forma y de la "fouteza" y corazón que derrocha en cada partido. Pero menos lógico es verle recibir un melón de espaldas y controlarla haciéndola botar para sacarse un remate de chilena estático consiguiendo un empate por toda la escuadra que nos hizo olvidar la lluvia y nos volvió a todos absolutamente locos.

Más acostumbrados estamos a que los árbitros -en este caso el rubio canario dos veces apellidado
Hernández- se coman penaltis como el que le hicieron ayer al gladiador de Fuenlabrada.

A lo que no acabaremos nunca de acostumbrarnos es a que nos piten un piscinazo como el de Carrasco para compensar. Y sí, a pesar de que Torres le arrancó el balón al belga de las manos para conjurar la locura del error desde los once metros, lo falló.

De psiquiátrico. Así no hay forma de ganar. Mucho menos cuando bajo la incesante lluvia del primer tiempo el indolente Carrasco se queda solo en un mano a mano sencillo y trata de meter el gol del siglo -que ya había metido antes Torres- haciéndole un caño al portero. Resultado: otra vez le pegó al muñeco. Y van... de locos.

En el descanso mi hermano y yo nos apretamos un bocadillo antológico y disparatado. La lluvia se alió con nosotros y la tortilla de patata que nos preparó mi madre nos supo tan rica que, aliñada con el recuerdo imborrable del estratosférico gol del Niño, dábamos por bien aprovechada la noche, el domingo, el fin de semana y la semana entera. A pesar de que no jugábamos a nada. A pesar de que Griezmann se estaba dejando la vida defendiendo y no hubiera aparecido en ataque. A pesar de que Savic y Lucas estuvieran contagiándose mutuamente sus errores. A pesar de que Gabi y Saúl desempeñasen tareas invertida -el que tiene que crear destruyendo y el que tiene que destruir creando-. A pesar de que Carrasco siga regateando y perdiendo el balón con ese gesto final de patada al aire como el que daban los chupones en el patio. A pesar de que Koke no esté en su mejor momento y a pesar de un Filipe desorientado y un Juanfran raro que se quedó en el vestuario porque resultó estar lesionado. A pesar de los pesares, con el bocata de la mamma y el gol del Niño, nos dábamos con el punto del descanso por más que pagados y satisfechos. Qué golazo. Qué bocata.

Pero el Atleti está loco. Como nosotros que, un domingo por la noche, en invierno, junto al río, calándonos bajo la lluvia, seguíamos cantando como auténticos orates sin camisa de fuerza.

Sobre el césped apenas pasaba nada hasta que, poco antes de marcar, el Celta avisó en un mano a mano que no supo solventar Guidetti echándonos el balón a los del primer anfiteatro del fondo sur. Antes ya habían tirado los de Berizzo una al poste. El segundo gol fue con el partido ya avanzado, en un contragolpe de libro. Nuestra defensa no estuvo a la altura. Wass se la dejó atrás a Guidetti que, esta vez sí, la lanzó ajustada al palo de Moyá sin que Savic sacara la pierna para interceptar. Hacía cinco minutos que el Cholo había quitado a Torres para sacar a Gameiro. Era el minuto 80. Perdíamos 1-2. Casi que no había esperanza. Y aún así, como estamos muy locos, seguimos cantando bajo la lluvia. Aunque no se veía mucha esperanza de remontada en la grada. Y menos después de que el Cholo hubiera quitado a Saúl, tocado, para dar entrada a un Correa que sigue igual de alocado.

Pero en un ataque en tromba y después de haber fallado otro claro mano a mano (ayer Carrasco estuvo muy por debajo de lo más bajo que le hemos llegado a ver de bajo. Sin contar el botellazo) le llega un balón rebotado cayendo desde el cielo envuelto en lluvia y el belga le mete un voleón desde fuera del área que atraviesa una amalgama de cuerpos celestes, rojos y blancos hasta sacudir el agua de lluvia que goteaba queda y parsimoniosa en la red de la portería, junto a la escuadra. Golazo. Empate. Minuto 84. ¿Y si ganamos? La locura se apodera de los aficionados empapados y ruge el Calderón.

Fue sacar el Celta de centro y ya estábamos en su portería. Correa la pone desde la derecha, Gameiro la sirve de cabeza y Griezmann dentro del área la clava en el fondo de las mallas. Ahora sí. 3-2 en el minuto 86. Y todavía hubo tiempo para que Kevin Gameiro fallase su gol cantado. Esta vez casi en la misma raya de gol. El ansia viva le llenó de balón y en vez de marcar el 4-2 le pegó con ímpetu al larguero emulando el penalti fallado por Fernando. Estamos muy idos, muy zumbados, muy alterados. Y fin.

El Celta no mereció perder. El Atleti se tiene que hacer mirar muchas cosas. Los lanzamientos de penalti, el centro del campo invertido, el terror de los centrales a hacerlo fácil, algún despeje de Moyá poco acertado - y algún saque -, lo de Griezmann matándose en defensa y agotado en ataque, los Cholocambios que -aunque no me gustaron- funcionaron, los mano a mano fallados de Carrasco, sus patadas al aire cuando se la quitan después de haber regateado y los clamorosos errores de Gameiro cuando el gol parece que ya está marcado.

Ayer llegué a casa empapado. El partido fue de locos, para locos, con un resultado loco. Ayer llegué contento y satisfecho porque aunque no lo habíamos merecido, el Atleti había ganado. Cogí la tablet y cuando iba a ver el resumen, ya metido en la cama, me saltaron los dibujos de mis hijas, "La casa de locos", los once hermanos que viven situaciones increíbles. Y se me puso una sonrisa de oreja a oreja. Como si estuviera loco, muy loco. Como el Atleti. Como todos los atléticos.


miércoles, 8 de febrero de 2017

Cuando pierde el campeón

 
Barça 1 - Atleti 1 (3-2)

"Ser campeón no es una meta, es una actitud" se podía leer en las camisetas con las que el Atleti celebraba uno de los títulos conseguido con Simeone en el banquillo. Todos somos conscientes de que el argentino nos está haciendo vivir la época más laureada de nuestros 113 años de historia (en abril serán 114). Para los de memoria frágil hay que recordar que el Cholo cogió el equipo muy cerca del descenso y recién eliminado en la Copa por un Segunda B. Desde entonces ha ganado una Europa League, una Supercopa de Europa, una Liga, una Copa, una Supercopa de España y nos ha convertido en uno de los equipos más temidos del continente. Sí, ha convertido al Atleti en lo que siempre habíamos  sido, un club campeón. Incluso perdiendo.

Las semifinales de Copa han sido el punto de inflexión esta temporada. El partido del Calderón fueron dos. Una primera parte con un Atleti desdibujado, sin alma, que vagaba por las esquinas rememorando los tiempos de plomo, aquellos encuentros grises donde nos conformábamos con una carrera de Sergi Barjuán luchando un balón o con tres pases seguidos en campo contrario. Pero en la segunda mitad, la salida de Fernando Torres desde el vestuario fue una revolución total. Marcamos uno para recortar los dos de Messi y Suárez, pero merecimos marcar más. Nos falla la puntería. Nos falta un tío con gol. Un Gameiro como el del Sánchez Pizjuán, un Griezmann más efectivo, un Carrasco menos gilipollas, un Torres con más minutos, un Correa revulsivo, un Gaitán con coraje... Y la suerte de la fea que para sí la guapa desea: Esos goles de rebote, esos goles de jugada ensayada, esos goles de penalti, desde los once metros, desde lo que se ha convertido para nuestros lanzadores, paradojas de la vida, en el punto fatídico. En un castigo mínimo para el rival. En la puta sonrisa del portero holandés que intuía el enésimo error penal. Las estadísticas son demoledoras. Más que preocupantes, alarmantes. 

Y sin embargo ayer el Atleti volvió a ser el Atleti. El equipo del Cholo. Con Fernando de inicio. Con Koke y Saúl gigantescos apoderándose del campo entero. Con Gaitán atacando y defendiendo. Con Griezmann y Torres abriendo huecos, desmarcándose, provocando penaltis no pitados o pitados pero no marcados. Con Carrasco sin puntería, sin fortuna, sin querer hacer historia, retirando su candidatura a jugador memorable y rematando su actuación (que no fue mala, aunque sí la menos intensa de todos los que jugaron) con una expulsión que igualaba fuerzas con el todopoderoso Barça. Con Godín lesionándose en la primera parte con el marcador en contra. Con Filipe y Juanfran subiendo la banda como en los buenos tiempos. Con Savic centrado y serio. Lo mismo que Lucas tras una semana muy complicada.

Y lo dieron todo. Y el Barça se quedó con nueve cuando éramos diez. Y habíamos fallado un penalti (cómo se puede fallar un penalti en estos partidos, joder!!!) y nos habían anulado un gol absolutamente legal. Y seguíamos apabullando al actual campeón de Copa, al equipo con la plantilla más cara de Europa, a la segunda selección mundial que juega en nuestra Liga, al Barça de Messi que no está y aparece para decidir, al de la soberbia de Piqué y el desdén de Luis Enrique, el equipo que jugó con el portero suplente que resultó ser mejor que el titular. Ese Barça. El que acabó, como en el Calderón, pidiendo la hora. El que todo el mundo vio pasar a la final de Copa apurado y beneficiado por el fallo inhumanos de Gil Manzano, el penalti marrado y la cantidad de ocasiones no materializadas del equipo que puso el fútbol y la emoción, del auténtico campeón. 

Lo escribí antes de una de las finales de Champions refiriéndome a la vikingada. Lo vuelvo a repetir para los de las esteladas: "La Copa es sólo un título, el premio es ser del Atleti". Porque hay derrotas tan hermosas, porque no se puede pedir más al que te da todo, porque no lo puedes entender.

sábado, 4 de febrero de 2017

Torres, otra vez

 

Fernando Torres 2 - Leganés 0

Fernando Torres es el Atleti. Llegó con la cara llena de pecas cuando estábamos en Segunda y nos devolvió la ilusión y la categoría. Cuando el "cluz" pensaba más en la cuenta de resultados que en los resultados para echar cuentas y soñar, viendo que con su salida podría beneficiar al equipo de su vida y ganar títulos en un grande, se fue a Liverpool y se convirtió en la estrella del equipo y en el traspaso más caro de la Premier. Ganó dos Eurocopas y un Mundial.Hasta una Champions. En ese tiempo el Atleti fichaba con el dinero de su venta a Forlán, Maxi y Simao. Y entrábamos por fin en Europa después de años de equipos mediocres con Torres más solo que la una. Luego vino el Cholo y empezamos a ganar títulos. Y por fin se unieron los dos para lograr el sueño aún por culminar: Ver a una leyenda viva, en activo, levantar un trofeo en el club de su vida, de su alma. Y está en camino.
Al que muchos daban por muerto parece que ahora está más vivo que el resto. El miércoles sembró la esperanza de la remontada en la grada con una segunda parte soberbia en una semifinal de Copa contra el Barcelona de Messi, Neymar y Luis Suárez. Salió desde el vestuario en la segunda mitad y cambió completamente el partido, el estado de ánimo, el resultado y la eliminatoria.
Hoy ha salido de inicio. Ha errado una que parecía fácil en el primer minuto, ha provocado el penalti que ha fallado Griezmann, lo ha rematado dentro y en la segunda parte ha marcado como antaño, levantándola ante la salida del portero. Ha presionado, ha defendido, se ha desmarcado, ha demostrado que está en forma y que es el nueve que necesita el Atleti, el nueve del Atleti, el Atleti.
Ahora que todos lo hemos visto. Y con todos no me refiero a los medios de intoxicación masiva, sino a los aficionados al fútbol y al Cholo Simeone. Digo que ahora que todos lo hemos visto nos parecerá lógico que se le dé la continuidad que el año pasado tuvo Jackson Martínez, o Correa y que este año han tenido Gameiro o Correa para que nos vuelva a sacar las castañas del fuego otra vez, como el año pasado, pese a quien le pese. Y sin abrir la boca, sin patear botellas, sin malas caras. Siempre sumando, siempre Fernando.

miércoles, 25 de enero de 2017

Hermanos rojiblancos

 
Los seis de Los50 desplazados a San Mamés.

Athletic 2 - Atleti 2

"Habéis venido de Madrid? Pues buen regreso. El partido, bonito, no? Y el empate justo" Todo dicho con el inconfundible acento de Vizcaya. Era el resumen que hacía un orondo y vasco seguidor del Athletic Club después de aplaudir a los jugadores y antes de darme la mano en un gesto espontáneo de hermandad rojiblanca y rivalidad futbolística en la grada de San Mamés.

El partido se nos puso de cara muy pronto con el tempranero gol de Koke que pareció de Griezmann. Pero el equipo sesteó durante 30 minutos pensando que enfrente estaba el Betis y haciendo como que no se daban cuenta de que jugábamos en el maravilloso estadio de San Mamés. El Athletic se percató de la situación y fue adueñándose del partido por la incomparecencia de los nuestros. Hasta tal punto que, en un ataque intrascendente, Filipe se hace daño, se queda cojeando y, cuando arranca para molestar el disparo de Lekue ya era demasiado tarde. Gol. Fin de la primera parte. Un tiro a puerta en cada portería y empate a uno. El nuestro nada más comenzar y el de ellos a punto de terminar.

La segunda parte fue todo intensidad. Comenzó el Athletic muy serio y al Atleti de le veía con posibilidades de remontar. Un fallo en la salida de balón con Godín tratando de echarse el equipo a la espalda hace que Raúl García ponga un balón en el hueco dejado por el uruguayo para que De Marcos remate rodeado de defensas que esperan a Godín como quien espera el 18. Gol. 2-1. Los leones, sin Beñat y sin Aduriz, nos acababan de remontar. El Cholo mueve rápidamente el banquillo y saca primero a Torres por un Gabi amonestado. Al poco, cambio doble,  Gaitán y Correa por un Gameiro al que se le acaba el crédito (aunque le sobra el esfuerzo) y un Carrasco que juega pensando más en su lucimiento particular que en sumar para el equipo. Parecía que los Cholocambios no iban a funcionar pero... Griezmann mete un golazo y se lo anulan por fuera de juego. En el campo pareció más que dudoso, en la repetición no. Gol legal (ay el ojo de halcón, ay el videoarbitraje) Ahí empezamos a apretar. Un crío del Atleti que había venido con su padre y se sentaba dos filas más arriba gritaba sin parar: "presionad más, que acabáis de salir". Y parece que Correa, Gaitán y Torres le escucharon. El de Fuenlabrada recupera un balón, se la pasa al francés y el zurriagazo es tan genial que los seis de Los50, a pesar de haber hecho propósito de moderación, nos levantamos como un resorte y explotamos en gol. Abrazos, celebración y los de La Txapela de Neptuno, (presentes en la zona acristalada de la afición visitante) vuelven a la carga con los cánticos otra vez: "Atleeeeeti, Atleeeeeeti, Atleeeeeti". Estos valientes no dejaron de animar a los nuestros con el consiguiente enfado y respuesta de la afición local. Eran 20 gargantas vizcaínas del Glorioso contra 45.000 del Athletic. Se les oía a los del txoko de Sarriko. Y mucho. 

Valverde se temió lo peor y nosotros deseábamos lo mejor. Hizo un cambio para perder tiempo y el partido terminó. Si llega a durar cinco minutos más nos traemos los tres puntos. Aún así, seguimos sin perder en el nuevo San Mamés, un campo espectacular con una afición ejemplar. Nos traemos un montón de amigos, una experiencia increíble compartiendo mesa y cánticos con nuestros hermanos de La Txapela en su sede (gente increíble), una previa con otros miembros de Los50 y allegados que fueron con la familia (Javi, Carlos Treviño, Rubén Amón...), el ratito de risas con los de Cuatro, los zuritos, un chuletón a la carrera y las confidencias durante el viaje, entre surtido de chistes y regalos flamencos de piel de gallina. Ser del Atleti, es lo que tiene. 

Ya tengo localizada en Jaén la Peña "Los colchoneros" en la Taberna Pepón. A ver si acabo a tiempo para ver a los nuestros contra el Eibar. Ojalá la Copa. Ojalá en el Calderón. Ganarla sería el mejor colofón.

Aúpa Atleti. Siempre.

viernes, 20 de enero de 2017

El Atleti no juega a nada y otros efectos colaterales


Atleti 3 - Eibar 0

Ayer publicaban el informe de ingresos económicos, en millones de euros, de los clubes europeos durante la pasada temporada. El Atleti ha subido dos puestos: del 15 al 13. Supongo que algo tendrá que ver el hecho de haber disputado la Champions desde que llegó el Cholo, haber llegado a dos finales, haber ganado una Europa League, una supercopa de Europa, una Copa, una supercopa de España y hasta una Liga en la competición donde juegan las dos selecciones mundiales. Estos éxitos deportivos tienen aparejados, a su vez, dos efectos colaterales que sufrimos los que llevamos el escudo por dentro, los enfermos de las rayas canallas de los colchones, los indios sin remedio.

El efecto colateral más visible es el de los medios. Molestamos, ya lo dijo el míster. Y eso se nota en cómo se refieren a nuestro equipo. Al principio éramos ultradefensivos y aburridos, después éramos muy violentos (curioso que el Atleti sea el equipo que menos faltas ha cometido en lo que llevamos de Champions y uno de los que menos en Liga), luego no sabíamos jugar bonito (que explícame tú lo que es jugar bonito o feo). Ahora es que el Atleti no juega a nada. En fin. Aún así, ahí seguimos, en la pomada.

El segundo efecto colateral viene aparejado al que acabamos de mencionar sucintamente en el párrafo anterior, a la basura a la que resulta casi imposible sustraerse a pesar de la advertencia de nuestro entrenador para que no consumamos. Este segundo efecto no es otro que las nuevas huestes de aficionados que se han apuntado al éxito rojiblanco, que buscan lo que nunca hemos sido y que pretenden hacernos creer lo que vomitan los cuatro bufones pesebreros que ladran envueltos en sus bufandas participando en espectáculos más o menos bochornosos a través de la tele o la radio. Pero es que algunos de estos payasos titulados en periodismo que escriben en webs y diarios inoculan sus absurdas teorías sobre el Atleti a los que se han apuntado ahora a venir al campo. Y se escucha cada cosa en la grada... que ahora me explico las peleas entre aficionados el día que el Madrid de Zidane nos volvió a ganar en nuestro campo.

Ayer dijeron que el Atleti volvió a jugar a nada. Y los comentaristas, y los listos de las teles y las radios, se pasaron el día hablando de la segura remontada de una de las selecciones mundiales que la víspera había caído derrotada en su casa y de la impresionante victoria de la otra selección mundial en un campo donde era imposible ganar ante un equipo todopoderoso como la Real Sociedad. Del Atleti sólo eso, que no había jugado a nada, que no dan dos pases seguidos, que el Eibar es un rival débil y sin presupuesto, que vinieron con los reservas, que están pendientes de recibir a una de las dos selecciones mundiales en Liga para pedirles las camisetas a sus ídolos y que la Copa no tenía ningún mínimo interés para ellos. Que el Atleti no podía no ganar. Para vomitar.

Lo cierto y verdad es que ayer el Cholo sacó un equipo distinto con Carrasco y Gaitán en los extremos, con Correa y Griezmann en punta. Y que cuando Gameiro entró en la segunda mitad, volvió a encontrar puerta y ya son 8 goles los que lleva el segundo francés (6 en Liga, 1 en Champions y 1 en Copa) al que algunos de los colaterales silban y algunos de los de siempre tardan en darle credibilidad. Y aún estamos a mitad de temporada. Yo confío en él. Y en Griezmann que volvió a marcar (13 lleva ya el primer francés) como Correa, que estuvo atento al rechace.
Bien el equipo. Sin alardes innecesarios y con una seriedad notable en defensa. Un partido serio y muy del Atleti. De los que no gustan a los del efecto del efecto colateral. De los imprescindibles para -partido a partido, eliminatoria a eliminatoria- poder llegar a otra final.

Y ahora a pensar en Liga, en Bilbao, en que no nos la líe Raúl García en un estadio siempre complicado, contra el equipo de nuestros orígenes. Y nuestro Atleti no estará solo. Infiltrados en la grada del nuevo San Mamés estarán los miembros de la única peña atlética de Vizcaya, 'La txapela de Neptuno' a los que la SAD no ha tenido a bien facilitarles la venta de entradas (nuestro club las rechazó bajo el pretexto de no haber tenido demanda). Y además de los 20 valientes vizcaínos del Atleti, media docena de Los50 que, a título personal, verán in situ el encuentro desafiando las distancias, la nieve y con la esperanza de regresar con tres puntos importantes para cerrar con broche de Champions la primera vuelta de una Liga aún por decidir.

Aúpa Atleti.


domingo, 15 de enero de 2017

Las llaves de la moto

 
El beticismo se despidió del Vicente Calderón con un desplazamiento masivo y una pancarta en la que recordaban las dos Copas del Rey que ganaron aquí.

Atleti 1 - Betis 0

Me pasa como al Atleti. Vivo tan confiado, tan relajado, tan me da igual lo que digan, que ayer me dejé las llaves de la moto puestas. Aparqué junto al bar de la previa, tomamos café, copa y otra copa. Y cuando nos dirigíamos al campo para brindar con la lata de cerveza en las colas artificiales que se montan en los tornos de un par de temporadas a esta parte... ¡zas! Me doy cuenta de que no tengo las llaves de la moto, que me las he dejado puestas. Carrera hacia atrás y, para mi sorpresa, en su lugar encuentro una nota escrita con muy buena letra: "tengo tus llaves. Llámame. Este es mi teléfono". Dicho y hecho. Al otro lado del móvil me cuenta que las tiene él y que va conduciendo, que me pasa con su mujer. Luego supe que se llamaban León y Eva. Y quedamos en que después del partido nos veíamos y me las devolvían. Me fui al Calderón intentando no pensar en las llaves y en lo desastroso que soy. En que un día me voy a olvidar la cabeza. En que tenía que disfrutar del partido, que ya no podía hacer más. Que la suerte estaba echada.

El partido fue lo mismo. Un Atleti que marcó muy pronto gracias a un rebote que enganchó Gaitán. Y se acabó. Estaba confiado, como si ya hubiera hecho todo lo que tenía que hacer. Disimulando los nervios sobre el césped ante un posible gol de Rubén Castro o de Ceballos o de cualquier verdiblanco que se creyera capaz de empatar y hasta de ganar al Atleti en su última visita al Vicente Calderón. Y los nervios se trasladaron a la grada. Estaba lleno pero había un ambiente raro. Quizá por los cinco últimos minutos contra Las Palmas en Copa, quizá porque algunos estaban más pendientes de la llaves de la moto, de querer ver lo que consumen, de pitar en lugar de animar, de creerse lo que nunca hemos sido, lo que no somos ni queremos ser. Y el Cholo en la banda se volvía loco gritando a los chicos y pidiendo a la grada que ejerciera de afición rojiblanca sin mucho éxito. 

Ganamos. Y van tres partidos seguidos en Liga. Nueve de nueve. Primera victoria de 2017 en el Calderón. Torres fue despedido, menos mal, con una generosa y agradecida ovación. Quizá fuera el de Fuenlabrada el menos flojo en un partido donde los futbolistas se confiaron con el tempranero gol del argentino que desafiaba el frescor del invierno junto al río con camisa de manga corta. Como si no pudieran hacer más, como si todo estuviera en manos del destino, como sin otro remedio que confiar en la victoria y los tres puntos igual que confiaba yo en que me devolvieran las llaves de la moto. Y eso fue lo que pasó. 

Los Cholocambios esta vez tuvieron menos efecto. La salida de Carrasco -por banda izquierda- nos dio más velocidad y sirvió para sacudirse el rato de agobio al que nos sometió el beticismo. Que tampoco fue excesivo. Aunque a algunos les encante magnificar todo lo mejorable olvidando quienes somos y de dónde venimos. Tuvo el belga el 2-0 que Adán impidió con una más que meritoria intervención. Por algo fue el portero de Mou... vale, sí, me he pasado.
Y a pesar de los agoreros, de los que silban, de los que se creen que somos otra cosa, a mí el partido (que más que malo fue insípido) me dejó algunas cositas buenas.  A saber: Moyá paró las dos que le llegaron. Flojas y desde lejos, por lo que la defensa estuvo correcta. Y van tres partidos de Liga sin encajar. Gaitán marcó y lleva seis goles. Gameiro, que salió por Torres, sigue intentándolo y creando oportunidades. Carrasco parece recuperado y el Cholo le dejó en la banda que le gusta.  El beticismo puso el ambiente y el buen rollo, pero a animar también les ganamos (y eso que la grada -ya digo- estaba rara). Y el club tuvo el bonito detalle de hacer que nuestros futbolistas saltarán al césped acompañados por los socios más antiguos. Y sólo por eso, por ver a mi sobrina Ana flipando con el detalle, y a más de medio estadio con un nudo en la garganta cuando lo explicaron por megáfonía, mereció la pena ir al campo. Por eso y por ver al Cholo a punto de meterse en el rectángulo a coger a alguno de los nuestros por la pechera para que no jugase con esa resignación de quien ha perdido las llaves de la moto y no sabe si se las devolverán o no. 
Y me las devolvieron (aún hay gente buena. Muchas gracias León, muchas gracias Eva). Y ganamos. Tres puntos más, aún en la primera vuelta, y seguimos en la pelea.

El jueves a las 19:15 Copa contra los señores de la SD Eibar. Luego a Bilbao, a Eibar y a Vitoria. Más nos valeponernos las  pilas e ir aprendiendo algo de euskera. Que sea un zorionak de semifinales y otros nueve puntos más. Partido a partido. Aúpa Atleti. Siempre. Incluso en tardes insípidas y sin las llaves de la moto.